GRIETAS EN EL MURO: SUSPENSIÓN DE LA RECOLECCIÓN DEL 20%, MÁS PREGUNTAS QUE RESPUESTAS
Apenas alcanzo a leer un whatsapp que me remite a un tweet de
CNN: “Se suspende recolección del 20 % de las firmas para convocar al
Revocatorio”. Me llega otro, de otra fuente y algún comentario. Espero llegar a
casa para informarme un poco más. Era algo de esperarse, me digo, aunque no de
esa manera. Las condiciones que estaban poniendo ya delataban sus intenciones.
No esperaba, me digo equívocamente, que esto lo definiese una decisión del TSJ.
Horas después leo con calma que el “CNE acata las medidas
cautelares que piden la suspensión de la recolección de firmas del 20%”. Pero
me sorprende que la “jugada” la hagan apoyándose en medidas cautelares
Tribunales Penales Regionales. Son ellos los que, aparentemente, recibieron la
denuncia de fraude en la recolección del 1% inicial. Todo esto mientras el
presidente se ausenta del país ¿cómo se interpreta?
Luce extravagante esta decisión ¿por qué no la tomó el CNE?
¿por qué no la Sala Constitucional? ¿o por qué no esperar que la oposición se
entrampe con el 20% por estado, si todo lo habían complicado lo suficiente? ¿No
se estaba amordazando a la gente con los CLAP, las amenazas de despido y de
hambre, para quien protestara y firmara? ¿por qué no conservar el mínimo de
formas, como para decir a la comunidad internacional “la oposición no pudo
recolectar el mínimo requerido”? ¿puede la coartada del diálogo mantenerse como
un recurso creíble?
En un país donde escasea la información, este abrupto por
quienes tienen el más completo monitoreo dice mucho. Porque consiguen,
aparentemente, lo que están buscando, pero a un precio costosísimo. El costo no
es la acusación de sus enemigos y adversarios, sino el alejamiento de los
amigos internacionales que pueden tener otros intereses que cuidar. Las
negociaciones mismas de refinanciamiento o de negocios pueden ir al traste, por
la inseguridad jurídica que implica. Que los más incautos despierten y que los
cófrades vean al rey desnudo. Y se podría seguir añadiendo. Es decir ¿qué beneficio
saca el gobierno de hacer las cosas así, fuera de ahorrarse la ingesta de sus
ansiolíticos?
Porque la impresión que brindan no es de que están sobrados,
sino acorralados o reducidos. Es decir, como que las cosas se les estaban
saliendo de control y tomaron decisiones precipitadas. O sea, la MUD estaba,
para la sorpresa de muchos, haciendo las cosas tan bien según el gobierno, que lo
obligaron a un enroque rápido. Pero es necesario ir un poco más allá en el
análisis. Por lo menos a nivel de preguntas.
El presidente Maduro sale del país, y se hace esta jugada
¿fue para no embarrarse? ¿Corresponde al libreto que aprendió del presidente
turco Erdogan, de cómo descabezar y purgar a la Oposición? ¿el siguiente paso
es inventar una sublevación o un golpe de estado, para arrojar los huesos de
los opositores en las siniestras mazmorras del régimen?
Pero las preguntas no acaban: ¿por qué no lo hizo,
simplemente, el CNE? O ¿por qué no emitió otra sentencia o resolución o
cualquier otro acto la Sala Constitucional? ¿por qué unos tribunales
regionales? Quizás por lo mismo: porque todos quieren mantener el poder pero no
mantenerlo a cualquier precio. Muchos quieren viajar al imperio y conseguirse
intactas sus cuentas bancarias, y no se arriesgan. O porque el Comandante era
una cosa y Maduro otra, además de que, si esta “vaina” se cae, hay que pensar a
donde ir sin ser buscados por la justicia.
Así que todo se delega, como buena coartada, a Tribunales
regionales: ninguna persona importante en juego, sino gente dispuesta a todo
con tal de ser elevado, por sus servicios, a consentido del Poder. Unos que
hagan el trabajo sucio pretendiendo ascender al poder, cuando están siendo
utilizados, usados y, seguramente, desechados. Serán los próximos arrepentidos
buscando asilo, porque luego de tener cierto poder, ya no hicieron falta. Los
cargos los ocuparán otros zamuros. Ni el CNE se compromete demasiado, no vaya a
ser que la situación de salud obligue a recurrir a los médicos gringos, o al
TSJ o la Sala Constitucional, puesto que todo se está ventilando en otras
instancias.
¿Pero es todo así de inocuo para quienes detienen el poder?
¿es una operación de esterilización de la Oposición y ya? No creo. Se
requeriría mucha más hermandad, camaradería y compadrazgo en el gobierno, como
para que todo esto funcione sin daños colaterales. Porque quienes han movido
sus hilos han sido, según parece, Diosdado Cabello con la Sala Constitucional y
Ameliach. Son del mismo grupo de poder y, por supuesto, bocazas ambos:
normalmente el poder en estos casos y a estas alturas tiene que ver con el “pantallerismo”,
lo que es mala señal. Lo hacen para que se sepan quién tiene los méritos. Hacia
donde deben ir los aplausos. Quien pesa al interno del partido. Pero eso
contrasta. Sino que se considere a Gómez. Ese sí era peligroso: sin muchas
palabras controlaba todo un país. O estaba gobernando como presidente o estaba dirigiendo
todo tras bastidores, todo desde Maracay. Pero esta Venezuela no es así. Ni la
de Chávez, que tuvo que recurrir a un constante bombardeo a través de los
medios de comunicación.
En caso que el guion hubiese sido escrito así, el señor
Cabello y Ameliach, representantes del sector militar que participó en el 4 de
Febrero, están ejerciendo un poder de facto (o sea, en la práctica) que puede
acorralar, en otro escenario, a los demás miembros del clan: ¿ y si el
salvavidas de Maduro, que es la Sala Constitucional, controlada por Diosdado,
decidiera sacarlo del cargo por cualquier pretexto, como hasta ahora lo ha
hecho con sentencias en contra del Parlamento? ¿y si actuase de la misma manera
hacia el CNE o Poder Moral, para que el grupo controle mayor cantidad de cargos
o, simplemente, para hacer una purga en el liderazgo del PSUV? ¿Existe algún
argumento o mecanismo que los contenga?
Pero queda por otro lado la Fuerza Armada Nacional y Vladimir
Padrino López: el poder de Padrino López lo ejerce apoyado en sus hombres.
Sobre ellos reposa, en última instancia, la responsabilidad de reprimir
cualquier manifestación en contra ¿el hombre del poder real va a reclinar la
cabeza ante un poder judicial tan podrido? ¿lo hará ante una Asamblea Nacional disminuida,
desautorizada, deslegitimada y desacreditada? ¿lo hará ante el poder moral o
electoral? Más aún ¿lo hará ante el presidente Maduro, sin hay un conflicto de
intereses, cuando se están creando todas las condiciones como para que actor
más fuerte lo desconozca como mandatario cuando le dé la gana? Es más ¿todas
estas maniobras son capaces de mantener la disciplina y unidad dentro de la
Fuerza Armada Nacional? ¿o la disciplina solo se puede mantener mientras exista
una constante vigilancia y una red de sapos? ¿o se está sirviendo la mesa para
que ocurra una aventura militar? ¿qué sectores y existiría un para qué fuera
del “aquí mando yo”? Si ocurre o se provoca la aventura ¿la fantasía de Maduro
podrá realizarse siguiendo el guion de Ergolan en Turquía?
Quisiera terminar esta serie de preguntas con unas
consideraciones:
- Es la hora de la política, no con el gobierno, sino de los políticos con las bases, con la gente, con el pueblo. Pero no desde medios lejanos sino desde el cara a cara. El contacto. La sincronización. Es la hora de la escucha, las relaciones bidireccionales y la sinergia. En estas condiciones y puliendo una alternativa, puede enfrentarse la coyuntura.
- Es la hora de la resistencia. Resistencia no a un gobierno, sino a un modelo de pensar, mandar y actuar. Un modelo de sociedad. Por lo que importa mucho que quienes pensamos distinto al pensamiento único que intenta imponer el gobierno, que es de acatamiento y sumisión, preservemos una serie de principios y de valores con nuestra voz, nuestro pensamiento y nuestra actuación. Por ejemplo, la solidaridad hacia cualquier persona, el sentido de la fraternidad, la reconciliación, el trato educado hasta hacia las personas que están a mi cargo, sin pérdida de los roles de coordinación o dirección. El acortar las diferencias de clase o situación económica, tratando a todos con igual dignidad y deferencia.
- En el caso de las iglesias, el respeto hacia las normas internas como igualmente vinculantes y obligantes para todos sus miembros y no solo para la feligresía rasa; la capacidad de escuchar, respetar y explicar de manera adulta y adecuada las razones y motivos de nuestras actuaciones; la escucha para la toma de decisiones y, en los casos que así convenga, tomar las decisiones de manera por consenso, luego de oídas las razones, y no de manera autoritaria. Ejercer la legítima autoridad no con la imposición o la fuerza vocal, sino con la fuerza moral que debe revestir y acompañar el ejercicio pastoral vinculado, en el caso de la Iglesia católica, al sacramento del Orden (sacerdocio).
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