El realismo del portal de Belén

 


 

Imagen tomada del artículo de Alejandro Ernesto Yeni García en Voz de América: " Belén apaga sus luces de Navidad por la guerra de Gaza" https://gdb.voanews.com/01000000-c0a8-0242-ccfa-08dbf7549182_cx0_cy3_cw0_w408_r1_s.jpg

Con la caída del muro de Berlín, se cayó cierta forma de racionalidad y de acceso a la realidad. Con ello se dejó en entredicho la aspiración a la verdad y se sustituyó por el subjetivismo emocional. El cambio de paradigma supuso una vuelta a la individualidad, pero también a la soledad. Lo real equivalía a la intensidad emocional, elevada a la altura de experiencia. Lo inmediato, promovido por el auge de las nuevas tecnologías de la comunicación, hizo innecesario la concatenación de las mediaciones, más propias del discurso racional.

La difusión de este paradigma resultó muy apropiada para la consolidación del mercado como único sistema de convivencia posible y, por lo tanto, gobiernos afines. Una población desagregada y ocupada de lo emocional, sin mediación racional comunicable, era previsible que pudiese controlarse. El auge del chavismo en Venezuela fue y se mantuvo desde lo emocional y la identificación con el líder carismático. Además de las finanzas petroleras. Pero en distintas partes la lógica pudo reproducirse. Es el caso de Trump en los Estados Unidos. Por lo cual la lógica de poder, más allá si el ideario fuese de colectivista o neoliberal, tenía el mismo agarre: lo emocional en sustitución de la realidad.

Sea por desgaste o porque la propaganda de izquierda está mejor orquestada y su épica convoca mejor a lo emocional, de los gobiernos con prácticas liberales (más allá si los políticos se llamaran de izquierda o de derecha) se dio un resurgimiento de gobiernos llamados de izquierdas con referencias a los ideólogos clásicos del marxismo y a la revolución cubana. De la fragmentación liberal de la década de los noventa, se da el agrupamiento entorno a ciertas consignas de izquierda. Siempre apoyada en un subjetivismo ramplón, que se niega a la mediación de la reflexión y del contraste de las ciencias exactas, puras o sociales. Vale el que se esté en el poder o se tenga el apoyo de las mayorías, como si eso bastase para ungir de verdad cualquier discurso.

Así es que, desde otro punto de vista, tanto el nihilismo como el relativismo (inclusive como resignación ante la imposibilidad de coincidir en lo que es real), dejaba por fuera cualquier consideración metafísica, ontológica y moral (entendida como ética universal). Si no hay naturaleza humana, o no es posible acceder a ella, muchos puntos de vista son opiniones y la moral es convencional. Solo que el “agujero negro” de real, o la suposición de que todo lo opinable e imaginable goza del estatus propio de la realidad, es falaz.

Los ataques del 11S del 2001, la invasión a Afganistán e Irak, el colapso financiero mundial del 2007, el surgimiento de ISIS, los ataques terroristas en suelo europeo, Ucrania, el conflicto Israel y Hamas con los daños mortales a la población de Gaza, las crisis migratorias, la situación de DDHH en Venezuela y otras partes, y la emergencia de las crisis ambientales no permiten hacer consideraciones subjetivas. Hay una realidad muy objetiva con explicaciones reducidas a pocas alternativas no conciliables entre sí. Unas acciones, por libres que sean tomadas, tienen unas consecuencias medibles y otras acciones, las propuestas, pueden significar correcciones significativas. Y detrás de ello hay exigencias éticas. Hay una realidad que no se puede obviar. La misma economía debe reconfigurarse, con dilemas sobre el impacto ambiental, el problema laboral y la robotización y automatización de los procesos industriales.

Dentro de este panorama, los cristianos seguimos señalando el portal de Belén, como la alternativa. En contraste con la desconfianza ante la posibilidad de acceder a lo real, creemos que la realidad se sustenta en aquel que nace de María. Más que una confesión hecha desde un discurso metafísico es la irrupción del Misterio en clave salvífica. Más que explicación de la realidad, es ser alcanzados por aquel que tiene la mayor densidad de lo real. Lo que supone una consideración de la gracia como un asunto muy real también.

La iniciativa de Dios no es principalmente inspiradora, sino generadora de gracia. La misma comprensión y coincidencia, algo así como “visión compartida”, proviene de una experiencia de gracia, tan real que transforma, si bien es escurridiza a la consideración solo emocional.

No es una explicación ilusoria, imaginativa o mítica, aunque necesite expresarse a través de símbolos, a falta de mejores recursos. Tampoco es una posibilidad mágica, pues necesita de la conversión del ser humano, de sus hábitos y costumbres. Tampoco elude la conversación, discusión, el asesoramiento o el papel de las soluciones técnicas. En el Niño-Dios se encuentra cifrada la posibilidad de futuro, en un momento donde el absurdo acorrala en calles sin salidas. En él se puede restituir la confianza en el otro, si el otro muestra la misma adoración ante el recién Nacido.

 

¡Feliz Navidad!

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