EL CASO SIRIO


Solo una persona despistada podría considerar el caso sirio como un caso sencillo. Es todo un prisma, que puede descomponerse en diversidad de aspectos, cada uno con su madeja.

Un primer aspecto es que estamos ante un gobierno autoritario, cosa tolerada por occidente pero que desagrada su sensibilidad. Algunos podrán pensar que es la idiosincrasia cultural que debe respetarse, mientras que otros lo considerarán como posturas retardatarias propias de mentes ancladas en pasados superados, y estarán los que apliquen el esquema de explotador/explotados, sea en la versión marxista o liberal.

Otro aspecto tiene que ver con las luchas entre grupos shiitas y sunitas, nada fáciles de comprender. Si bien es cierto que la cosa tiene raíces medievales (en el medioevo árabe), la vigencia del mismo se explica en las consecuencias para los equilibrios geopolíticos de la región. Una etnia en el poder favorece algunos países y a otros no, y viceversa.

Los mismos grupos que siembran el terror en Israel, Gaza y amenazan al resto del mundo se ven enfrentados en bandos contrarios. Me refiero a Hamas y Hezbolá. Las explicaciones podrán emitirse una ver que se sepa del ganador y contabilicen los muertos, así que es difícil sentarse a esperar.

No están lejos los que negocian con la guerra y su prima hermana, la muerte. Industrias occidentales o países de Europa oriental, no importa. Al final es un problema de mercadeo. Algo así como si dijeran “ya que se empeñan en matarse, que tal si lo hacen con la elegancia y fina exactitud que ofrecen nuestros productos” o “permita que su enemigo saboree las delicias del Edén en una rápida y certera ráfaga”.

Luego aparecen los intereses de los países fisgones, digo, observadores: no se sabe si no intervienen hasta que su bando se debilita o… el problema es permitir a Europa mantener las hornillas de gas encendidas.

Esto último es enrevesado: es la explicación europea que mira el bienestar de sus ciudadanos o es la explicación norteamericana que ve un negocio lucrativo, redondo y estratégico… o es la explicación rusa, de evitar tener un fuerte contendor como proveedor de gas que le haga además perder influencia en la zona… ?

Pero puede ocurrir que todo esto del uso de gas sea cierto… pero ¿y si estamos asistiendo a una balcanización de Siria?

No pretendo inferir, por balcanización, la atomización de los países. Me refiero a la Guerra de los Balcanes (Kosovo 1996-1999) en que nadie intervino, quizás porque geopolíticamente no era importante ese genocidio, hasta que no hubo alternativa, con el resultado del odio étnico y la pregunta sobre por qué se tardó tanto.

En el caso de la Iglesia, su postura es el recurso a la oración y el ayuno. No sé si sea para evitar la intervención solo, que puede tener consecuencias devastadoras para la región y el mundo, sino para frenar el conflicto interno.

Aunque, pensándolo bien, donde lo tiene difícil la oración es cuando del corazón del hombre se trata. La guerra puede evitarse hasta por agotamiento de las municiones. Sentarse a dialogar es otro cuento. El que se sienta a dialogar ya ha perdido algo, pues reconoce que el enemigo es digno de escucha, tiene rostro y se le reconoce la voz. Es una muestra de debilidad, si el diálogo es sincero. Las propias posturas ya no son hegemónicas.

Pero el que se sienta a dialogar, y escucha, también gana, mientras deje de usar el pronombre “yo” como protagonista de la historia, y le de cabida al “nosotros”.


Si se consiguiese paladear el “nosotros” se sabría de lo sabroso que es evitar una guerra.

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