EL TAXISTA EN SU LABERINTO


Entiendo por taxista la acepción usada en Barquisimeto y alrededores: quien conduce una unidad privada de transporte público que tiene el nombre impropio de “taxi”, en otras partes conocidas  como buseta, microbús, carrito por puesto y demás etcéteras. En otra ciudad un “taxi” es un libre, como sabemos.

Demás está decir que, ante la tragedia extrema, que es la muerte, toda la colectividad repudia tales acciones de manera monolítica cuando el llamado profesional del volante cae abatido.

El problema no es la tragedia sino el drama: Transbarca amenaza con desplazar a un número nada desdeñable de trabajadores a una recomposición que se funda únicamente en la palabra. Y eso que es drama para muchos, puede ser tragedia para otros. Económicamente es un acertijo que pone en vilo a familias completas, por lo que sería de esperarse la reacción colectiva… que no viene.

Y es ahí donde está su laberinto: durante años al gremio lo ha caracterizado aquellos que ruletean a los pasajeros, los tratan como sardinas en lata, abusan de la velocidad, hacen mofa del bolsillo del usuario, se atragantan las señales de tránsito, embisten a los choferes particulares, compiten entre las unidades, pasaban derecho cuando un viejito esperaba en la parada, a los estudiantes les hacían lo mismo… y pare usted de contar.

Con estos antecedentes (y el silencio de los inocentes) difícilmente pueden conseguir en esta hora aciaga la solidaridad de las víctimas de ellos y de unidades golpeadas por la desidia. Del desdén de años no se podría esperar otra cosa: no lo aprendieron de los políticos de la IV, que desacreditaron un sistema donde lo que sobraba era alguno de ellos por su falta de capacidad y de ética.

Puede que la vida les conceda otra oportunidad: si interiorizan que no se puede vivir en contra de los demás, el aprendizaje habrá sido exitoso. Sino…



Comentarios

Entradas populares