TIPS DE ECONOMÍA PARA EL CAMARADA MADURO



Es obvio la crasa ignorancia de los  bolirevolucionarios en materia económica. Cuesta Dios y ayuda conseguir uno que sea economista de verdad: estuvo Nóbrega y las malas lenguas dicen que Tobías hizo de las suyas. La manera como se esfumó del panorama sin obituario resultan ciertamente sospechosas, aún ante quienes no queremos pensar mal.

Pues sí: el lenguaje castrense sustituyó al económico, cuando los militares acostumbran a gastar municiones sin pensar cómo se reponían. Además que proyectaron el esquema del cuartel de cobrar quince y últimos, sin saber cómo el dinero llega a  caja.

Y no es por hablar mal del desaparecido comandante supremo, pero podía ser el hazmerreir de cualquier iniciado en ciencias económicas. No faltarían ejemplos, además del desparpajo con que iba repartiendo los dineros que no eran suyos y que debían aplicarse procedimientos regulares para destino y utilización.

No estaría mal recordar que el viejo Marx estudió los clásicos de la economía antes de enfilar sus baterías dialécticas contra el capitalismo, que en ese momento no era ninguna joyita. Este reconocimiento no abala los disparates de las economías controladas del socialismo real, cuyo mayor sacrificio que a la larga representó su suicidio fue el no haber permitido la libre iniciativa y libre empresa, que hubiesen dinamizado, en vez de dado muerte a la economía y al sistema.

El propio Che Guevara, que tampoco era muy diestro para comprender la dinámica económica, se le ocurrió en México, cuando estaba ya haciendo los pininos en cuestiones de ideología comunista, estudiar con la esposa de entonces a los clásicos ingleses. Sin restarles méritos, sin embargo, mejor hubiese leído a Keynes, pues tener como única referencia a Adam Smith y David Ricardo es tan absurdo como copiar al carbón a Karl Marx en el siglo XXI (¿dije alguna imprudencia?).

Pero el destinatario de estas líneas no es ninguno de los difuntos anteriores, sino el presidente Maduro, vivito y coleando. Ciertamente que no es una lumbrera en economía y varias pifeadas va cometiendo. Por decirlo de manera pintoresca: son de buena pero errada intención, sino de oscuros y torcidos propósitos, agujerear el casco de la economía, y pretender que el barco del país no se vaya a pique. Y no me refiero a la “Isla presidencial”.

Así que yo, que no soy economista ni llego a serlo en condiciones amateur, me permito brindar gratuitamente algunos tips para que, con el remanente, pueda ver en qué proyecto se lo gastan.

Un empresario que fabrique, por ejemplo, salsa de tomate (intente imaginarlo sin los motes de explotador, burgués, apátrica, pitiyanqui y demás hierbas aromáticas, sino  como alguien que le gusta fabricar y ser próspero junto con sus obreros) sabe que un frasco de 800 cc no puede costar simplemente el doble de un frasco de 400 cc. Las razones son sencillas aunque múltiples: por un lado le interesa vender más salsa a menos costo, cosa que puede importar hasta para la ecología. Debe incentivar con precio atractivo el frasco de mayor tamaño. Si consigue hacerlo estará vendiendo más, que es lo que le interesa, pero el consumidor estará comprando más salsa a menor precio que si comprara 2 frascos pequeños. Este incentivo es posible porque los costos son menores: en vez de 2 tapas se usa una sola, puede que el vidrio del embase tampoco sea el doble, hay ahorro en la mano de obra y en el tiempo en que se pone a la venta la salsa de tomate es más rápido y no se le echa a perder en los conteiners, cuya experiencia es amplia la del actual y pretérito gobierno. Y así ocurre con cantidad de productos.

Pero yo no quería que el Sr. Nicolás Maduro aprendiera algunas nimiedades de la industria de la salsa de tomate, que otra persona distinta de mí seguro que haría con más propiedad.

Yo quería referirme al Metro de Caracas, que Ud., sr. Presidente, conoce mejor que yo. De hecho no suelo ir seguido a Caracas, cosa que lamento en el alma. Pero en estos días fui y aproveché para usar el Metro para mis diligencias. Y lo primero que vi fue que, si no me falla la memoria, el viaje de ida costaba Bs. 1,50 y el de ida y vuelta Bs. 3,00. Lo cual creo que es un absurdo y no  solo por los precios (por cierto, soy de los que cree que no es que las cosas estén caras, sino que los venezolanos tenemos sueldos de esclavizados, cosa que no se resuelve con decretos). Creo que esos no son los costos reales, aún cuando deban tener otro precio mayor con cierto subsidio o para el sistema o para grupos especiales de personas. Pero si el ticket cuesta Bs. 1,50 y el otro Bs. 3,00, a alguien están timando o alguien se está aprovechando. Porque el costo para el Metro del ticket debería ser el objeto físico + el servicio (no incluyo ganancia). Y el objeto físico tiene una banda magnética que debe ser programada, supongo. Si un ticket de Bs 3,00 no puede costarle al Metro igual que 2 tickets de Bs. 1,50, porque en un caso es un “papelito” y en otro caso son 2 “papelitos”: o el usuario está pagando muy caro un “papelito” o el Metro está perdiendo en mayor proporción con el uso de 2 “papelitos”. Por ahí las cuentas no marchan bien. Lo lógico es que el ticket múltiple o de “ida y vuelta” resulte más económico (no solo práctico) que la sumatoria de tickets de solo ida.

Pero hay otro detalle que tiene impacto económico y ecológico: la Revolución liberó las salidas del metro del dispositivo de introducir el ticket para liberar la barra de dispositivo. Sí, puede que agilice o sea condescencia de la Revolución hacia la gente, en contra de la dictadura del capital. Pero… ¿cuántos son los usuarios diarios del Metro de Caracas? ¿eso no implicaba un ahorro al poder reciclar los tickets? ¿o existe un mecanismo para rescatar a los tickets del suelo, las papeleras, inodoros y demás artilugios para después volver a utilizarlos? ¿cuánto se pierde económicamente en esto? ¿cómo afecta la ecología y cuánto contamina? ¿cuántos árboles se sacrifican o de donde sacan la materia prima? ¿no son preguntas lo suficientemente revolucionarias? ¿o alguien se beneficia de todo esto?


Piense, camarada, si un ahorrillo no podría financiar otros frentes de la Revolución con más inteligencia.

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