¿QUÉ ES EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI?







Una pregunta tan obvio no se ha formulado debidamente (o con la publicidad necesaria) en 3 lustros, por más que sea un término casi que desgastado. Y, si bien este régimen ha sido bastante esquivo a teorizaciones, valdría la pena pensar si dicho olvido haya sido más que adrede. En efecto, ciertas confusiones causan sus dividendos en la filas enemigas, pero oportunamente también entre los aliados.

Ya Fidel Castro en Sierra Maestra era una incógnita que amalgamaba un amplio espectro político, que solo tenía en común el derrocamiento de Fungencio Batista. Desde el principio Raúl Castro y Ernesto Guevara eran abiertamente comunistas. Este último, persona de cierta cultura, tenía sesiones de adoctrinamiento a sus subalternos.

Otro caso en que la proyección esperanzada dio sus réditos políticos fue con Obama. De alguna manera la esperanza de cada norteamericano la depositaron en él, no solo creyendo que sería la salida (con lo que estamos de acuerdo) sino que respondería a lo internamente cada quien deseaba. Una vez en la presidencia le tocó pasar a la acción que, por ser más concreta, es más objetiva y no todos se identifican con lo que estaba ocurriendo. No se trata esto de una valoración política sino de una constatación psicológica.

Chávez inició aglutinando el descontento acumulado durante años, ofreciendo quimeras lo suficientemente seductoras como para conseguir el apoyo popular. Llegó a plantear ser la tercera vía entre capitalismo y socialismo sin aterrizar lo suficiente como para que la gente se identificara con su proyecto… y no solo con su carisma. Pero con el tiempo (y por su talante), poco a poco fue enfrentándose y confrontando, siendo más importante definir lo que no era, que lo que era. En etapas donde se le quería meter el acelerador a la parte ideológica terminaba siendo, según él, todas las izquierdas juntas: marxista, leninista, maoísta, fidelista, guevarista, indigenista, feminista, pro-géneros, black-power, liberacionista, teología de la liberación, evangélica, santera, además de nacionalista, americanista y bolivariana, sin descuidar a San Martín y a José Martí, sandinismo y guerrilla activa o simples luchadores sociales. Esa bomba de molotov solo se la podían tragar gentes de poca formación, radicales a ultranza y aprovechadoras de oficio.

Así que conseguirse con el profesor Heinz Dieterich, quién constantemente recuerda que él es un científico (sociólogo) y que sus afirmaciones son científicas, y su versión escrita del Socialismo del siglo XXI, es todo un descubrimiento. No porque en el fondo este fenómeno llamado chavismo no haya sido socialista según el viejo molde, sino porque hay una referencia actualizada, de 75 páginas, que no osan difundir ( http://www.rebelion.org/docs/121968.pdf ).

Mi interés se despertó en la medida en que el personaje dejó de estar a la sombra para la opinión pública, quizás por las advertencias (que pasaron a críticas) sobre cómo se estaba conduciendo la política en Venezuela. Se le podía conseguir artículos desde en www.runrun.es hasta www.aporrea.org . Cuando supe que la invención tenía portada e índice, con gusto me lancé a leerlo, desempolvando el marxismo estudiado en la Universidad y el Seminario, además de la lectura detenida aunque no completa de las llamadas obras de juventud de Marx.

En las primeras páginas, aunque dice no ser un nostálgico del viejo Marx, justifica el carácter científico de su obra, que lo que quiere decir en el fondo es su estricto cumplimiento en el transcurrir de los años:
·        Todo lo que existe es sustancia (materia) y energía: hasta el pensamiento. O sea, el espíritu no existe y, por supuesto, menos Dios. Por cierto que para la física materia y energía están entrabadas íntimamente, según la fórmula eisteiniana e=mc².
·        Todo está en movimiento, aparece y desaparece, según el “todo fluye” del filósofo Heráclito. El autor supone que todo fluye hacia adelante, hacia el futuro, hacia niveles superiores, nunca hacia el caos o la nada. Este optimismo se debe a que el autor, sin demostrar que esto sea así, termina siendo “dialéctico”: la realidad material y, puesto que se deriva de esta, social, evoluciona dialécticamente en la lucha de contrarios que se sintetiza a niveles superiores. Esa es la ontología de la que no se escapa las realidades sociales. Personalmente no creo que muchos físicos, químicos y biólogos les convenza esta ingenuidad (les compre la pólvora): los niveles superiores de materia tienen requerimientos de energía superiores que hace que, con el tiempo, se vuelvan inestables o retrocedan: el sol no va a estar eternamente encendido, por poner el caso, y sintetizar el agua  (H2O mezclando oxígeno e hidrógeno no es tan sencillo (que lo digan las poblaciones desérticas que que desalinizan el agua del mar). Y se podría seguir objetando que, efectivamente, todo cambia, pero no necesariamente para mejor.
·        Toda la realidad (material y todo es materia) se puede plantear matemáticamente es base a 5 dinámicas: lineal, no lineal, probabilística, caótica (imprevisible) o una combinación de las 4 anteriores. A esto se reduce la libertad humana. Y, por supuesto, Marx y Engels descubrieron que del caos no sigue la desolación, sino el salto social cuántico de nivel. Creo que de haberlo sabido Kennedy y Brezhnev se hubieran preocupado menos por las estaciones de misiles que se iban a colocar en Cuba en el año 1962.
·        El universo está organizado en sistemas o redes.
·        Y todo tiene una identidad que, en los seres superiores, está definida por el genoma. En el ser humano existe la cultura, que al final es una especie de software.

De nuevo, no creo que el estatus científico de la teoría del Prof. Dieterich tengan un estatus idéntico al de la matemática o ciencias naturales, de la misma manera que una sociedad no se comporta como la manzana de Newton.

Generalmente los marxistas (y de los diverso cuyo), tienen críticas muy acertadas a lo que llaman democracias burguesas o capitalismo. Una economía que busca la ganancia por encima de las necesidades, que crea o tolera fuertes desequilibrios en el mundo, como que unos pocos ganan y consumen más que la mayoría, una democracia formal (representativa) que favorece Estados clasistas, además del desequilibrio ecológico, parece haber cumplido su ciclo de vida.

Completado este, esta democracia, según Heinz, debe dejar paso a otra democracia, la participativa, donde el control del poder lo ejerzan directamente los ciudadanos. Para tal asunto es conveniente considerar que el sociólogo alemán considera que la humanidad ha llegado a un punto en que, por la ciencia y la tecnología, las necesidades pueden cubrirse con menos jornada de trabajo y más tiempo libre. No se pasea por el fortalecimiento de la sociedad civil, sino por el cambio de paradigma (aunque para él el paradigma es el de Marx-Engels, tan cierto como los que plantearía  la física cuántica o la biología molecular), que es el socialismo. Ello permitiría la aparición del hombre libre, ético y estético, que no es el hombre nuevo (aberración según él propia de las mayores fatalidades de la historia), pero que se le parece. Para ello hay un cambio de la economía crematística (capitalismo, que busca la concentración de riquezas y que crea un desbalance entre producción y consumo), a una economía llamada de equivalencia, planificada al estilo de producir solo lo que se necesita para que no haya excedentes (input=output).

El cálculo de precio de servicios y mercancías se hará en base objetiva al cálculo del tiempo que se pone en producirlo o, pensando en los salarios, se pagará en base a las horas laboradas, con ligeras variaciones según el premio de algunos méritos. Por poner como ejemplo, la hora de trabajo del Ministro de Energía y Petróleo será igual que la de otro empleado público, el barrendero, el maestro, el profesor, el albañil o el mecánico. Cosa que lleva a la conclusión que en Venezuela no se cumple, o porque el Ministro gana mucho o porque el barrendero gana poco.

Personalmente creo que el precio de las cosas está ligado a la valoración y utilidad de las mismas: un medicamento que se haya sintetizado luego de 50 años de investigación puede que valga muchísimo, pero el Estado debe intervenir para que su costo sea accesible, como en el caso del VIH. Y algo puede tener una utilidad tremenda a nivel industrial, creado rápidamente por equipos sofisticadísimos, que pueden costar mucho más. Sin considerar el valor subjetivo que cada cosa tenga: de un bien que me haya dejado mi papá solo me desprenderé en caso de extrema necesidad y por precio por encima del convencional. Aunque la ley de la oferta y la demanda no puedan aplicarse a todos los casos (no voy a entrar en detalles, como en el caso del descubrimiento del genoma humano), no siempre interesa vender caro, sino rápido, por mantener la movilidad de los inventarios, porque son productos con fecha de caducidad, porque a menor precio se venden más unidades y, en definitiva, porque aunque algunos se comporten como depredadores, otros seres humanos buscan simplemente ser reconocidos y apreciados socialmente ellos y sus familias.

Finalmente, para Dieterich la transición de la democracia formal burguesa a la democracia participativa socialista se da por el proteccionismo (que evita la invasión de productos manufacturados del exterior) que busca fortalecer las PYMES (pequeñas y medianas empresas), el cooperativismo, las empresas nacionales trasnacionales (como empresas Polar) y las empresas estratégicas del Estado (PDVSA). Fácilmente se ve que tal transición ni se está haciendo ni se quiere hacer, si es que quieren seguir el manual que conduce hacia el Socialismo del Siglo XXI.

Independientemente de las diferencias entre la realidad y el modelo ideal, además de lo quimérico del Socialismo del Siglo XXI, yo considero que la sociedad del mañana tiene que estar más activamente involucrada en lo público, aunque sea a través de ONG. O sea, la Sociedad Civil es un espacio que no puede claudicar. Además de nuevas formas de política y la capacidad del ciudadano para injerir en cuestiones de interés común, como en barrios, alcaldías, gobernaciones o gobierno nacional, independientemente de las formas adecuadas que deban darse. La economía debe estar monitoreada pero no torpedeada por miles de trabas y obstáculos. La ecología debe ser cuidada por la sociedad y no solo por los políticos, que son por lo menos negligentes como en el caso de la bahía de Patanemo en el estado Carabobo. Y si se llegara a que ciertos productos puedan ser pedidos online, que automáticamente tengan un formato físico para quien no lo desea virtual y llegue a las manos del usuario, sí, puede ser una buena idea para la ecología.

El chavismo funcionó muchas veces secuestrando la lucha social y culpabilizando a quienes abandonaban su paradigma ideológico. Hoy en día hay que revisar y darle apoyo en bases distintas del discurso extremista y radical, de rancio sabor comunista (marxista-leninista-castrocomunista) a la lucha social: no se trata de abandonar a los pobres, aceptar la explotación o tragarnos la injusticia. Se trata de no ver dragones donde solo hay molinos de viento, para luchar en la dirección justa.



Si alguien desea leer cierta crítica del Prof. Dieterich a la situación venezolana actual, puede hacerlo haciendo click en el siguiente enlace




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