VISITA DEL PAPA FRANCISCO A CUBA: EL EVANGELIO DE LA TERNURA EN SU CONTEXTO HISTORICO
Ana Maldonado
Alfonso Maldonado
Esta es la tercera visita de un Pontífice al país caribeño en 17 años.
Tomando en cuenta el tamaño de la isla, 110 860 Km2 (una novena
parte de Venezuela), y su población,
11 242 628 hab. (2009), una tercera parte de
Venezuela, la relevancia es evidente. De tal manera que la explicación de este
interés no puede basarse en estos datos, sino en la historia reciente, su
aislamiento, la ruptura habida en las relaciones diplomáticas con los Estados
Unidos, el tortuoso camino transitado por la Iglesia con dicho gobierno y, por
supuesto, su confesada ideología marxista-leninista confesada en 1961, con la
influencia y exportación de la Revolución y la mitificación del proceso y el
icono de figuras como las del Che Guevara o Camilo Cienfuegos, catapultadas
sobre todo después del Mayo francés de 1968.
Del proceso de conquista
fueron prácticamente barridas las étnias autóctonas, cosa que escandalizó al
mismo Fray Bartolomé de las Casas en 1513, como testigo, lo que fue
determinante para distanciarse de estos salvajes procedimientos e iniciar su
entrega a Dios viviendo en defensa del indígena.
Tal situación motivó a los
españoles a repoblar la isla con pobladores esclavizados provenientes de África
occidental. De ahí el gran mestizaje y la notable presencia de afrodescendientes,
cuestión que enriqueció notablemente las manifestaciones culturales como la
propia música. Si bien los españoles y, por lo tanto, la misma Iglesia, eran
celosos guardianes de la ortodoxia, los afrodescendientes consiguieron
continuar con el culto a sus dioses usando de nombres cristianos: así santa
Bárbara, nuestra Señora de la Caridad del Cobre, san Lázaro, san Antonio y
otros son representaciones de deidades que no tienen que ver ni con el
personaje histórico ni con el culto cristiano. Desde el punto de vista de la
evangelización, supone todo un desafío para aquellos que, de manera
bienintencionada, pretenden vivir su fe como cristianos pero de manera confusa.
Puesto que debe, por un lado, aclararse de qué se trata pero, por otra parte, incorporar
lo más legítimo de su sensibilidad espiritual y estética para la vivencia de la
fe: por ejemplo, valorar el sentido que tienen de lo sagrado y el mismo tipo de
música, superando elementos que puedan considerarse paganos.
Pero las relaciones del gobierno
con la Iglesia constituyen otro apartado. Si bien el 60% de la población se
considera católica (con los matices señalados anteriormente) y que santos como
Antonio María Claret fue obispo de Santiago de Cuba (1849), donde por vez
primera en el mundo se crean las cajas de ahorro en favor de los pobres, la
relación ha sido tortuosa en el último medio siglo.
Es conveniente destacar que Cuba, Filipinas y Puerto Rico corresponde al
último dominio ultramarino que pierde España, en este caso contra Estados
Unidos (1899). En el caso cubano, la política norteamericana va a ser la de
establecer una república independiente, con gobiernos favorables a los Estados
Unidos (Enmienda de Platt, de 1900). En 1900 se sanciona la Constitución y el
primer presidente toma el gobierno en 1901.
Las primeras 5 décadas del siglo XX fueron de inestabilidad, además de la
penetración de las mafias sicilianas de los Estados Unidos en la isla. Sin
embargo, de manera temprana, en el 1935, se establecieron relaciones entre la
naciente república y el Vaticano (en Venezuela hubo de esperar hasta 1964). La
década del cincuenta estuvo marcada por la cruel dictadura de Fulgencio
Batista, al cual se le oponían todas las fuerzas de amplio espectro: desde los
demócratas hasta los comunistas. Es en este contexto que aparecen las figuras
de Fidel y Raúl Castro, personajes educados en colegios jesuitas de entonces.
Se catapulta la popularidad del hermano mayor, Fidel, tras el intento de toma
del Cuartel Moncada (1953), por el que queda prisionero y luego es amnistiado
(1955).
Desde su exilio en México prepara su retorno. Desembarca en el 1956 y
organiza el teatro de una guerra de guerrillas desde Sierra Maestra. Luego de
una serie de operaciones militares, que culminan con la batalla de santa Clara,
Fidel y sus revolucionarios entran en la Habana el primero de enero de 1959.
Llegado al poder comienzan una serie de juicios sumarios a todo quien
pudiese sospecharse de haber sido colaborador de Batista. En
estos juicios, presididos o dirigidos por Ernesto Che Guevara, acababan con el
fusilamiento del enjuiciado. La Iglesia levantó su voz de protesta, comenzando
una serie de fricciones con el gobierno que, algún año más tarde, se declararía
marxista-leninista (comunista). En tiempo de los juicios en el llamado Malecón,
el Che Guevara justificó la creciente fama de sanguinario con estas palabras
epistolares en respuesta a la carta de un amigo: “En estos tiempos o matas o te
matan”. Buena muestra del clima de paranoia que reinaba en esos momentos en la
isla.
Las tensiones entre la Iglesia y el gobierno cubano fueron creciendo.
Habría que considerar que estamos en los años anteriores al concilio Vaticano
II, y que todavía no había aparecido la Est-politik del papa Pablo VI, hacia
los países del este europeo, todos comunistas. En estos la persecución
religiosa fue abierta, variando según las circunstancias y países. Polonia fue
el país que se mantuvo más firme, dada la inmensa mayoría que identificaba el catolicismo
con la identidad nacional.
La situación para la Iglesia, dentro de la isla, fue complicándose y
reduciéndose sus espacios de influencia. Poco a poco quedó reducida al culto,
sin posibilidades ni siquiera de organizar procesiones.
En Octubre de 1962 se desata la conocida crisis de los misiles: la estrecha
colaboración entre Moscú y La Habana conllevan al intento de establecer una
base de misiles de cabezas nucleares en la isla, en dirección a los Estados
Unidos: a unas 90 millas náuticas (166 Km lineales). Ya la administración
Kennedy había intentado subvertir el orden de la isla a través de la fracasada
invasión de bahía de Cochinos. En esta oportunidad la Inteligencia
norteamericana descubre el movimiento y levanta un cerco alrededor de la isla: la
orden es evitar a toda costa, inclusive con el uso de la fuerza, que los barcos
rusos traspasen esa línea en dirección hacia la costa. Tanto Kennedy como el
premier ruso, Nikita Jkruchev, saben que están al borde de iniciar una guerra
nuclear. De ahí que se inicia el juego de las negociaciones, con el temor de
ser engañados por la parte contraria. La mediación del papa Juan XXIII, quien
ya gozaba de una gran credibilidad, ayuda a que las partes sientan cierta
garantía de lo que la contraparte se está comprometiendo. La superación de este
impasse, sin embargo, no fue recibido de manera entusiasta por los dirigentes
de la isla: armas como las nucleares hubiesen colocado a la isla en una
posición de fuerza bien particular, más por su cercanía ante un enemigo tan
temido como los Estados Unidos. Pero a partir de ese momento Estados Unidos
renunció a operaciones abiertas como las de antaño para tumbar a los Castro.
En los años 60, a la par que Cuba busca impulsar su modelo de producción y
modelo social, va a buscar intervenir y exportar su revolución tanto a África
como a Centro América y otras regiones de Sudamérica. Como muestra aparece la
determinación de abrir frentes en Venezuela y apoyar a la guerrilla ya
existente en el país, para lo cual el presidente Rómulo Betancourt responde de
manera contundente y, según algunos, excediéndose en las atribuciones que le
brinda la Constitución del 61.
Lo cierto es que Cuba siempre vio en esos años con desconfianza a la
Iglesia. No solo por el carácter ateo de la elite gobernante, sino por la
claridad en la Iglesia de la incompatibilidad entre el socialismo marxista y el
cristianismo. Fidel Castro intentó vender la idea que un buen comunista es un
buen cristiano, y que la revolución comunista cubana es la realización del cristianismo.
El mismo Fidel buscó contar con buenas relaciones con teólogos de la
liberación, como Frei Betto de Brasil, pero otros como Juan Luis Segundo veían
con desconfianza este maridaje.
A partir de los ochenta las tensiones entre la Iglesia y el Estado fueron
cediendo un poco. En el mundo se vivía la era Gorbachov y de la Glasnot, por lo
que se estaba a la expectativa de lo que fuera a suceder. Pero lo que
aparentemente era transparencia y apertura terminó con la caída del muro de
Berlín en 1989 y, al año siguiente, del colapso del comunismo. Los subsidios a
la isla desaparecieron, por lo que terminó convulsionando el modelo. El mismo
Fidel admitió en una reunión de economistas en La Habana que él de economía no
sabía nada, por lo que agradecía orientación. Ese proceso lo llevó en el año
1996 a acercarse al Vaticano, como antes lo hiciera Mijael Gorbachov, para
visitar diplomáticamente a Juan Pablo II, quien sin pensarlo dos veces accedió
a visitar la isla, en el año 1998. El veterano Pontífice, quien vivió en carne
propia los rigores del comunismo, se estableció como objetivo, aparentemente,
mejorar el clima de la isla para que pudiese vivir mejor la Fe. Puede que en él
resonaran las palabras de su carta encíclica Redemptoris Missio: la finalidad
de la misión es conseguir establecer la Iglesia en las tierras de misión. El
razonamiento es que, una vez establecida la Iglesia, esta colaborará allí
también en la promoción humana.
De ese viaje se consiguió la libertad para cierto número de presos
políticos, que se decretara el día de Navidad como festivo y que pronunciara
aquellas palabras, pronunciadas por el anciano Pontífice con claras muestras
del Parkinson, que siguen retumbando a través de los años: “Que Cuba se abra al
mundo y que el mundo se abra a Cuba”.
Fueron, sin embargo, diversos los años para América Latina que siguieron a
la histórica visita: la ascensión al poder en Venezuela del teniente coronel
Hugo Chávez Frías llenó el vacío que la Unión Soviética había dejado en cuento
a los subsidios para Cuba. Por otra parte, en América Latina aparecieron
gobiernos de tendencia izquierdista y aliados del de Venezuela, que igualmente
fueron acercándose y apoyando a Cuba. Esto fue determinando la arquitectura de
las relaciones en el continente y menoscabando el papel de la OEA.
En este contexto, tomando en cuenta los atentados del 11 de Septiembre de
2001 y la crisis económica del 2006 (por lo tanto la importante encíclica
social Caritas in veritatis), el Papa Benedicto XVI visita la isla de Cuba. El
gobernante venezolano acudirá a la cita, aunque no se le vea públicamente. De
la visita de Benedicto se consiguió decretar como no laborable el Viernes
santo.
En los últimos años la libertad religiosa ha aumentado en Cuba, si bien
mucha de la disidencia a los Castro la abanderan personas que se dicen
creyentes. Es cierto igualmente que el Partido Comunista Cubano está aceptando
entre sus militantes a personas creyentes. La Iglesia tiene seminarios y
colabora en el campo de la salud. Todavía está limitada su participación en la
Educación.
El papa Francisco arriba la isla en medio del restablecimiento de
relaciones entre Estados Unidos y Cuba, después de 54 años de desacuerdos y
penalizaciones, entra las cuales se destaca el embargo económico, el cual hasta
la fecha no ha sido levantado.
Francisco ha cautivado la atención de miles de católicos y no católicos,
incluyendo jefes de estado y medios de comunicación. Con poco más de dos años
de pontificado, Jorge Mario Bergoglio está revolucionando la iglesia, no sólo
con sus contundentes mensajes, sino también con inesperadas reformas en la
organización eclesiástica, las cuales anteriormente habían sido calificadas por
algunos, como excesivamente conservadores y contrarias al desarrollo social de
la humanidad.
Las criticas al sistema financiero, igual que las denuncias sobre el
descuido del medioambiente contempladas en la Encíclica Laudato Sii, la misma confrontación y denuncia de la pederastia al
interno de la Iglesia y, en el mundo civil, los abusos de poder, el rechazo a
la esclavitud moderna, y la reiteración sobre la acogida de los homosexuales
como parte de la iglesia católica, son alguno de los mensajes del Pontífice.
Jorge Mario Bergoglio, quien entonces figuraba como obispo en su país
natal, Argentina, escribió el ensayo llamado “Diálogos entre Juan Pablo II y
Fidel Castro”, el cual hacía referencia a las conversaciones entre el entonces
Papa y el líder de la revolución cubana. En uno de sus apartados afirma que
Juan Pablo II dio inicio, según sus palabras, “al diálogo entre el cristianismo
y el marxismo”.
En el ensayo, el Sumo Pontífice manifiesta su postura en relación a la
Revolución Cubana: “Uno de los factores de crisis ha sido la ineficacia de la
revolución en su aspecto económico. No debe entenderse esta cuestión como
meramente técnica, sino más bien como consecuencia de la violación de los derechos
humanos a la iniciativa, a la propiedad y a la libertad en el sector de la
economía”, indicó el Papa.
Los expertos se manifiestan optimistas ante la visita del Pontífice a
Cuba, sobre todo después del encuentro que se originó hace pocos meses entre
Francisco y el Presidente Raúl Castro, la cual se cataloga como exitosa tomando
en consideración la afirmación del propio Castro, quien aseguró que "Si el
Papa continúa hablando así, les aseguro que volveré a rezar y regresaré a la
Iglesia".
Se espera que la visita del Papa Francisco
promueva mejoras en la Isla en materia de Derechos Humanos, relaciones
diplomáticas y la reducción de las tensiones y más tolerancia hacia la
oposición.
En el marco de la visita papal se han dado a
conocer diversas acciones positivas efectuadas por el Presidente Raúl Castro,
entre las cuales se destacan la construcción de la primera iglesia católica
desde la llegada de la revolución en 1959, también se señala la liberación de
más de 3500 presos, además de los reiterados diálogos que han mantenido el jefe
de estado y el Cardenal Jaime Ortega.
Los católicos cubanos tienen la expectativa
de que se restaure la educación católica en las escuelas, así como también la
presencia de la iglesia en los medios de comunicación. Así mismo la feligresía
requiere que se aumente el número de sacerdotes en el país, pues sólo cuentan
con 340 clérigos y 650 iglesias para un total de más de once millones de
católicos, que representan, como se dijo antes, un 60% de la población según el
Arzobispado de Cuba.
Pidamos al Señor que bendiga la estadía del santo Padre en esta isla
caribeña.
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