CARTA A LA ASAMBLEA NACIONAL DE MIÉRCOLES DE CENIZA





Pbro. Alfonso Maldonado
      
      Carta abierta, no sé si sea. Algo de grito sí tiene.
    Deterioro creciente y galopante el de venezolanos y extranjeros con corazón tricolor en suelo patrio. Rostros concretos que rebasan números. De los que se han ido y de los que permanecen. De quienes consiguieron puertos con barcos y aeropuertos con aviones y se fueron… De los que los “fueron” en alguna balacera, atraco o similares. De los que tienen cupo en las cárceles y los que están en la sala de espera. De quienes necesitan de alguien que se gane honestamente la vida para vivírsela, succionando años de trabajo, y los que no saben ya cómo hacerlo, porque se les ha agotado el tiempo o  la imaginación, sin saber ni poder no ser honestos.
     Ni sociólogo ni economista ni psicólogo social ni nada parecido. Soy alguien que ve, siente y oye, con arrebatada preocupación de que lo que veo, siento y oigo coincide con lo que dicen aquellos a quienes se les acusa de tergiversar la realidad por una supuesta conspiración de derecha. Con la ansiedad de que los números que maneja a nivel macro la llamada derecha rancia coinciden, muy a mi pesar, con lo que yo percibo a nivel micro. Que las soluciones de quienes deberían usar su poder para solucionar tienen inconsistencias internas que las hacen poco creíbles, por lo menos para quienes no somos del círculo íntimo de los que manejan el poder.
    Cuando se remarca la importancia del tiempo, la importancia del ahora, del no correr la arruga y se sigue viendo que no se hace “NADA”, se toman las declaraciones del economista Luis Vicente León de manera trepidante: “Ya no basta devaluar, subir la gasolina y ajustar los precios”. Y surge la pregunta del “¿Qué hacer?”, sin poder contentarnos con la respuesta de Lenin.
     Ese “¿Qué hacer?” conlleva ciertas coordenadas en el espacio y tiempo: 1) acabamos de hacer un aterrizaje de emergencia del sueño de la riqueza petrolera; 2) de afuera poco nos van a ayudar, más si no nos ayudamos nosotros; 3) y el gobierno no tiene en su agenda una solución a la crisis.
1)      El país hizo piruetas en un solo pie, sobre el barril de petróleo, durante casi 100 años. Así que lo habitual, para nosotros, es haber contado con una gran riqueza a contrapartida de poco trabajo. Es más, tal situación se presentó como teatro bufo: en lo que debimos sacrificarnos para prosperar, no lo hicimos, y en aquello que se tenían recursos suficientes como para que la gente no sufriera, eso no se hizo. Es así la embriaguez de la riqueza fácil.
El aterrizaje es de emergencia, pues no nos habíamos preparado. O más bien, siempre dijimos que algún día nos íbamos a preparar. Quienes defienden la obra de Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina, demuestran el desconocimiento propio de quienes no la han leído. Si bien es cierto que en parte su autor renegó de la rigurosidad del libro (debía conocer más de política y economía), queda el testimonio de Salvador Garmendia en la página 100:
¿Has visto un balancín, el aparato que extrae el petróleo crudo? Tiene la forma de un gran pájaro negro cuya cabeza puntiaguada sube y baja pesadamente, día y noche, sin detenerse un segundo: es el único buitre que no come mierda ¿Qué pasará cuando oigamos el ruido característico del sorbedor al acabarse el líquido? La obertura grotesca ya empieza a escucharse en el lago Maracaibo, donde de la noche a la mañana brotaron pueblos fabulosos con ciematógrafos, supermercados, dancings, hervideros de putas y garitos, donde el dinero no tenía valor. Hace poco hice un recorrido por ahí y sentí una garra en el estómago. El olor a muerto y a chatarra es más fuerte que el del aceite. Los pueblos están semidesiertos, carcomidos, todos ulcerados por la ruina, las calles enlodadas, las tiendas en escombros.

La situación de Estado petrolero no solo nos paralizó, sino que nos hizo ver el mundo de una manera peculiar. Y, por supuesto, interpretarlo sui generis. Marx afirmaba que el socialismo era el estadio siguiente al capitalismo: llegado este a su madurez, entraba en crisis y surgía el socialismo. Tal deducción corresponde al dogma de considerar la historia movida por fuerzas dialécticas que luchan entre sí, de manera ascendente, en nuevas síntesis. Para él, esto ocurriría en el país más capitalista de entonces, que era Inglaterra. Pero no fue así. Ocurrió en un país campesino, que la Rusia de entonces. Las industrias llegaron después.
Pero así como Marx basaba el ascenso a un nuevo estadio de la sociedad en la prosperidad capitalista (conseguido en base a la explotación), así Venezuela lo consideró en base al petróleo, no a la producción nacional de bienes y servicios. Si para Marx el trabajo es esencial para la realización del ser humano, por lo que había que combatir su carácter de alienación, para la Venezuela petrolera este no era relevante, pues la prosperidad provenía de la bonanza petrolera, que había que repartir. Es el estado rentista. Cualquier proyecto medianamente cuerdo podía haber prosperado, con la escogencia de actores adecuados, que fue lo que falló.
Esta forma peculiar de concebir la vida se consideró generalizada. Se suponía que la vida era metafísicamente  así. Pero no. De ahí la manera dialéctica como veía el mundo el modelo venezolano y los venezolanos al mundo. Tan no es así, que hay 30 millones de personas colgando de la brocha ideológica en el paraíso socialista.
Y cuando fracasa el socialismo… lo sustituye el capitalismo. Basta mirar a Rusia, la ex-Unión Soviética. O de manera más maquillada por el aparato del Estado, como en el caso de China. O Cuba, cuando dio el viraje de aceptar cierto emprendimiento privado, coincidiendo  con el momento en que el Estado se deshizo de parte de la burocracia que no podía mantener. Elegante forma de echarlos a la calle.
Lo cierto es que en Venezuela lo que sigue al momento presente es la iniciativa privada. No me refiero a los grandes consorcios, sino a la lucha diaria por sobrevivir. Nada tan privado como la vida. Y puesto que se traslada a los privados tal responsabilidad que le es natural, lo propio es que estos no sean privados-de-libertad-económica. Que tengan facilidad tanto para producir (que es la gran preocupación) como hacer que esto llegue al consumidor final (cadena de comercialización). No importa que esto llegue por iniciativa de cooperativas como CECOCESOLA o empresas especializadas. Por supuesto que, por principio, siento admiración por el cooperativismo, que no se traduce en alergia alguna por el empresariado, cuando en muchos rubros no solo es necesario sino insustituible.
Lo cierto es que estamos haciendo un aterrizaje de emergencia en la realidad… La realidad real. Igual de real para Asia, África, Europa, América y Oceanía. Y los que pilotean no se han dado cuenta del asunto. Juran que el roce craso del suelo con el fuselaje es debido a turbulencias pasajeras…
2)      Décadas de bonanza petrolera y de un Estado cuya prédica era la distribución de la riqueza (le hubiera quedado mejor la distribución de las oportunidades) han hecho que, como sociedad, nos hayamos acostumbrado a vivir con la mirada hacia el cielo de los políticos, esperando siempre a ver qué nos cae.
Pero esa era pasó. Aún si se recuperasen los precios del petróleo conviene que pase. Hasta por consideración con la “Casa común”, que es el planeta tierra.
Sin embargo, el cuello atrofiado sigue esperando soluciones de lo alto: si no es el gobierno, será de afuera. Dios o lotería, también sirven. Siempre  buscando superiores, no iguales. Y puede que alguna ayuda recibamos. Pero ¿se imaginan a la ONU autorizando envío de alimentos a Venezuela? Yo sí. De alimentos, medicinas, ropas. Y me espanto. Porque es un absurdo. Porque no debería ocurrir. Y porque si no se hacen correcciones actitudinales, no podrá pasar como tendría que pasar: como ayuda coyuntural. Sino, la ayuda llegaría y el gobierno seguiría hablando de guerra económica, de la confabulación de la derecha internacional y demás pamplinas. Quiero decir, que no haría nada para salir de esto, sino que se consideraría con el derecho de seguir recibiéndolo. Total, no somos amenaza, somos la esperanza, según predican.
China debe haber escarmentado en lo que se refiere a hacer negocios con Venezuela. Tanto si espera el retorno del efectivo como si piensa contabilizar barriles, ambas cosas están en jaque. En “pico ´e zamuro”, para decirlo en criollo. Después de todo no parece tan absurda, aunque nada simpática, la actitud del Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional, cuando hacen supervisiones sobre el dinero prestado, que no es donado ni regalado.
Así que, con algo de realismo y fisiatría, el cuello puede girar sobre sí mismo para mirar las manos: la respuesta está allí, con las condiciones necesarias. La fe puesta en Dios no excluye contar con el sentido común que avala importancia del trabajo. Como diría el medieval Tomás de Aquino: Dios actúa a través de causas segundas[i]. Por supuesto que hace falta claridad y preparación, cosa inolvidable a mediano y largo plazo.
3)      La agenda del gobierno es otra. La agenda del gobierno es perpetuarse en el poder, a cualquier costo. De ahí el pésimo diagnóstico y selección del “Dream Team” de ministros. La agenda social (¿una agenda sin dinero?) puede enfrentarse con lucidez desde otros esquemas de gobierno y dentro del marco de la Constitución Nacional. Por supuesto que tendrían que redefinir algo que es muy caro para ellos: el legado del comandante (caro es querido). Otros no tendríamos problema en que se renunciara a él, pero ello borraría su propia identidad y propaganda. Se quedarían sin ADN. Así que en sus laboratorios deberían ver qué van a hacer con aquello de “comuna o nada”. Porque la “Nada”, como en La historia sin fin, puede hacer que desaparezca “Fantasía”.

    En esta situación considero que urge, de parte quienes tienen cierto o gran liderazgo, motorizar al país. Dentro de ese liderazgo resalta, obviamente, la Asamblea Nacional. La tentación, por supuesto, es jugar al poder. Es decir, ante la urgencia, señalar el error y considerar la oportunidad para lanzarse sobre la silla vacía. Independientemente de qué tan válido y conveniente pueda ser esto, creo que la situación y el país demandan abnegación y sacrificios que incluyen al ego y la ambición política (en el sentido legítimo).
     Hay que organizar las fuerzas del país y ello incluye los liderazgos de los cuadros medios y bajos. De lo contrario los esfuerzos no van a ser armonizados y pueden acrecentar el caos. Se trata de actuar desde la “sinergia”. Es un asunto que debe ser transversal. Pero este asunto es muy delicado, pues debe quedar claro que no es cuestión de reclutar partidarios. Hay que vencer la desconfianza como para engranar lo mejor posible en proyectos de mutuo interés. Es dialogar con las bases propias y las bases que han apoyado al gobierno, ya que el gobierno no dialoga, sin pretender conquistarlos ideológicamente. Consiste en respetar la autonomía ciudadana, ofreciendo información completa y razones suficientes. Es superar el inmovilismo partiendo de la base, con respeto a la autonomía que tiene cada quien dentro de su ámbito.
     Estamos dejando atrás el Carnaval con sus máscaras. Sigue el Miércoles de Ceniza, con la conciencia lúcida y arrepentida. Los propósitos de enmienda deben tener dirección. Las máscaras se caen y cada quien muestra su verdadero rostro. Es hora de mirarnos a la cara. Es asunto de supervivencia.

 



[i] Se refiere a que Dios, causa primera de todo, normalmente actúa e interviene en la vida e historia de los hombres a través de terceros, que son causas necesarias aunque de segundo orden. Dios actúa a través de nuestro esfuerzo.

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