LA ESTRATEGIA ECONÓMICA DEL GOBIERNO



       Puede parecer irónico o contradictorio hablar de estrategia económica del gobierno, cuando se tiene la sensación de un caos generalizado. Sin embargo algo hay, aunque no sé si esté a la altura del intitulado.

            Por supuesto que existe un grueso que no tiene idea con qué se come esto. Hay militares de carrera que saben de charreteras y nada más. Hay tropa civil y uniformada que se cuadran ante los símbolos de poder, que no siempre coinciden con el poder real. Así que es probable que  pocos sepan lo que están haciendo, en el alto gobierno. Con algunos estos pretenderán hacerse entender y con otros simplemente rehuirán el encuentro. O sea, los dogmáticos, hijos de las consignas, seguirán en su empeño por doblegar fantasmas. Pero otros, aprovechando y previendo este pote de humo, van haciendo su trabajo de carpintería por debajo. En ambos casos existe una coincidencia… ¿práctica? Mantenerse en el poder. La ideología justifica seguir gozando de las mieles de los privilegios cortesanos, que requiere cierto pragmatismo “camuflajeado”.

            Es cierto que el control cubano se basa en el embudo referido a comida, salud y empleo. Pero en la puesta en práctica se corre a contra reloj de que fracase dicha estrategia. El descontento se corta en el aire en las calles, lo que se sabe desde las alturas del poder aunque no se confiese. De ahí la tolerancia heterodoxa hacia otras soluciones siempre que no amenacen el poder. Total, tampoco son muy heterodoxas las componendas con narcotráfico y delincuencia, por citar lo grueso, o todo lo referente a la comercialización de cauchos y baterías, o los pagos que se solicitan por servicios gratuitos o simplemente para agilizar trámites comerciales o civiles. Eso sí es capitalismo salvaje, un laissez faire sin reglas de juego. Aquí la mano invisible del mercado es peluda. O sea, si se ha sido capaz de tragarse un elefante sin eructar, lo demás son pequeñeces. 

            Dicho esto, considero que la carpintería de fondo tiene dos direcciones pragmáticas, para conservar el poder: el demorar las salidas políticas que establece la Constitución, tipo Referendum Revocatorio, mientras se reactiva el abastecimiento y economía que calmen la calle, que sería la segunda dirección.

            Del primero hay poco que decir que no se haya dicho antes. Es más interesante el segundo, que ha pasado por una mega devaluación la cual, en gran parte, ha sincerado hasta ahora algunos precios. Digo “hasta ahora”, porque depende de que el Dicom se mantenga estable, el Dólar paralelo no se dispare y haya un mínimo de inventarios que consigan reponerse. La primera impresión es que menos personas tienen capacidad adquisitiva como para mantenerse a flote. Eso es cierto. Pero también que las ganancias que se tienen corresponden un poco más a lo que se aspiraba o se suponía como justo percibir. Si bien esto beneficia al sector comercio y no a todos por igual, tal cosa mueve lentamente la economía a un ritmo mayor que el de unos meses atrás. A su vez, por razones inclusive de inteligencia financiera, quien tiene alguna entrada mayor debe invertir en mantener en buen estado sus posesiones, lo que mueve algunas áreas del sector servicios, como algunos talleres de reparación de vehículos, aire acondicionado, electrodomésticos, albañilería, plomería o cuestiones afines. Como rebote, quien labora en estas áreas, que cobra sus servicios calculando por encima del pago diario del salario mínimo, lo hace con la mirada puesta en lo que necesita una familia para vivir al día. La subida de las matrículas escolares, la cual tiene como efecto colateral la emigración de estudiantes de ciertas instituciones privadas a otras o de la educación privada a la pública, arrastra una corrección parecida (apuesta delicada, ya que el cálculo de operatividad está en función del número de estudiantes): debería tarde o temprano incidir en los sueldos del personal docente, obrero y administrativo. El gobierno dice que intervendrá en este caso.  Queda la pregunta si, a contracorriente de lo que está haciendo y para mostrar una aparente coherencia con su discurso, lo llega a hacer. Pero el efecto dominó, de mejorar la capacidad de gasto de las familias, es algo latente.


            Tal estrategia pende de un hilo de otro factor, que es la recuperación de los precios del petróleo, nuestra única fuente de divisas. Porque la sinceración e impulso del sector comercio depende no solo de ofrecer servicios, sino de que haya bienes. Además los bienes hay que producirlos. Hasta ahora la solución inmediata para el gobierno, ha sido la importación. Allí entra la impericia en matemáticas de una gruesa parte de los que vociferan desde el gobierno. Es cuando uno considera que, luego de una suma de dos dígitos, ya pierden su capacidad de abstracción. Y es que los números son símbolos de la realidad que hay que interpretar. En esto hacen agua, y creen que la abundancia es inagotable, como el poder. Sea como fuere, necesitan de la recuperación a corto plazo de los precios del petróleo y, si lo piensan un poquito, de la activación del aparato productivo (que igualmente necesita de la importación de insumos). Doblegar al empresariado con fidelidades en forma de sumisión sería prioritario para ellos, dado el fracaso de la mayoría de las empresas estatales llamadas “socialistas”. O sea, para sus intereses, ese escenario es lo mejor dentro de lo peor. Es decir, no hay que preguntarse ni por la convicción ni el convencimiento, sino por el resultado: todo una caja de Skinner.


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