EN EL INTERIOR DEL LABERINTO
“En el laberinto, uno no se pierde, se
encuentra
En
el laberinto, uno no encuentra al Minotauro,
se encuentra a sí mismo”.
(Hermann Kern)
Creo que esto retrata el momento actual del acontecer
venezolano: un laberinto donde, por definición, hay una salida, pero que no se
encuentra.
El gobierno tapa todas las soluciones democráticas a la
situación, con el costo de mostrarse tal cual es y hacer ver qué tan decidido
está para mantenerse en el poder, sin escrúpulos de ningún tipo. Como puede ser
el ir desconociendo poco a poco, no sé si hasta la extinción, a la Asamblea
Nacional, apoyado ya no en el respaldo popular sino en las escaramuzas
jurídicas (e írritas) de 4 magistrados de la sala constitucional. Actuación que
compromete y salpica a todo el Tribunal Supremo (¿están todos los magistrados
dispuestos a llegar tan lejos? ¿a qué precio? ¿y a cambio de qué?). Pretender tal
genuflexión del país también afecta al Poder Moral, por lo que se hace impostergable
la pregunta: ¿está dispuesto sus representantes a doblegarse a dichos 4
magistrados o preferirían, dentro de un hipotético escenario de complicidad, o
prefieren obligar a negociar cuotas de participación en el poder?
Porque todas estas maniobras con barniz revolucionario ¿nacen
del empeño romántico de unos muchachotes que no supieron dejar atrás aquellos
fabulosos años sesenta? ¿o tienen otros intereses? Es de presumir que tienen
otros intereses, que son los de dominación. No en balde son militares o
exmilitares, formados para la guerra ¿Cuándo se pasó de la ensoñación al más
duro pragmatismo? No lo sé. Lo que parece es que el poder como dominación y no
como servicio tiene que ver con tórpidos negocios difícilmente explicables
desde la literatura socialista enterradora de los mercados. Como mínimo (y sin
investigar), en las jugosas y excesivas ganancias lucradas con importaciones a
tasa preferencial, y que no tienen que ver con la empresa privada. O con lo que
se queda pegado en las manos de quienes dirigen el negocio petrolero o, pudiera
ser, el arco minero. Pero no es posible dejar de considerar todo lo referente
al narcotráfico, que goza de un corredor “humanitario” en nuestro país y, por
lo tanto, con las alianzas para nada ejemplares en los que entra la
narcoguerrilla colombiana. Así que cuando se puede estar fuera de la ley, estar
un poco más o un poco menos no es tan trascendente. Como sí es bien trascendente
la pérdida total del poder.
Pero pretendiendo taponar todas las salidas democráticas,
como el mismo Referéndum Revocatorio ¿el gobierno sólo pretende acabar con los
partidos de oposición? Creo que tal visión sería ingenua y miope. El gran
desafío de los que gobiernan no es la oposición, sino la resistencia,
frustración y obstinación de la población. Esos son los factores que alimentan
el combustible de la oposición, pero de la cual pueden nacer nuevos focos de
resistencia. Así que es importante diezmar a la población a través de la
resignación, desorganizarla, reducirla a cubrir sus necesidades básicas,
quebrarla tanto psicológica, psiquiátrica y anímicamente y hacer que se adapten
y dependan de las migajas que caigan de la mesa de los poderosos, que en esta
Venezuela tiene que ver con los personeros del gobierno. Usar metódicamente la
represión y la recompensa a los sumisos es la estrategia psicológica… si la
disciplina se impone, los precios del petróleo se recuperan y si hay algo
sustancioso que ofrecerles a quienes hacen el trabajo sucio en la calle.
Tal escenario, nada alentador si se toma en cuenta todas las
trabas que hay y que puede haber para los que apuestan por salidas
democráticas, se enfrenta con una problemática interna al gobierno, si son
exitosos: los que gobiernan no son un grupo monolítico. Quizás nunca lo fue.
Inclusive si se considerase que el guion viniese dictado desde la isla caribeña
de Cuba. Chávez acumuló un poder incomparable, no medible en términos
económicos o militares, por lo que él sirvió de haz para agrupar cantidad de
intereses alrededor suyo. Y lo supo hacer haciendo crecer su imagen y discurso
mediático. Por eso Chávez se hizo imprescindible para los suyos (no sé si
siempre fue así). Si fuese cierto que el comandante no se enriqueció, se
añadiría que al menos él no lo necesitaba: tenía a Venezuela y con ella y sus
petrodólares hacía lo que quería ¿para qué tener cuentas personales en bancos
extranjeros? Solo en el caso de ser derrocado, escenario que se diluyó luego
del 2002. Pero los demás, para figurar políticamente y enriquecerse,
necesitaban ser ungidos por lo que ellos llaman “el comandante eterno”. Todos
estaban apiñados a su alrededor, porque él era la garantía de acceso y
permanencia al poder. Él era la carta de presentación ante la población.
Sin Chávez no hay carta de presentación, por mucho que lo “menten”
(que lo nombren). Su drama es que el apoyo popular contante y sonante se diluye
más rápido que la desvaloración de la moneda. Su fuerza depende más del sector
castrense y los malandros. Y si entre ellos permanecen unidos, lo hacen por
razones estratégicas: enfrentar a la MUD, su enemigo común. Sin la MUD, quién
sabe qué tan dispuestos están para soportarse unos a otros. Quizás veríamos
aparecer las silvantes hojas de los sables, las componendas y maquinaciones,
las descalificaciones e intrigas. El irrespeto a la norma funciona en el actual
escenario, pero el ser humano no puede llevar una vida próspera a largo plazo
si no se compromete a cumplir, como cuerpo social, una serie de normas con
igual obligatoriedad para todos sus miembros. Lo que a su vez lleva a
considerar las razones para su acatamiento: debe ser el compromiso moral alrededor
de ciertos valores compartidos. Es decir, el caos no subsiste a largo plazo. El
caos puede degenerar en mayor caos. El caos no es creativo: es creativo el
espíritu que se resiste al caos y propone e impulsa alternativas. El caos exige
consumos cada vez mayores de recursos y energías, para poder mantener
mínimamente el control. Esa es su tragedia.
Así que la ausencia de salidas no son ninguna buena noticia
para los que están sentados en el volcán de la anarquía. Se tardará más o se
tardará menos, pero la “guachafita” se les terminará. Porque en los laberintos no
existe el minotauro y estos tienen salida. Puede que los individuos perezcan
porfiando en la salida, pero no los pueblos. La hebra de Ariadna es la
intuición del sentido, que confiere la esperanza.
Así que, considerando que estamos en el laberinto, con gran
incertidumbre en relación con el acatamiento a las salidas constitucionales,
nada más sabio que prepararse para la resistencia. Una resistencia tenaz y
esperanzada, que mida sus fuerzas y energías, que no se canse y sepa
manifestarse. Una resistencia que esté fundada y anclada en la relación con
Jesús, lo más real de la realidad. No es terquedad sino experiencia espiritual,
que halla su fuente en el encuentro con el Señor resucitado y su Palabra. Que no
confía en las propias fuerzas para resistir, sino en las fuerzas del
Resucitado. Que no es obstinación sino abandono en Aquel que nos da sus
fuerzas. Que se aprovecha de todo lo adverso para ser purificados y dejarnos
transformar en su Amor. La auténtica resistencia siempre va a ser espiritual,
posible para quienes hacen experiencia de Cristo como sus seguidores: esa es la
hebra de Ariadna.
Puede que algunos no valoren adecuadamente estas palabras.
Que las consideren como ingenuas, románticas o resignadas. Pero la auténtica
resistencia va a ser siempre espiritual. Si el actual gobierno consigue romper
la cerviz política a la oposición, su objetivo siguiente será la Iglesia. Porque
solo así pretenderá conseguir totalmente su propósito: dominar.



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