GOD SAVES AMERICA… AND THE WORLD
Sobre Política, políticos e Iglesia,
a propósito de las elecciones norteamericanas
Con un final propio de un largo
metraje, al estilo Hollywood, quien es magnate de la construcción y amigo de
las cámaras, Donald Trump, impuso su candidatura en el Colegio electoral
americano sobre la de Hillary Clinton. El minuto yugoslavo, que Podemos en
España llama a las rápidas maniobras de última hora (o semana), logró remontar
la diferencia con Hillary y reafirmar que es la persona humana quien tiene la
última palabra, y no las encuestadoras. No solo la candidata del establishment
quedó desplazada, sino que, de manera sorpresiva, la favorita maquinaria del
partido Demócrata, apoyado en lo presidenciable hasta por renombradas figuras
del Republicano, parece haber terminado en la cuneta de algún polvoriento
camino de los Estados Unidos. Un partido Republicano, que parecía estar
destinado para militar desde la ultratumba, emerge despulgado de viejas y
críticas figuras para ocupar la mayoría en el Congreso y gobernaciones. El
llamado legado de Obama, en cuestiones como el aborto o el apoyo al lobby gay o
los baños transgénero, o el Obamacare, está amenazado a convertirse en recuerdo
espectral. Por no referirnos al cambio climático o al descongelamiento de las
relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. En unas elecciones que no se sabe
si fue una apuesta por valores tradicionales o por la libre empresa, cuando en
California, Massachusetts y Nevada se legaliza el cannabis con fines recreativos, en Florida, North Dakota, Arkansas y Montana lo hacen con fines
terapéuticos y en Nebraska se retoma la pena de muerte.
Pero esto son simples
observaciones iniciales. Lo que se tiene por seguro es la incertidumbre. No hay
manera de saber qué tan bueno o tan malo pueda ser. Hasta qué punto va a apoyar
valores tradicionales o intereses de empresa (¿su empresa?). Cuánto ha habido
de fanfarronerías y bravuconadas y cuánto de propósitos reales que se esforzará
por cumplir. Para el billonario de la construcción, acostumbrado a las cámaras,
certámenes de belleza y shows televisivos, no se sabe cuántas de sus
declaraciones han sido hechas para aumentar el rating del prime time. Ni como
maniobrará, una vez que ya esté investido como presidente, en temas cruciales,
como la ecología, los acuerdos internacionales, la migración, el muro,
narcotráfico, etc. De momento hay un llamado a la unidad, integración y paz de
parte de Obama, Hillary y Donald Trump. A conversar los tratados
internacionales anteponiendo los intereses de los Estados Unidos, ha dicho el
recién electo.

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Berta Cáceres, ambientalista hondureña asesinada este año, con el Papa Francisco |
Eso que resulta curioso es que, en
esta encrucijada mundial, donde las bases no se sienten representadas por sus
políticos y los políticos han perdido la conexión con las bases, que prácticamente
la excepción a la regla sea el papa Francisco, un líder que no es político, en
el sentido convencional, y que no llegó al poder por elecciones democráticas
sino colegiales (el Colegio Cardenalicio). Y el que sea un líder religioso que
opina, de manera bien caracterizada, no solo por temas ceñidos a lo religioso, sino
que también trata con todos aquellos temas que atañen, de una u otra forma, al
ser humano y a la presencia de la Iglesia en el mundo, generando interacción
con un Pepe Mujica, Evo Morales, Rafael Correa, Bernie Sanders, Obama, sin
obviar que Berta Cáceres, la ambientalista hondureña asesinada este año, que
estuvo en el encuentro de Movimientos populares en Bolivia con el Papa, astros
del deporte o estrellas del cine. Nada es extraño para la Iglesia: ecología,
pueblos originarios, migración, guerras, trata de personas, esclavitudes
modernas, pobreza, movimientos populares, la juventud, los descartados, los
ancianos, los desempleados, refugiados, enfermedades raras… Con Francisco se
abordan estos temas desde un ángulo ético y humano, que son temas de la gran
Política. Pero no desde el partidismo político y la ideología: no se pretende
acaparar un tema para ganar adeptos o imponer como solución lo que es una
parcial visión y opción política. De tal manera que, en este tiempo en que los
políticos deben dejar de pensar en lo políticamente correcto, el Papa se
trasforma en figura de referencia. La misma manera como habla, pero también
cómo se acerca a la gente. De cómo escucha y ofrece espacio para el encuentro, incluso
para quienes tienen otras creencias, para tratar las diferencias con sinceridad
y respeto. Con criterios tales como “el tiempo es superior al espacio”, “la
unidad prevalece sobre al conflicto”, “la realidad prevalece sobre la idea” o “el
todo es superior a la parte”. No es complicado responder la pregunta de qué es
lo él entiende cuando dice que el auténtico poder es para servir. Los políticos
deben reinventarse, pues siempre van a hacer falta y es importante que ellos
tampoco sean “descartables”.
Pero en este cambio epocal, en el
que tantas certezas están siendo puestas en duda y no se sabe cuáles
sobrevivirán, hay un elemento descuidado por los políticos, espero que no a
propósito: la educación. No el adoctrinamiento ni el aprendizaje de habilidades
necesarias para la industria (cosa encomiable), sino el saber pensar, el
adquirir la capacidad de tener un pensamiento crítico. Puede que el descuido se
deba a que es más fácil conducir a una masa ingenua e ignorante que a personas
críticas. Pues su criticismo no lo van a ejercitar con el adversario o
contrincante, aunque también, sino con los propios y los propios que dirigen.
Puede ser la cauta pregunta por los motivos o fundamentos por los que se me
propone algo. Obama lo señaló luego de la crisis financiera del 2008: se
necesita educar a la gente para que sepa dónde colocar sus inversiones y
entender cómo van a producir dividendos, para que no se repitiese ese desastre.
Lo decía, ya que muchas personas confiaron ciegamente en el sistema y perdieron
el dinero ahorrado en toda una vida, además de sus bienes inmuebles. No sé si
al final llevó a cabo esta reforma educativa. Lo cierto es que los políticos
deberían trabajar para que sus seguidores y los pueblos sean más instruidos y
no hagan actos de fe en ellos, que al final debilita los liderazgos.
En medio de esta coyuntura la
Iglesia, al menos desde América Latina, tiene un aporte invalorable que dar. No
sé lo que puedan estar haciendo otras agrupaciones u organizaciones religiosas.
Pero la Iglesia católica debe esforzarse para que la credibilidad de sus
ministros se base, además de la autenticidad y búsqueda de la santidad, en que
la gente pueda ir entendiendo en qué se basa la fe predicada por los ministros.
O sea, pasar de una fe solo profesada a una fe también razonada, que es el
humilde servicio que pretende ofrecer la teología. Se pasa del acto de fe
referido a las personas que son mediadores (es cierto porque me lo dice un
ministro) a el acto de fe teologal, dirigido a Dios Trinidad a través de la
Iglesia, contenido en la Revelación (que es independiente y superior a los
ministros, quienes se deben a ella).
Por supuesto que el enseñar a
pensar, inclusive la fe, implica un nivel mayor de exigencia. No se puede
dirigir una parroquia o preparar un sermón de la misma manera. Sé que el fiel
puede preguntarse, por ejemplo, de dónde mi pastor está sacando tal concepto,
que quizás no sea de creencia obligatoria para todos. No se podrá responder a las
preguntas que le hagan con un “esto es así y punto”, sino que diré “esto es así
por esta razón”, que será referida a la Biblia, la Tradición, el Magisterio o
el Derecho Canónico. No se dirigirá a los fieles como quien está en un nivel
superior, sagrado, ni los fieles se dirigirán a su ministro como si ya fuese “asunto”
al cielo. La relación intraeclesial se daría desde la variedad de funciones y
carismas, incluido la responsabilidad de ser pastor de una comunidad, pero
donde los demás son, por lo menos, esenciales y complementarios. Este sería el
humus del liderazgo cristiano, inclusive del ministerial, que puede transformarse
en escuela de liderazgo para la sociedad.
Porque en este momento eclesial
donde hay tanta innovación y creatividad, el órgano de toma de decisiones
termina siendo la comunidad unida a su Pastor. Si bien el Pastor tiene la
última palabra (porque la responsabilidad es indelegable, ante Dios y el obispo),
el proceso de reflexión y discusión es comunitario, y las posiciones y
decisiones deben contar con la debida fundamentación. Es el ejercicio de la
Comunión y Participación del documento de Puebla, que en los documentos del
Concilio Plenario aparece como los ejes de la Comunión y la Solidaridad.
En Francia se habla de sistema de
gobierno participativo como alternativo a las democracias representativas: no
niega las elecciones, sino que exige un ejercicio de la democracia y la
ciudadanía más activo. En Venezuela la han llamado “Democracia participativa y
protagónica”, aunque tal ideal ha servido de pantalla para ocultar proyectos
sórdidos, sordos y autocráticos. Pero la recomposición de la política ejercida por
políticos pasa por allí. Si no las apuestas por experimentos anti-sistema pueden
resultar de costos elevadísimos en Occidente. La libertad de pensamiento y
opinión es para pensar y opinar, lo que equivale reflexionar. No basta hacer
campañas electorales con marketing psicodélicos, donde entra cualquier idea que
dé réditos políticos. No todo es válido. No por prohibiciones o tabúes, sino
porque en una sociedad sin jerarquía, como la civil, la libertad está en
función de la búsqueda de la verdad. Verdad que es descubierta y verificada,
pues la naturaleza humana, independientemente de las diversas formulaciones que
se le den, ella existe de manera concreta. Puede que no acordemos de qué se
trata, pero lo que no puede hacerse es negarla.
Gana Trump en los Estados Unidos.
Las palabras de los protagonistas de la campaña ayudan a la calma. Sigue, sin
embargo, la incertidumbre. Puede que todas las agendas del LGTBI, aborto y
eutanasia al menos se pospongan. Ojalá que, de posponerse, puedan reflexionarse
con serenidad. Porque no todo es válido. No es lo mismo que una pareja gay
aspire a un marco legal que le permita reconocimiento jurídico por la sociedad
(con consecuencias tan prácticas como para inferir la comunidad de bienes), a hacer
una reingeniería social del matrimonio y la familia que utilice a los niños
como conejillos de indias. No es lo mismo la persecución homofóbica (o
heterofóbica) a que se repase el aporte de las ciencias humanas, en un ambiente
de libertad, en cuanto al tema de la sexualidad humana. Si este llega a ser un
periodo de distensión, tiene que serlo de alguna manera con el respeto y la
inclusión de las minorías, dentro de la importancia que pueda tener una
economía sustentable y el cuidado de la “casa común”, como Francisco llama a la
madre tierra, entre otras cosas.
In God we trust
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