LA NOMENCLATURA REVOLUCIONARIA: CUANDO "RECUPERACIÓN" ADQUIERE OTROS SIGNIFICADOS
No sé si la realidad se acelera o estamos viviendo tiempos de
actividades de descarte, según la expresión del papa Francisco. Es decir, lo
que se decía hace una semana, ya permanece rezagado al olvido. Pese a que más
que recoger acontecimientos con lo que se intenta escribir, se recoge la
obstinación por comprender racionalmente lo que nos está pasando como país.
Así que durante la primera quincena del 2017 (¡feliz año a
los lectores!), advino un nuevo tren en el Ejecutivo, una nueva directiva de la
Asamblea Nacional, se reunió la asamblea plenaria ordinaria de la Conferencia
Episcopal Venezolana, aconteció la visita de la Divina Pastora a la ciudad de
Barquisimeto, ocurrió el desconocimiento de la Asamblea por parte de los otros
poderes, sigue hablando el gobierno de su compromiso con el diálogo y el
Presidente ofreció su memoria y cuenta ante el Tribunal Supremo de Justicia,
pese a tratarse de un invento constituyente para quien no tiene tales poderes.
Entresacar el hilo conductor a todo esto, requiere de un enhebrador
profesional.
Si bien soy de los que, si estoy manejando, oigo las
intervenciones del presidente, no consigo las fuerzas espirituales para hacerlo
en la tranquilidad de mi comunidad. Intento escucharlo, para que no se diga que
alguien dijo, que fue el otro, y no tal, de donde se dice, que es lo que yo
entendí, pero que no es así, sino lo contrario, porque hay una campaña de
desprestigio y desinformación tanto del Imperio como de la oposición y mafias
afines. Pero si las fuerzas me fallan para tal colosal empresa, en parte se
debe a que, con el tiempo, uno le va adivinando el guion. Y cuando se repasa
portales que se pliegan al Gobierno, por miedo o conveniencia, uno no sabe si
lo que dijo el presidente son los propósitos de año nuevo, la desmemoria y
cuenta, repaso de los intentos fallidos o un “marcar la tarjeta” y ya. Hasta si
existe la conciencia de la distinción de forma entre cuando se hace una cosa,
como un reality show, y cuando se está haciendo otra, como la memoria y cuenta.
Por lo que me quedo con la Nomenklatura y la nomenclatura. “Nomenklatura”
es el término que se acuñaba en la extinta Unión Soviética para hablar de la
élite (el grupúsculo o rosca que gobernaba en nombre del Comunismo y los
trabajadores, en la dictadura del proletariado, con privilegios cuyo aroma ni
siquiera percibían los más agudos olfatos desde las fábricas). Y “nomenclatura”,
es español, se refiere a “lista de nombres o cosas”, pero también al lenguaje
propio de una disciplina científica. De hecho, quiero enfocarme en la
nomenclatura de la Nomenklatura.
Pues estaba escuchando el programa de José Vicente Rangel, uno
de los tutores del primer Chávez, que entrevistaba a Al Aissami, vicepresidente,
y de quien no sabía si sabía lo que decía, o sabía que no sabía, o sabía no
decir lo que sabía, o a punta de decir cosas por método psicoanalítico (la
asociación libre), quería hacer convencer lo que no parece muy convincente para
él mismo. Porque, en contrario al presidente Chávez, el vicepresidente no puede
tener capacidad de comunicación si confunde hablar con un aluvión de palabras
encontradas de manera tan fortuita y atropellada como la gente que acude a los
centros comerciales norteamericanos para un “black Friday”. Donde lo más seguro
es que, entiendas o no entiendas, lo importante es entender quien tiene el
garrote, o sea, que esto va siendo un Estado policial. Que hay que fijarse no
en lo que se dice, sino si quien lo dice es el mismo que controla el poder. Solo
así cualquier disparate tiene coherencia y lógica. Todo lo demás, sobra.
Chávez comunicaba ideas, que podían ser contradictorias con
lo que había dicho hacía tres años o lo que hubiese dicho luego de cinco, pero
siempre lo hacía, si quería transmitir una idea, con absoluta serenidad y
claridad, recostándose en cada sílaba pronunciada. O sea, se aseguraba, cuando
quería y no estaba haciendo una arenga o tenía propósitos más emocionales, que
se comprendiese lo que quería decir, aunque fuese una justificación o coartada
de difícil de sustentación. Claro que tuvo sus “pelones”, como cuando dijo que
el planeta marte lo acabó el capitalismo. Pero, regresando a Al Aissami, este
volvía con descalificativos y giros donde lo único seguro según decía, sin que
pareciese muy convencido, es en las bondades de la Revolución que todos debían
aceptar, de una u otra forma, y en la necesidad de una Oposición manumisa al
Gobierno, porque todo lo demás es confabulación y golpe. Me pregunto cómo
habrán sido los exámenes orales en la universidad. Así que con el “demócrata”
Al Aissami convive dentro de la misma persona con otra que amenaza contra cualquier
intento por cambiar las cosas. Y esto aunque sus métodos no calcen con el
reconocimiento, por ejemplo, de la independencia de poderes que señala la Constitución.
Todo un desdoble que desconcertaría al más veterano psiquiatra, si no fuese
porque todos saben que es una puesta en escena para detentar el poder al estilo
Mao: con el monopolio de las armas, que es lo que al final cuenta.
Pero por si el esfuerzo de comprensión no fuese ya titánico,
uno se pregunta cómo digieren el neolenguaje económico de un Alfredo Serrano,
donde las palabras usuales en política y economía tienen otros significados. Donde
las cosas hay que leerlas a doble nivel, el convencional y el adoptado. Democracia,
sociedad, partidos, poderes, economía, empresarios, libertad, libertad
económica, justicia, comercio… Supongo, igual que antes, por supuesto, que
estas preguntas son pequeñeces. Porque muchos no entenderán y otros no se preocuparán
por entender. Quizás para el español también lo que importa es quién controla
el poder. También la economía está en función no de explicar cómo se efectúa en
una sociedad la satisfacción de sus necesidades, o transformaciones debe el
Estado propiciar, sin necesariamente intervenir, para mejorar desempeño
económico de la sociedad. Aquí también el objetivo está en controlar la
sociedad, con el monopolio de los medios de producción, no en democratizarla y,
mucho menos, no solo por irreal utopía sino por la rampla intencionalidad de
asaltar y tener el poder para sí, y no de conseguir una sociedad de iguales.
Más lo que me dejó perplejo, como muestra del neolenguaje,
fueron las palabras del narrador de la cadena, mientras entraba el presidente a
la sede del Tribunal Supremo: el record de tiempo en una intervención de “memoria
y cuenta” lo obtuvo el presidente Chávez, de ocho horas y algo, cuando estaba
en “recuperación” de su enfermedad… ¿En “recuperación”? ¿Cuál “recuperación”? Entiendo
que se maneje con delicadeza y que la selección de las palabras pueda mostrar
algo de cómo funciona la liturgia revolucionaria. Pero lo cierto es que ese
término resulta inapropiado por inexistente: el Presidente no se recuperó. Lo lamentable
fue que la enfermedad acabó con él. Puede ser que lo dieran de alta en ese
momento, pero no a estas alturas barnizar la realidad de una forma tan… irreal.
El poder busca dominar. Y una de las maneras es infiltrando
el lenguaje con el que observamos y pensamos sobre la realidad. La manera como
la interpretamos. Pero un lenguaje siempre es explicativo, aunque venda solo
una versión de la realidad. Cuando contradice lo que se ve, lejos de explicar simplemente
provoca un corto circuito que descalifica al emisor del mensaje. Pero queda la
duda de cuánto es manipulación por alteración del lenguaje, y cuánto hay un
enajenamiento que no permite encontrarse con la realidad. Esto último sería
irónico: Marx buscaba superar cualquier enajenación, independientemente si el
barbudo de Prusia lo consiguió o no.
Lo cierto, a falta de otros elementos para una justa
comprensión de lo que se quiso afirmar con “recuperación”, es que habrá que
temer los análisis y diagnósticos del gobierno: puesto que “la economía se
viene recuperando” puede incluir desenlaces fatales y pronósticos sombríos.
Y en este maquillaje de la realidad se puede pasar a afirmar
que “la gente disfruta de hacer colas”. O que los periódicos dejan de circular
no por falta de papel, sino porque el negocio está en la prensa digital. O acusar
de acaparamiento, donde había inventarios. O inventar decomisos cuando lo que
se dieron fue robos con “institucionalidad”. Es mas, se pudiera añadir, en este
estilo creativo, que los buscadores de comida en la basura son recicladores. Las
ocupaciones de vendedores en los semáforos es una opción por el trabajo al aire
libre. El rostro famélico de jovencitas deambulantes en nuestras calles es un
grito de protesta al estereotipo de la belleza consumista, otro logro de la
Revolución en el país de las mujeres más bellas del mundo.
Ese ocultamiento de la realidad tras las palabras tiene muy
poco de revolucionario. El viejo Marx se expresó de manera frontal y muy
distinta. El mismo Lenin decía que un revolucionario no debía temer enfrentarse
con la realidad. Por lo que la usurpación es más que evidente. Si hacemos la
corrección de lo que signifique “recuperación” en el caso de la economía,
corremos el riesgo de tener que corregir hasta términos como “democracia” y “presidente”,
con variaciones de significados variopintos, alejados de su punto de partida,
pero no menos esclarecedores para nuestro amado y sufrido país.
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