VENEZUELA ENTRE LA FRUSTRACIÓN Y LA ESPERANZA
Había salido de casa con suficiente tiempo de antelación. A
las 6 pm un grupo de la Vicaría de Derechos Humanos de la Arquidiócesis de
Barquisimeto había quedado en acercarse a la urbanización Sucre para conocer de
cerca los hechos, ver qué se podía hacer y solidarizarse con el dolor de las
personas. Hace unas semanas, el miércoles 26 de abril, hubo un procedimiento
brutal contra unos
edificios y un grupo de jóvenes que manifestaban estuvo a punto de lanzarse
al vacío desde el último piso antes de entregarse al SEBIN (Servicios
Bolivarianos de Inteligencia) y GNB (Guardia Nacional Bolivariana). Y en el día
anterior habían vuelto a ser embestidos por represión nocturna inmisericorde,
con historias de vejaciones y allanamientos ilegales, según parece. Por lo que
salir a las 2 de la tarde, este 30 de mayo de 2017, en esta calurosa ciudad del
centroccidente de Venezuela, parecía suficiente como para acudir antes al
odontólogo.
Para evitar contratiempos y percances decidí llenar el tanque
de mi carro (coche) de gasolina: unos 24 litros por Bs. 150 en total, unos 0,03
euros según el cambio del mercado paralelo. Tiempo suficiente como para revisar
mi celular (móvil) y leer, en el grupo whatsapp de la emisora de radio donde
tengo mi programa los domingos, que los abogados del Foro Penal, Pedro Troconis
y Abraham Cantillo, están convocando una rueda de prensa.
El Foro Penal es una ONG muy conocida, cuyo fundador, el
abogado Alfredo Romero, hacia
el 2003 presentó un análisis muy serio sobre los fallecimientos ocurridos
durante las manifestaciones en contra del presidente Chávez del 11 de abril del año
anterior, que dejaron en entredicho la versión oficial que inculpaba a personas
y policías inocentes (esta represión fue el motivo por el que se dio una
insubordinación de algunos generales y que
el alto mando militar, liderado el ministro de la defensa, Gral. Lucas Rincón,
comunicó al país que “ante tales hechos, se le solicitó al señor Presidente de
la República la renuncia de su cargo, la cual aceptó”, lo que creó un vacío de
poder que fue llenado por un empresario, Carmona Estanga, con una irregularidad
tal que supuso, de hecho, un golpe de estado).
El mismo Foro Penal volvió a adquirir gran notoriedad
defendiendo a manifestantes detenidos durante las revueltas del 2013 y 2014, y
que en este día (30 de mayo) destaca que, luego de 60 días, en Venezuela ha
habido 69 muertos, 3000 heridos y 2799 arrestos ( 30/05/2017).
Entonces miré mi reloj, vi que tenía tiempo suficiente para acercarme y me
dispuse a ir hacia el bufete.
Cuando llegué a la dirección en el centro de la ciudad, donde
conviven edificaciones de las de antes con edificios modernos y han sido
incrustadas construcciones nuevas de la Gran Misión Vivienda Venezuela, subí
las escaleras del pequeño Centro Comercial llamado Colonial, una edificación de
2 plantas con algunos locales resistentes a la hecatombe que pasa Venezuela,
situados a ras de calle. Dos periodistas ya habían comenzado sus anotaciones y,
como pude, comencé a grabar las palabras del Dr. Troconis, quien preside el
capítulo Lara (es el nombre del estado, que provincias no existen en este país).
Denunciaba la manera cómo el CICPC (Cuerpo de Investigaciones Científicas,
Penales y Criminalistas) estaba conduciendo los allanamientos, por lo visto sin
órdenes judiciales, a la urbanización Valle Hondo, de la ciudad dormitorio de
Cabudare, al sureste de Barquisimeto; una orden por la que se requería a un
menor de edad, y no a su madre; preguntas capciosas, interrogatorios extenuantes,
al menos alguna vivienda destroza en la requisa… El día sábado había aparecido
muerto un exteniente de la Guardia Nacional Bolivariana (o que estaba por
retirarse, dicen otras fuentes periodísticas), de nombre Danny Subero. Al día
siguiente el presidente dio la orden de buscar a sus asesinos “hasta debajo de
las piedras”. Y el lunes comenzaron los brutales procedimientos. Si por un lado
rechazan y denuncian los procedimientos, también reclaman el trato
discriminatorio ante la muerte de manifestantes, por las que no hay tal
celeridad.
Agradecí la amabilidad de su atención, tanto en la rueda de
prensa como en las pacientes explicaciones que el abogado Pedro Troconis tuvo a
bien ofrecerme personalmente.
En realidad, luego de 60 días de protestas generalizadas en
el país, la represión ha ido en aumento. Hay un audio que fue denunciado por
diversos grupos de derechos humanos, a los que se sumó la Arquidiócesis en la
persona de Mons. Antonio José López Castillo. Este fue difundido por las redes
y el Nuevo
Herald de Miami. Parecen ser las voces de un grupo de generales, entre
ellos el General de División José Rafael Torrealba Pérez, Comandante de la Zona
Operacional de Defensa Integral de Lara (ZODI-Lara), donde discuten y coordinan
el uso de francotiradores como medida para reprimir y disolver las marchas opositoras,
provocando el terror: “Váyanse preparando con esos efectivos militares que
pudieran hacer las veces de francotiradores comenzando por eso, pues con eso,
con examen psicotécnico y psicológico”, “va
a llegar el momento, el momento donde vamos a tener que emplearlos [a los
francotiradores] y quiero que estemos preparados, porque el Presidente no se va
a quedar nada más en una fase verde [de preparación] señores”; “Ya él firmó una
banda de operaciones y [tal como] yo dije aquí con el comandante Reyes […]
pudiéramos estar al comienzo de una guerra subversiva urbana”. Aunque la lógica
es que, cuando comiencen a aparecer muertos, la gente por miedo se va a
regresar a sus casas, algunos de los castrenses manifestaron objeciones. Pero
en el aire está la orden de ejecución del “Plan
Estratégico Especial Cívico-Militar Zamora”: “para poner el énfasis en la
liberación territorial de nuestra Patria, de las lacras del paramilitarismo que
nos viene de Colombia, y del paramilitarismo que nos viene de la ultraderecha”
(Nicolás Maduro). Se estaría desarrollando (o por desarrollar en lo inmediato)
la fase II, la fase verde, que implica una alarma mayor.
Esto y el uso de grupos de civiles con armas para aterrorizar
la población (paramilitares que se les da el nombre de “colectivos” o “colectivos
armados” que aparecen protegidos o flanqueados por Guardias Nacionales), son de
por sí alarmantes. Pero en las últimas semanas pareciera más despiadada la
represión, inclusive en cantidad de heridos (que son tratados en casas, para
evitar ser detenidos en centros de salud). Funpaz, que es otra ONG de
defensa de los derechos humanos, ha denunciado ante la Fiscalía del Ministerio
Público la aparente fabricación de cartuchos con perdigones de plástico, para
controlar y disolver manifestaciones, con una metra
o canica de cristal en el centro. Fabricado por Cavim
(Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares), que es la industria de
armamento del ejército venezolano.
Esta brutal represión ha ocasionado 69 muertes
injustificadas. Una de ellas se trató de Manuel
Sosa, personaje muy querido en Valle Hondo, uno de los centros más
incandescentes de la región. Quedó su imagen de tiempo atrás dándole la mano a
un Guardia Nacional, él cubierto el rostro, y diciéndole que él luchaba para
legarle a su hijo un mejor país… y que luchaba también por un mejor país para
este Guardia Nacional. Sus últimas palabras, luego que fuera alcanzado por un
proyectil, disparado a sus espaldas, cuando corría para refugiarse, y que le
impactó en el cuello, mientras huía (los protocolos internacionales prohíben el
uso de armas de fuego para repeler manifestaciones, excepto agotados otros
recursos y en caso excepcionales de defensa de la vida del funcionario o de
otra persona, y no deben usarse de manera letal), fueron “no me dejen morir,
que tengo un hijo”. Pero nada se pudo lograr: horas más tardes ya había
fallecido, como lo comunicó José Barreras, el alcalde de Palavecino, a la que
pertenece Valle Hondo, en su cuenta twitter.
Su sepelio combinó dolor y deseos de lucha. Y en ese ambiente
de sentimientos encontrados y contradictorios, un personaje tenía una actitud
extraña: según dicen, tomaba fotos y videos… y hasta selfies con el féretro
detrás suyo. Cuando alguno de los asistentes se acercó y le increpó, dicen que
negó que estuviera pasando algo. Se le sustrajo su teléfono y este evidenció el
trabajo de recolección de imágenes que estaba realizando. Luego se le consiguió
un carnet que lo acreditaba como Danny Subero, teniente de la GNB (Guardia
Nacional Bolivariana). A partir de ese momento y en cuestión de segundos fue
tildado como “infiltrado” (cuestión que ocurre en manifestaciones). Su
motocicleta, en la que pretendió huir, fue quemada, recibió toda clase de
golpes, fue desnudado y arrastrado por la calle. Una hora más tarde pudo ser
rescatado, por negociaciones con el grupo que lo tenía retenido (el sepelio
había seguido su rumbo al cementerio) por la Policía Estatal (PoliLara).
Los policías lo llevado al ambulatorio Don Felipe Ponte.
Entró delicado y fue estabilizado por el Dr. Domingo Verde. Y fue referido al Hospital
Central Universitario Antonio María Pineda. Por lo visto, fue la policía la
encargada de llevárselo. El galeno dice que presentaba que a su ingreso en el
ambulatorio presentaba “traumatismo
craneoencefálico severo, desviación del tabique nasal y escoriaciones. Llegó
bastante delicado, ese fue el diagnóstico (…) Yo respondo por el estado en el
que salió de aquí, no sé qué pasó después”. Por lo tanto, los disparos con
los que llegó muerto al Hospital ocurrieron después que saliera del Ambulatorio
(“la autopsia arrojó que Danny presentó heridas por arma de fuego en la región
infraescapular derecha y en el antebrazo derecho”) ¿Qué pasó cuándo lo
trasladaba PoliLara y el SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional)
Hasta ahora no se sabe? La Fiscalía anunció una investigación y el presidente
ordenó buscar hasta debajo de las piedras. Mientras tanto la población de Valle
Hondo y Las Mercedes están aterrorizadas por las amenazas y el procedimiento
del CICPC.
El tiempo de espera en el consultorio odontológico fue de
reflexión. Lo que pasa en Lara, pasa en el resto del país. Unos funcionarios en
otro funeral, en Lecherías, en el oriente, fueron desnudados y dado una
soberana golpiza, sin atentar contra su vida. El gobierno se juega la carta de
la represión y la constituyente, quizás para establecer un estado comunal, o
sea comunista, la oposición, con sus líderes más emblemáticos o encarcelados o
inhabilitados para actuar en política, tienen que mantener la protesta en todo
el país. Es lo que se llama una huida hacia delante. Por la manera como se
propone la elección de los diputados constituyentes, pareciera precipitada. Es
decir, se estaba urdiendo hace tiempo, de ahí una serie de oscuras maniobras
que esquivan una votación universal y la cambian por una sectorial y por
circunscripciones (como el colegio electoral norteamericano), pero el momento
quizás fue adelantado, sin las alianzas internas debidas y con la calle encendida.
Buscando apoyos en la Conferencia Episcopal Venezolana, que lo negó, y con el
distanciamiento de la Fiscal General, Dra. Luisa Ortega Díaz; un par de
magistrados del Tribunal Supremo niegan incluso su legitimidad y personalidades
del chavismo (no en funciones públicas) también han marcado su distancia. Esto
sin considerar personalidades en general.
Que el poder se fracture internamente para intentar amanecer
a otra realidad política, es una aspiración. Pero la sombra luctuosa de quien
se niega a renunciar y la sombra de que se produzca un escalamiento del
conflicto está presente. En sectores bandas armadas de delincuentes se suman al
conflicto, tomando parte en contra de los colectivos paramilitares. En otros sectores,
se da la lucha en la calle, por medios no convencionales o con violencia
irracional sin objetivos claros que se quieran alcanzar, fuera de la renuncia
del presidente o algo parecido. El tejido social en ciertos ambientes parece
deshilacharse. La ausencia de la salida política puede abrir a un conflicto de
proporciones insospechadas: ¿qué pasaría si, por ejemplo, un componente de la
Fuerza Armada decide enfrentar a los demás?
Mientras tanto, la dirigencia opositora, esa que permanece libre,
aunque los más notables inhabilitados, busca seguir articulando la protesta
masiva y pacífica. Consideran que la violencia en la calle, como los grupos
anárquicos que crean barricadas, quizás numéricamente pequeños, ponen
montículos o encienden cauchos (llantas) puede jugar a favor del gobierno y a
que se inhiba la población pacífica. El sentido de algunos, que puede que en un
primer momento reaccionaron contra el temor de ser atacados por grupos de
delincuentes paramilitares (porque atacan, intimidan y roban; arrancan rejas de
protección a las casas y dañan vehículos al amparo de los cuerpos de seguridad)
con esas medidas. Poco a poco fue transformándose en una manera de protesta. En
algunos sitios, la GNB los repele a sangre y fuego. Pero haciendo gala de una
gran irracionalidad, estos grupos anárquicos se vuelven en contra de sus aliados
naturales: los mismos vecinos de sectores de oposición. No solo es el libre
tránsito o la facilidad para llegar al trabajo (porque se debe seguir
trabajando, inclusive como una manera de poder resistir y protestar), sino
casos, ojalá que aislados. Como la madre que, de noche, en algún lugar de la
ciudad capital, intenta desesperadamente llevar a su hija, de unos 7 años, que
está convulsionando, a un centro de salud. No hubo forma posible de mediación:
en un descuido, la mujer aceleró su vehículo para sortear los obstáculos,
consiguiendo que una lluvia de piedras destrozara los vidrios del carro
(coche), y los fragmentos cayeran sobre la niña. Poco sentido de la situación,
de parte de estos grupos, y de entender quiénes son los aliados que se deben
evitar perder.
Wuilly Arteaga, símbolo de resistencia y esperanza |
En este contexto se puede entender el artículo de Luis
Vicente León, “¿Y
dónde está el piloto?” Y la opinión del psicólogo Axel Capriles manifestada
en “Venezuela
en protesta está de psiquiatra”.
Me retiro de la consulta sin ser atendido. Está cayendo una
tromba de agua. Como puedo llego hasta mi carro (coche). Son casi las 6 de
tarde, y eso es muy tarde para la insegura realidad venezolana. Además, debo
acompañar a la Vicaría de Derechos Humanos en la visita a la golpeada comunidad
de La Sucre. Comienzo a chequear información por las redes y a comunicarme con el
resto de la Vicaría. Me informan que la visita a la Sucre se tiene que
suspender. Las calles están tomadas por manifestantes, con todo y lluvia, y que
ya se está apostando la Guardia Nacional Bolivariana. Va a ser imposible pasar,
además de peligroso. Se temen nuevos allanamientos, con o sin orden judicial. Como
Venezuela, habrá que aguardar a otra oportunidad, para que el futuro nos
alcance. Lo importante es no detener la marcha hacia el mañana.
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