EN LAS ENTRAÑAS DEL MONSTRUO



Hacía unos 10 minutos que me había apeado del carro (coche) del Sr. Obispo. La ciudad comenzaba a complicarse con cantidad de obstáculos en cada esquina. Bajarse a removerlos no era una opción. No se sabe cuándo hay algún intransigente capaz de cualquier cosa por mantener la barrera. Así que la salida del Palacio Municipal no fue tan sencilla.

Luego de esquivar los suficientes montículos y llegar a vías de mayor circulación, se consiguió cruzar hacia la residencia de Monseñor. Lo más seguro para todos es que yo emprendiese la marcha de algo más de 5 kilómetros a pie… y por las avenidas más anchas. Se sorteaban los impedimentos y se podía evaluar la situación, luego de 2 días de paro nacional. Aunque la convocatoria era para comenzar otra vez con el juego de la paralización por las trancas.

En ese momento en el que me paseaba por los recuerdos y sensaciones de los últimos 3 días, comenzó a filtrarse el cielo. Ya desde antes, cuando estaba en el despacho del Alcalde, se veía hacia el noreste, en dirección hacia el mar (este está a unos 160 kilómetros de distancia), un vislumbrarse de nubarrones premonitorios. Esa es la ruta usual de la lluvia en esta región, porque los sistemas montañosos de ambos lados crean como una especie de corredor de aire. Fueron unas primeras gotitas con muy mala uva (el viento no era para nada condescendiente). Poco a poco fue ganando intensidad la lluvia. Por ese extraño fenómeno social en esta parte del país, una lluvia significaba el cese de actividades humanas de cualquier tipo: desde las comerciales hasta las subversivas. Así que estaba seguro en mi marcha.

Por cierto sentido protector pedí en una bodega (venta de frutas, verduras y alguna que otra cosa) una bolsa plástica para el libro que siempre me acompaña. La encontré providencialmente abierta. De momento el libro lo había conseguido refugio dentro de mi camisa. De esta forma celular (móvil) y libro podrían quedar guarecidos bajo el plástico. En Venezuela todo ha adquirido precio: antes regalaban las bolsas. Ahora no, por la escasez, no por razones ecológicas como en Europa. Así que pregunto su precio. Pero me la regalan, señal de hacia dónde se quiere caminar: un país en el que la gente sea capaz de encontrarse de nuevo.

Sin pensarlo mucho decido reemprender mi camino. Salgo y solo cuando estoy en descampado me doy cuenta, después de 3 metros de camino, que ni mi ropa ni mi visión pueden contener más agua de la que he acumulado en esos 6 pasos. A las trompas de agua se le llaman “palo de agua”. Para mí que llevo sin agua corriente en mi residencia desde hace unos 20 días, sirvió de baños lustrales. Una forma de esquivar las técnicas indígenas de la tapara (es una concha como una calabaza, pero más dura, como un coco pero de menor tamaño; el presidente Chávez hizo una vez alusión a esta manera “económica” de ahorrar agua en la ducha, para beneficio del planeta).

Me refugio bajo el saliente de un negocio de comida unos metros más adelante. No es un restaurante. Una especie de sencillo comedor con comida para llevar. Allí vuelvo a quedarme con mis recuerdos…


Miércoles 19 de julio

Había comenzado el paro-trancón a las 6 am. Dada la situación de calle y la incertidumbre sobre la violencia y la contra-violencia, pensaba ayudar a monitorear la situación desde mi casa, verificando o desmintiendo información sobre las situaciones y procedimientos. En la noche anterior había escuchado unos tres disparos o detonaciones, que mi oído no es ni musical ni militar. Rápidamente pudimos descartar e identificar el lugar de origen: un carro particular había llegado hacia las 10:30 pm y, en una operación comando, había agarrado (cogido en España) a 3 personas (una era una chica menor de edad). La comunidad respondió caceroleando (haciendo sonar las ollas o cacerolas). Y los accionantes dieron 3 disparos, entiendo que al aire. Un tiempo después, quizás media hora, algo parecido sonó pero disminuido, pues se daba a mayor distancia.

En la mañana llega la información de que la chica era de la Juventud Agustiniana Recoleta (JAR) de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús. Me lo confirma el padre Arnovio Galabís, agustino, quien es el párroco. Ni él ni la familia saben el lugar de detención de Daniela Flores, que es como se llama la jovencita. Su delito ha consistido en estar en el lugar equivocado a la hora equivocada, echando cuentos (conversando). Comienzan las hipótesis con la pregunta de cómo verificar en qué parte está, si la ciudad está bloqueada en sus vías de comunicación. Mientras, hay que enlazar con una de las Ong que pueda encargarse de la parte legal.

Todo fue apuntando a que la chica estaba en el CONAS (Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro de la Guardia Nacional): un grupo con gran entrenamiento para estas acciones relampagueantes. Estaba ella con sus compañeros y otras 2 personas que fueron aprehendidas de la misma forma, por la zona de Bararida.

Me encontraba sobre las teclas cuando recibo una llamada de Andrés Colmenárez, de Funpaz, una Ong defensora de Derechos Humanos. Efectivamente la chica está en el CONAS. La pregunta era si podía acercarme, para apoyar como Iglesia (todavía, en esta parte del mundo, la Iglesia consigue apoyar las causas nobles como esta). Accedo mostrando la imposibilidad de trasladarme hasta el lugar (a pie es un riesgo de ser emboscado por un bando de radicales de uno u otro lado, terminar baleado por algún colectivo armado o detenido en una salvaje operación comando). “Hablo con el profesor tal, que me apoya en estos casos con su moto, para que te busque”. Me da tiempo suficiente como para prepararme hasta que llega la moto. No es mucha la distancia, sino los obstáculos a evitar. Estreno usar casco. Efectivamente, hay que sortear todo tipo de barricadas y dar voces para evitar agresiones (los vehículos que amenacen con vulnerar las más débiles, en algunas partes pueden ser repelidos con piedras). Igual el paseo me sirvió para constatar la adhesión de la ciudadanía al llamado al paro, tanto por la cantidad de vehículos, la exigüidad de personal peatonal como por los negocios cerrados.

Muchas fueron las horas y poco lo que se pudo hacer bajo el inclemente sol tropical, en las inmediaciones del CONAS. Tranquilizar a las familias y constatar a través de ellas las necesidades de los detenidos. Un tema es la comida: no hay comida para los detenidos en Venezuela (en algún momento ni tan siquiera ha habido comida para los cuarteles). Es una provisión que debe tomar la familia. Los medicamentos son otro cuento del mismo costal. Acercarse hasta la garita de ingreso es algo que se permite, pero que causa mucho temor. Pudimos constatar que el turno de vigilancia de la mañana iba a tener una capacidad de conexión humana que no se atisbará en el de la tarde. Resultaban lentos todo procedimiento, pues no era posible en ese día el traslado para la presentación en tribunales. También cualquier trámite de la Fiscalía y la Defensoría resultaba complicado. Solo se podía acompañar a las familias, mientras “mi” moto iba y venía, iba y venía, iba… pero no venía…

-          Se le espichó un caucho, se oye en ese argot tan venezolano.

La demora se alargaba lo suficiente como para “echar cuentos” y reconstruir historias. Llegó el abogado Abraham Cantillo, de Foro Penal. Consiguió venir (y vino como pudo) para chequear que todo avanzase debidamente para poder defender a los detenidos. Recibe la información y sigue un coloquio informal. La sed apretaba. La solidaridad de un vigilante en las puertas de uno de esos edificios propios de las periferias de Miami consigue mitigarla sin exponerse a beber agua del acueducto, que seguramente no está siendo tratada.
Por fin llega mi moto y me encasqueto mi casco. A enfrentar otra vez la ciudad. Negociando la credulidad de los centinelas de cada barricada. Dando más giros que un espiral para conseguir el centro. Al final termino a unos 600 mts. de mi casa. Hasta ahí me pudieron llevar. Debo atravesar un espacio acondicionado para el enfrentamiento: todo lo posible para impedir el acceso de las tanquetas y guardias. Igual me muestro colaborador para saltar troncos, ramas, latones, basura. El miedo de los infiltrados no es casual ni gratuito. Tampoco los soplones…
Llegué a mi casa reventado. No sé si sea la exigencia física o emocional. Me dispuse a retomar mi monitoreo, cuando comenzaron a llegar informaciones sobre situaciones delicadas en varias partes. Algunas serían ciertas y otras no.

Una población situada a unos 42 kilómetros hacia el norte de Barquisimeto, llamada Duaca, presenta una situación delicada. Aunque al final haya sido el destrozo de solo una parte, se decía en las vocerías de las redes sociales que un grupo que había quemado la totalidad de la alcaldía. Informaciones más exageradas referían a que al alcalde, que es del oficialismo, se le habían rociado con gasolina. Lo cierto es que llegaron los cuerpos de seguridad y comenzaron las detenciones. Incluso de personas que trabajan en el IUJO (Instituto Universitario Jesús Obrero, ligada a la Organización de Educación Popular de los jesuitas, que se conoce como “Fe y Alegría”).

Fue cuando recibí una llamada del padre José Gregorio Hernández, párroco del Divino Niño en El Trigal. Entre los 20 detenidos en Duaca estaba Emisael Hernández, su sobrino y del padre Luis Hernández. Todos naturales de aquel histórico pueblo. El último de ellos, el padre Luis, es su actual párroco. El joven estaba, como lo están los jóvenes del campo de por estas tierras, de curioso mirando lo que no se le había perdido dentro aquel inusual espectáculo. Hay que aclarar que, por esta zona del planeta tierra, cualquier hecho noticioso, o lúgubre, alimenta la conversación por varios meses: de ahí que, en caso de un accidente, están los rescatistas y la multitud de curiosos, cual testigos, nutriendo su arsenal de anécdotas. En esas labores debía estar cuando vio que se le vinieron encima los uniformados de las motos. Por eso emprendió la retirada a paso redoblado (conociendo a nuestra gente, capaz que estaba hasta en chancletas cuando huyó). Pudo alcanzar el portal de una casa, entró. Supuso el hogar es inviolable, excepto en caso de flagrancia. Error colosal. Como en otros casos, este y otro cualesquiera también son vulnerables ante el abuso. Así que lo sacaron a rastras. El padre llamaba para intentar ver la forma de gestionar la libertad de su sobrino o, de ser necesario, el apoyo legal…


Jueves 27 de Julio

Me desperezo sabiendo que por mucho que me afane, no voy a hacer nada más allá del perímetro de mi casa. Con todo debía ser las 6:30 am. Daba tiempo para orar, desayunar y a asomarme desde el atalaya de mi computadora. En eso me entra una llamada. Se trataba de la Dra. Jeanette Bastidas, del Centro de Resolución de Conflictos. La Dra. Nelly Cuenca, de CEPAZ-LARA, quiere monitorear la ciudad para ver cómo están las cosas. Se va a hacer una ronda por los centros de detención para saber dónde están los detenidos. Me preguntan si puedo asistir, a lo que accedo.

Mientras me preparaba, me entró otra llamada: nuevamente el padre José Gregorio. Ni él ni su hermana saben dónde ha sido trasladado su sobrino. Otra de las tareas para ese día.

La Dra. Jeanette me pasó buscando para la caminata de algo menos de 2 kilómetros hasta la casa de la Dra. Nelly. No hay otra forma de salir de la urbanización, sino a pie. Ya en Los Leones, una hermosa avenida de la ciudad, se ve bastante tránsito y peatones. No como el día anterior. Pero los comercios siguen cerrados. El día estaba agradable para caminar. Hacia las 8-9 am no había muchos puntos cerrados, fuera de El Cardenalito y la avenida Lara.

A los minutos de llegar, iniciamos nuestro recorrido. Va con nosotros la abogada Lirio Terán, de CEPAZ-LARA. Primera parada, el destacamento 121 de la GNB en la avenida Morán. Se comparte información. Se constatan los nombres de los detenidos. Fe y Alegría radio entrevista a la Dra. Nelly. El Movimiento Vinotinto, otra organización de Derechos Humanos que trabaja en la defensa penal de los detenidos, está por ahí… Y en ese centro está recluido el sobrino de los padres Luis y José Gregorio. CEPAZ va a asumir su defensa. Hago llegar la información al padre.

Esquivando obstáculos y serpenteando calles cerradas, salimos y conseguimos llegar hasta el Comando de Zona número 12, de la Guardia Nacional Bolivariana, situado en la Av. Florencio Jiménez. Es una instalación primorosamente cuidada, con buena jardinería, hermosos árboles y amplios espacios. Por supuesto que, para los civiles, solo se puede llegar hasta el portón de ingreso y por escasísimos minutos.

A diferencia del destacamento 121, ahí nos reciben unas bellísimas funcionarias que exhiben la belleza de la mujer criolla (en el 121 hay tropa masculina). Son unas tres, todas con una delicadeza que contrasta con su uniforme y la ferocidad de su armamento. Labios delicadamente pintados, pelo lacio, que cae por debajo de la gorra, pero organizado en una cola, zarcillos (pendientes) y hasta algún anillo. Cuesta trabajo imaginarlas en labores de orden público.

Se mostraron muy colaboradoras facilitando los nombres de los detenidos, que no se podían visitar. Nos contó que en la noche anterior la instalación militar fue asediada y atacada, hasta con intenciones de quemarla. Por eso estaban allí detenidas esas personas. Nos señaló la calle como muestra de la agresividad del ataque, con muestras de los fallidos intentos de incendio, aunque lo que uno vio fue una avenida solitaria, con desperdicios aquí y allá, y algún poste o farol por los suelos y atravesado.

Seguimos con nuestro recorrido. Había detenidos una madre con su hija en la misma avenida Florencio Jiménez. Se trata de otro puesto de la Guardia Nacional Bolivariana situado a un lado de la empresa socialista Planta Batalla Los Horcones, antes Tubhelca. Esta era una empresa de capital extranjero y su negocio se basaba en la elaboración de tubos de costura helicoidal, propios para la industria petrolera (alta capacidad para soportar presión). Estaban antes en 3 ciudades. Creo que podían exportar. Era muy próspera, aunque su cartera de clientes fuese pequeña y las temporadas de colocación de su mercancía fuese esporádico. Como toda industria próspera en tiempos del socialismo real, era un manjar irrenunciable para la expropiación estatista y colectivista. Quizás forma parte de ese cambio que ocurre hacia el socialismo, según Marx, cuando el capitalismo ha alcanzado la madurez. O sea, el capitalismo lo suda (junto con sus trabajadores) y luego el Estado socialista lo expropia… y arruina.

Un familiar nos explicó que las mujeres fueron detenidas cuando, del otro lado de la avenida-autopista (se va transformando poco a poco a esa altura), unos vecinos manifestaban su inconformidad. Pero fueron prácticamente emboscados. Al emprender la huida, la madre, que sufre de vértigo y se había acercado para saber cómo estaba su hija, perdió el equilibrio y cayó. La hija se regresó y fue cuando las detuvieron. Claro que la versión militar era distinta: ataque a la guarnición militar. Dicen que unos vándalos querían quemar la instalación y arrojaron cauchos encendidos (neumáticos o llantas) hacia ella (algunas versiones indican que los mismos militares crearon estos “falsos positivos”).

Como no es un sitio de reclusión, mientras conseguían trasladarlas, habían estado atadas de manos, no sé si contra algún objeto. No con cuerda, sino tirraje. Como el esposo había sido militar, tuvieron el detalle de liberarlas de tal situación.

Como la abogada nuestra las iba a representar, intentamos hablar con la persona a cargo. Luego de ciertos trámites, un militar, que dijo ser abogado y penalista, nos atendió. “No es posible el ingreso de civiles a instalaciones militares”, nos dijo. Aunque se intentó avanzar en la conversación (y él no tenía autoridad como para permitirnos la entrada), todo fue en vano. Imposible decirle que Venezuela no es un cuartel y que los civiles no somos sus rehenes. Sería una argumentación suicida, para alguien que se mostraba condescendiente hacia el sacerdote presente. Cuando se mencionó que por Constitución toda persona tenía derecho a la asistencia y entrevistarse con su abogado, para que la Dra. Lirio pudiese entrar, oímos la siguiente “perla”: ese derecho se refiere al momento en que se encuentre en los tribunales. No solo hubo retirada argumentativa de la abogada, sino también de su persona. La cortesía hizo que los demás estuviésemos ahí algunos minutos más.

Es cierto que de esta manera se interpreta la Constitución y la Ley en Venezuela. La Defensa tiene acceso al expediente unos 5 o 10 minutos antes de ingresar a tribunales para iniciar los procedimientos. La lectura del mismo es a vuelo de pájaro. La estrategia de defensa otorga un amplio espectro a la creatividad y la improvisación (en música clásica, pero sobre todo en el jazz, la improvisación consiste en un ejercicio del virtuosismo del músico, quien se deja llevar por la inspiración del momento). Los civiles están siendo presentados a tribunales militares, más aliados con el régimen y que acatan órdenes de superiores hasta para el ejercicio de la justicia. Y la defensa es así de vulnerable y en desventaja.

Terminado allí, emprendimos en vuelo rasante hacia el otro extremo de la ciudad. Por el camino la Dra. Nelly consiguió unos suculentos bocatas, que se diría en España, lo que aquí reciben el nombre común de “sándwich”. No era tanto de lo que estaba relleno, sino del efecto de elixir que nos producía en todos los músculos. Las mismísimas neuronas aparecían reconciliadas. Eran casi las 4 pm.

Raudos llegamos al CONAS. De entre todos los detenidos, figuraban 2 que ameritaban una especial atención. Uno de ellos era un chico de nacionalidad chileno-venezolana. El otro era uno que requería medicación especializada, que pudo ser localizado.

Hijo de un chileno venido a Venezuela huyendo de la dictadura de Pinochet, había tomado la decisión, como muchos, de protestar de forma pacífica. Pero la represión, propia de los tiempos de Pinochet, no respetaba mucho las formas. Y como había resultado herido de bala un Guardia Nacional, no importaba tanto quién hubiese sido, sino tener a alguien de culpable. Así que el joven parecía un buen candidato. Solo que su detención terminó llamando la atención de Chile y la embajada de Chile. Y el consulado mismo habló con el gobernador, el gobernador con la Dra. Nelly y el equipo de CEPAZ-LARA y la Embajada mandó a equipo del consulado que estaría por llegar a la ciudad en las próximas horas.

Otra vez regresé a pie en compañía de la Dra. Jeanette a sendas casas. Como el otro día, el carro no pudo entrar. La cabeza me bullía de pensamientos.


Viernes 28 de Julio

-          Padre: ayer secuestraron al Dr. Abraham Cantillo, lo golpearon y luego de 4 horas lo dejaron libre…

El Dr. Abraham era el abogado que había conseguido en los alrededores del CONAS 2 días antes. Inmediatamente la información comenzó a rodar de un lado para el otro. Hasta que al final se dio una reunión en la Curia Arzobispal, convocando a los medios para una rueda de prensa.

Minutos antes de que yo llegara a la Curia, ya habían llegado diversas organizaciones de Derechos Humanos. Cuando hice entrada, estaba allí también el Vicario de los Derechos Humanos, el padre Juan José Aldaz. La convocatoria lo arrancó de alguna actividad informal: estaba una sencilla franela (remera), un pantalón de mono (chándal) y unos zapatos de goma (deportivos). Así que, poco después que llegara Abraham Cantillo, me pusieron de manera decorativa a la derecha del obispo, por razones de tipo fotográfico, para la rueda de prensa. Los medios fueron llegando “graneaditos” (poco a poco, como quien va limpiando los granos).

El obispo inició manifestando su preocupación por el país y el repudio a la represión desatada con numera cantidad de heridos, detenidos y no pocos muertos. Igual pidió que se llevara adelante investigaciones que no permitan la impunidad.

Luego la atención se centró en el abogado:

-          En el día de ayer fui interceptado, me pusieron una capucha y me llevaron a algún sitio. Mientras me golpeaban, me preguntaban por el paradero del Dr. Pedro Troconis.

Abraham Cantillo es abogado penalista del Foro Penal Venezolano, capítulo Lara. Esta Ong de Derechos Humanos ha estado presidida en la región por el Dr. Pedro Troconis. Este último fue designado Magistrado por la Asamblea Nacional (AN), para presidir la Sala Penal, dentro del grupo que debía sustituir a los 33 designados de manera espuria por la anterior AN, de manera írrita y nula. Nicolás Maduro giró órdenes al SEBIN para detener a todos los 33 recientes magistrados. Ya hay 3 detenidos y una refugiada en una embajada. El Dr. Troconis se encuentra en la clandestinidad. Se cree que los captores del Dr. Abraham estuviesen queriendo sacar este tipo de información que es de interés para el gobierno. La denuncia fue procesada ante el Ministerio Público ese mismo día, supongo que horas antes.


Parecía oportuno, según propuesta del Prof. Nelson Freites, también presente y sociólogo e integrante de la Cátedra de DDHH de la UCLA (Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, la más prestigiosa de la región), que se buscase un pronunciamiento unitario en materia de DDHH donde confluyeran el Sr. Obispo, el gobernador Henri Falcón y el alcalde Alfredo Ramos. Se convocó para una misa para el domingo en Catedral y se quería coordinar al día siguiente una rueda de prensa y actividad para el día martes.

Por eso se llamó al alcalde de la ciudad. Nelson propone y se queda escuchando de manera extraña. Coordina unas 2 o 3 palabras más. Cierra la llamada.

-          El alcalde propone que la reunión se intente realizar esta misma tarde en la alcaldía, pues para mañana debe haberse ya librado una orden de captura en su contra.

Una de las tácticas del gobierno para acorralar a los alcaldes de Oposición ha sido la de aprovechar las protestas para alegar que no se están cumpliendo las funciones en cuanto al control del orden público y despeje de vías. A algunos, de propiciar lo que consideran “desórdenes”. Es decir, acusar a los alcaldes de no actuar adecuadamente en relación con las protestas. Como si esto fuese posible de controlar por la fuerza (a parte de los motivos objetivos de protesta), y como si se diesen solo en municipios con alcaldías opositoras (una de las tácticas del gobierno es negar la realidad de forma acérrima y constante). De esta forma pudo salir de 2 grandes líderes opositores en el 2014: Daniel Ceballos, alcalde de San Cristóbal, que sigue preso, y Enzo Scarano, alcalde de San Diego en Valencia, quien ya salió por razones de salud, pero que está inhabilitado de ejercer cargos públicos.

La sentencia en contra del Alfredo Ramos, alcalde de Iribarren (es decir, Barquisimeto) es de desacato del burgomaestre al mandamiento de amparo cautelar dictado en sentencia nº 400 del 1 de junio de 2017. Lo implícito es que no cumplió con el mandato del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de impedir las protestas. Son 15 meses de cárcel e inhabilitación. Es cierto que el alcalde ha sido muy consecuente: cuando fue citado se negó comparecer ante TSJ. Él no iba a reconocer a un Tribunal Supremo espurio. De hecho, el mismo presidente del TSJ tiene prontuario policial y fue elegido sin cumplir con los requisitos mínimos. Por eso, la AN nombró los Magistrados que ocuparan las vacantes, aunque en este momento están siendo perseguidos.

Llegamos a la entrada por el estacionamiento del Palacio Municipal. Habíamos transitado sin mucha dificultad, hacia las 12:30 pm, desde la Curia. No debimos durar más de media hora en ese trayecto. Subimos por unas escaleras y llegamos a un recinto donde se sentía una gran algarabía que provenía de afuera. Un estruendoso volumen propagaba las notas de “Tienes que ser valiente”, del cantante venezolano “Nacho”.

Hicimos una breve pausa en una salita de espera cuando nos indican que el Alcalde nos va a recibir. Estaba en la parte de afuera, quizás, junto con sus seguidores. Y en ese momento había reingresado. La amabilidad del trato no alcanzaba a disimular la honda preocupación de su rostro. Supongo que tendría noches de desvelo.

Alcanzamos su despacho luego de ascender por la enrevesada escalera con paredes de concreto armado. Debíamos estar en el 3 piso. No lo sé. Tampoco sabía cómo se debía tratar a un hombre que, en cuestión de horas, iba a estar preso. Así que lo más seguro que mis gestos no fuesen los más adecuados ¿Qué decir? ¿No va a pasar nada? ¿Va a ser solo un instante? ¿Lo lamento?

Se hundió en el butacón. Como si estuviese hablando para sí, con esa misma desnudez nos hablaba. En Caracas ya se había reunido la Sala Constitucional para tomar la decisión. Debía ser una “audiencia”, pero tenía muy poco de “auditus” (ser oído). Habían saltado ese detalle los Magistrados para enclaustrarse a deliberar, que se sospecha en Venezuela que lo que significa es esperar órdenes telefónicas del ejecutivo o de la secretaría del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela, en ejercicio del poder).

Era muy poco promisora la situación, porque en los edificios vecinos se estaban apostando vigías seguramente del SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional). Supongo que sería para advertir los movimientos del burgomaestre, los que entraban, los que salían, los que lo estaban acompañando.

Explicaba este hombre alto, ingeniero y sindicalista del partido “La Causa R”, que nunca había considerado la opción de ir a la clandestinidad, como tampoco la de entregarse. Si se libraba una orden, que lo buscaran en su despacho. No se sabía en cuánto tiempo conseguirían echarle el guante. A él le gustaría que se difiriera unos días. Pero que preso era una manera de responsabilizar al gobierno por su integridad…

En esos momentos tan extraños en los que me preguntaba cómo era que yo había terminado allí, fueron llegando rostros conocidos de la Oposición regional y otras organizaciones profesionales y gremiales. No estoy al tanto de todos sus nombres, pero sí de su fisonomía. Es el hándicap de ser cura y provenir de Caracas. En verdad no sabía cuál postura podrían tener. Lo cierto es que daban alguna reflexión, alguna broma y recordaban algunas anécdotas. El ambiente se hizo destenso. Igual se seguía esperando la comunicación de Caracas, pues el abogado del Alcalde estaba allá, a la vez que se oía la música de fondo, con la canción de “Tienes que ser valiente” cada cierto tiempo…

Creo que fue Macario González, dirigente del MAS, alcalde en otro tiempo y hermano de un guerrillero caído en la montaña por los años 60, quien dijo:

-          Alfredo, si te vas a confesar con Mons., nos dices para dejarles solos…

A lo que Mons. contestó:

-          Mejor se quedan para que haya testigos de que se estuvo confesando…

Fue uno de esos momentos en los que la risa espontánea inundó el despacho y acalló la música…

Los minutos pasaban. El obispo hizo ademán de irse, por compromisos, pero quiso esperar otro rato. Como hasta las 2:30 pm. Creo que el Alcalde sintió alivio con prórroga de la compañía del prelado.

Cuando se hizo la hora no hubo otra alternativa que despedirse. Igual no sabía qué hacer ¿sonreír o no sonreír? ¿qué era lo que más necesitase? ¿qué decirle? Quizás una buena solución, además de real, hubiera sido hacerle saber que estaría orando por él…


Seguí caminando por las calles inundadas. El paso ligero no me permitía captar lo mojado que estaba mi ropa. Hice maromas cuando conseguía alguna isla que emergía en el pavimento para evitar que mis zapatos hicieran agua…

En la colosal encrucijada de la avenida Venezuela con la Argimiro Bracamonte el agua había formado una verdadera piscina. En ese territorio ha sido tomado por indios de la etnia guajira o wayú: niños y adolescentes de ambos sexos, acompañados por sus madres (no por sus padres). Tiempo atrás abandonaron sus tierras zulianas limítrofes con Colombia para asentarse en el “extranjero” crepuscular (Barquisimeto es la capital del estado Lara, famoso por sus crepúsculos), con el oficio de mendigar dinero a los conductores que se detienen en los semáforos. Pero, como en su tierra, la lluvia era un motivo para la fiesta. La velocidad de los carros levantaba unas olas compactas de gotas de una altura cercana a los 2 metros. Era lo más parecido a una ola marina. Y los niños corrían contra ellas, saltaban y giraban en el aire para romperlas con la espalda, mientras reían a carcajadas… Mientras una sonrisa se dibujaba en mi rostro, no me percate del mal paso que di. En adelante, mis zapatos eran unos recipientes acuosos andantes.



En ese momento estaba lejos de adivinar que, horas después, ya entrada la noche (hacia las 8:30 pm), el Alcalde sería sacado de su oficina por el SEBIN, supuestamente sin orden judicial. No fue fácil. No fue rápido. Fue muy tenso.

Pasó unas horas en la sede de este cuerpo, a donde fue trasladado, antes de tomar una avioneta especial para Caracas. El gobernador se hizo presente momentos antes, al igual que el pueblo. El pueblo fue repelido y dispersado en algún momento por bombas lacrimógenas.


Ya se encuentra en la sede del SEBIN en Caracas, en el lugar conocido como el helicoide. En las entrañas del monstruo.

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