LABERINTO A CIELO ABIERTO
Es difícil caracterizar el
ambiente que se vive en Venezuela. Entre otras cosas, porque hay una percepción
fracturada de la realidad. Es difícil coincidir en una visión compartida. Y eso
forma parte de la tragedia que vive el país, luego de la jornada del 30 de
julio, cuando se eligió, de manera arbitraria, a los diputados de la Asamblea
Nacional Constituyente, que goza de fuerza, pero no de legitimidad.
La fragmentación tiene una
primera e inmediata consecuencia, y es la dispersión de fuerzas. O la ausencia
de las mismas, replegadas sobre sí mismas. No es que el régimen esté más
fuerte, o Nicolás Maduro tenga más poder. Domina la escena, porque en el
escenario está vacío. No está crecido, porque las referencias son inexistentes.
Así que no hay elementos que puedan sustentar tal tesis. Se mantiene allí,
porque las fuerzas que lo adversaron perdieron conducción política,
principalmente. Son muchos los errores y pocas las lecciones aprendidas.
Mientras la escasez, la carencia
y la presión internacional crece, las voces que conducían la inconformidad de
la gente han perdido audiencia. Una semana de confuso silencio siguió al 30J,
solo despertado por el anuncio del gobierno a elecciones regionales. Craso
error de quienes quieren ser generales que dirijan el ejercicio del
descontento. Cuatro meses de protestas muy mal capitalizadas por el liderazgo
alternativo, que no consiguen explicar ni los resultados ni el sentido de los
muertos, los presos políticos y los torturados tanto física como
psicológicamente. Como si se tratase de un montaje de Broadway, saltaron de una
escenografía a otra sin inmutarse. No sé por qué supusieron que la gente
correría tras ellos, sin ton ni son, como dando un brinco desde el pavimento
hasta la arena electoral. No es que el gobierno esté más sólido, es que, cual
teoría de la relatividad, la percepción cambió al diluirse la calle.
Mientras no encaran la situación
ni dan explicaciones ni aclaran la estrategia, el tiempo parecería que es una magnitud
desaparecida de la cotidianidad del hombre de la calle. Los días se sienten que
pasan uno tras otro con absoluta monotonía. En el fondo quedan las colas por
comida y medicamentos, así como las carencias. Quien debe ocuparse solo de
hacer una fila por un mínimo de comida, no hace la diferencia entre estar mucho
o poco tiempo. Puede que para los enfermos y los ancianos la haya.
La economía ralentizada no
permite grandes movimientos, más si los controles son asfixiantes. En una farmacia
(droguería en otras latitudes), un pedido estaba por llegar: a los días
pregunto y todavía nada. La explicación es que ese pedido llega a las
distribuidoras (se llaman droguerías en Venezuela), ellas lo envían a algún
ente gubernamental para que este chequee tanto la cantidad como los precios y
se asegure que sea lo que aparece en la factura, luego regresa a la droguería y
después entra triunfalmente en los anaqueles de la farmacia. Esto sin prisas
capitalistas, que para ello se vive en socialismo. Siempre todo es muy poca
cosa para lo que hace falta, de lo que llega a la farmacia, o muy caro para lo
que el bolsillo aguanta. Rumores creíbles insinúan que ciertos medicamentos
importados directamente por el gobierno, que pasan por una institución militar,
aparecen ofertados en la calle y por internet a precios astronómicos. No hace
falta ser muy perspicaz como para suponer complicidades y negocios ocultos,
clandestinos. O informaciones de medicamentos elaborados en Venezuela que se
venden más allá de la frontera occidental de este país: los principios activos
los trae el gobierno con dólares preferenciales (el particular no tiene acceso
directo al dólar, aunque se lo pague al gobierno según el régimen cambiario),
por lo que los laboratorios deben venderle al gobierno y sus representantes la
totalidad de lo elaborado. El gobierno debería hacer que, a través de los
canales públicos o privados, esos fármacos se ofrezcan a la población. Pero de
manera creíble parece ser que algunas autoridades se encargan que traspasen la
frontera. Como ocurría con el café: puesto que en Venezuela el caficultor solo
le puede vender la cosecha al Estado a los precios que este fije, parece que
algunos se encargaban de hacer que el rublo pasase la frontera y volviese a
entrar como producto importado ¿desesperación de algunos caficultores o
complicidad con agentes del gobierno?
Pero mientras la inflación y la
escasez operan en sentido contrario a las expectativas de estabilidad del
gobierno, muchos compatriotas no pueden visualizar su futuro a corto o mediano
plazo sino es fuera del país. Hay un auténtico boom de personas apostillando
documentos de todo tipo, o notariando cursos que hayan hecho y que puede que les
sirva en el exterior. Y existen las vías normales y las expeditas para estos
trámites, como cuando se consigue algún contacto dentro del Ministerio del
Poder Popular para las Relaciones Exteriores (esos nombres que suenan a Ho Chi
Minh, que por más rocambolescos no son menos falsos). O esas filas cuyo cupo,
para apostillar, puede costar unos Bs. 40 mil, un octavo del salario mínimo
integral para quien está asalariado (Sueldo Mínimo Bs. 136.544,18 + bono de
alimentación Bs. 189.000,00, que no genera ninguna obligación por el patrono).
Una charla convocada por la
Embajada de España puede medir la situación. La oficina de asuntos laborales y
seguridad social la iba a impartir en el salón de los espejos dictada el 26 de
septiembre en el Hogar Canario de Barquisimeto. Se optó por hacerlo en una zona
techada, casi al aire libre, para darle aforo a unas 200 personas. La
asistencia fue de unas 360-400 personas. Los mismos facilitadores estaban
asombrados. Muchos interesados en el tema de la repatriación. Otros en ayudas
que se puedan brindar para continuar aquí.
Los que no tienen la prisa de
irse, tampoco tienen prisa en buscar repuestos para sus vehículos. O arreglar
su casa. O por el estilo. No son pocos los que optaron por dejar parados sus
carros. Pero la opción del transporte público es efímera: en Venezuela el
transporte público, en buena parte, es privado. Organizados en cooperativas,
sindicatos y asociaciones, presionan por aumentar las tarifas, que las
determinan los gobiernos locales y nacionales. Nada se produce en el país, por
lo que todo repuesto es importado, probablemente a dólar libre, si se consigue.
Pero neumáticos y baterías no se consiguen, por lo que las unidades se van
parando. Las leyes del mercado se imponen entre las sombras: la carencia de un
producto hace que, de conseguirlo, sea a precios inimaginables. Y el transporte
en verdad público, fuera del Metro, corre suerte parecida.
Hasta la gasolina, en ocasiones, escasea.
Esta semana tuve que viajar al estado fronterizo de Táchira. En esa entidad el
contrabando de gasolina está controlado por un chip que tienen los vehículos.
Por supuesto que el contrabando lo maneja redes con participación de políticos
del gobierno y militares. Pero esa es la excusa para un negocio, el del chip,
que, en el caso del Edo. Zulia, algunos implican a descendientes del mandatario
regional. En el caso del Edo. Táchira la alternativa, para los foráneos, han
sido las estaciones de servicio internacional. Cuando inició el dólar de
mercado negro debía estar a unos 2 mil bolívares. Ahora se encuentra sobre los
20 mil bolívares. Esto en un rango de 2 años. Esta distorsión hace que la
llamada “gasolina internacional” también pueda venderse al menudeo. Por “caminos
verdes” y con el conocimiento de componentes militares, carros iban y venían:
20 litros de gasolina a cambio de 50 mil bolívares: 2500 por litro. Cuando la
gasolina en Venezuela está en 6 bolívares o, la llamada internacional, en 300.
Supuestamente en Cúcuta la estaban pagando inclusive a 80 mil bolívares los 20
litros. En este escenario las bombas internacionales estaban secas…
Pero el parque aéreo solo está en
funcionamiento un 25%. Y las compañías internacionales siguen desertando.
Algunas ensayan iniciando rutas que se conectan con el mundo a través de
Bogotá, como Avior. Pero eso es para el grupo de privilegiados que hace la
compra de su boleto on line, desde cuentas en otros países. Hace unos años una
buena porción de quienes desde Sudamérica tenían como destino Europa, hacían
escala en Caracas (Maiquetía): allí compraban un pasaje a dólares subsidiados,
de cuando ya se hacían disparates en tiempos del Comandante Eterno (nombre dado
a Hugo Chávez por sus adeptos).
Mientras el tiempo va pasando
pintando de extraña eternidad este estar sin rumbo, la desnutrición va
aumentando: para los cálculos de Susana
Raffalli hay un daño nutricional. El 60%
de 468 niños menores de 5 años de sectores populares que se están monitoreando
presentó déficit nutricional aguda y la desnutrición se calculaba en un 11%
para finales de Julio. Actualmente ya se habla de un 14.5%, con un 71% de los
hogares con un “deterioro
masivo de su alimentación” La
especialista nutricional dice que, para los estándares internacionales, ese número
de desnutrición, aunque no se haya medido una muestra mayor de la población, es
para encender las alarmas. Mas cuando el causante es el Estado y no un desastre
natural. El Congreso norteamericano acaba de aprobar una ley de ayuda
humanitaria para Venezuela, a través de diversas organizaciones que tendrán
que eludir los férreos controles estatales ¿cómo harán? No lo sé. Según Mons. Jaime
Villarroel, obispo de Carúpano, indicó que unos 20 mil han fallecido por falta
de asistencia sanitaria. Y Venezuela está ocupando un puesto puntero en el embarazo
de adolescentes en la región: un
embarazo cada 3 minutos, con una vida sexual activa a partir de los 13 años
o, inclusive, antes. Son 101 nacimientos por cada 1000 adolescentes entre 15 y
19 años.
El gobierno nacional es un
artista para manejar la opinión pública nacional e internacional. O dicen que
hay una economía pujante, o la culpa de la escasez la tiene Trump y la
Oposición. No asume la responsabilidad en que las refinerías estén laborando
por debajo de su capacidad, pero sí oculta los negocios del llamado arco
minero, donde militares y compañías mineras trasnacionales tienen opacas
maniobras, que conllevaron la detención de Bram
Ebus, un reportero holandés especializado en la investigación
criminalística y medio ambiente.
El desembarco de un cargamento de
trigo ruso es celebrado por el Gobierno como lo hicieron los Aliados ante la
rendición de Alemania en la II Guerra mundial. Se anuncia contactos con la
India para la importación de medicamentos, mientras las sanciones
internacionales llueven de Estados Unidos, Canadá y, por lo visto, pronto
ocurrirá con Europa. Reacciones adversas por la aplicación de los mismos han
sido denunciados, sin que se abra investigación alguna. El dinero “virtual”,
ese que cada cuentahabiente tiene en su banco, pero que no puede tener en
físico en la mano, habla de distorsiones que afectan a pensionados, jubilados y
pequeños comerciantes. Las transacciones pueden hacerse por transferencia o por
tarjeta, siempre que las conexiones estén de buenas. Si no, el comerciante debe
usar de creatividad y confianza, para conservar la cartera de clientes.
Un invento de cartilla de
racionamiento, pero al estilo siglo XXI, tiene el nombre de “Carnet de la
Patria”. Es una especie de tarjeta de débito de uso múltiple, pero a
discrecionalidad del gobierno. Puede servir desde para impartir vacunas solo a
los niños cuyos padres lo posean, hasta para canjearlo por alimentos, hacer
compras o, quien sabe, hacer desaparecer a la banca privada.
La proyección mediática del
gobierno, auténtica área donde puede impartir clases, hizo que durante semanas
este hablase de unos intentos de diálogo con la Oposición. Esta, por supuesto,
con una torpeza insuperable, lo negaba. Nicolás Maduro afirmaba que “el diálogo
va”, que se va a “imponer”, que es una victoria del gobierno para conservar la
paz. El día anterior a iniciarse, Julio Borges dijo ante los medios que no iba
a haber ningún diálogo. Pero igual estuvo en República Dominicana con ciertos
acercamientos o intentos que fueron difundidos hasta por los llamados
presidentes mediadores. Como en esta semana, que el diputado Luis Florido, de
la Oposición, dijo que no existía condiciones para ir a dialogar a República
Dominicana, pero en el día jueves 28 de septiembre allí estaban los
representantes de la Oposición.
Una extraña situación hay en
Venezuela. Demasiado extraña como para que sea permanente. Por supuesto que su
inestabilidad depende de cómo actúen los seres humanos. Solo que cuando se
descosa el saco, puede darse escenarios impredecibles.
En el exterior David Smolansky,
alcalde perseguido y depuesto por el poder, fue recibido en Brasil y el Parlamento
Global de Alcaldes, en Noruega, condenó la acción en su contra. La Fiscal
en el exilio, Dra. Luisa Ortega Díaz, sigue buscando mover los hilos. Los
Magistrados nombrados en Julio por la Asamblea Nacional, también perseguidos,
aseguran que se instalarán desde el extranjero para sesionar desde allí.
Lo evidente es que el régimen
apuesta a ganar tiempo. Su mejor postor, el alcalde de Caracas Jorge Rodríguez,
psiquiatra y vocero del Gobierno ante los intentos de diálogo, prueba a usar de
su arte a nivel internacional. Queda la pregunta de qué tanto esperará: ¿quizás
que se canse el mundo entero, con sus conflictos internacionales y, por pragmatismo
tenga que aceptar la situación de facto de Venezuela? Son preguntas mientras
pasan los minutos y las vidas, en un laberinto a cielo abierto.
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