JACQUELINE PÉREZ, PACIENTE TRASPLANTADA, EN ESTA VENEZUELA TRASFUNDIDA
Es 2 de enero. Son las 8:47 am cuando reviso mi móvil. Tengo varios mensajes de Whatsapp:
- Jacqueline Pérez paciente trasplantada de riñón solicita urgente el medicamento CERTICAN 0,75 (everolimus) para no rechazar su trasplante (8:27 am).
- Buen día bendición padre, ya me queda hasta el 15 de este mes (8:28 am).
- Necesito ayuda, quisiera grabar un video, difundir esto de alguna manera por las redes, manejo poco esto (8:29 am).
- Por favor me puede ayudar (8:29 am).
Jacqueline Pérez es una activista que representa en el estado Lara a los trasplantados. Pertenece a la Organización Nacional de Trasplantados y dirige también una sección que se dedicaba a motivar el uso del tiempo libre de estos colectivos en deportes y otras actividades. A finales del año pasado la tuve en mi programa de radio. En esas líneas pude captar toda su angustia, me llegaba como si fuese un grito. Su situación en Venezuela es la que tendría cualquier sentenciado a muerte en los Estados Unidos: se sentiría en el corredor de la muerte, solo que sin posibilidades de diferimiento.
Sus riñones eran poliquísticos por lo que, en un momento, según sus palabras, estos estallaron. Terminó en coma con el pronóstico de una muerte inminente. Por razones para mí no muy claras, desde el punto de vista médico, logró paulatinamente superar dicha situación. Aunque su estadía en el hospital, cuando su funcionamiento era algo más que aceptable, se prolongó tanto en UCI como en otras áreas. Le tocó pasar Navidad en dichas instalaciones, y probó el sabor amargo de la soledad de los enfermos. Internamente se hizo la promesa que, cuando pudiese salir de allí, los próximos diciembres haría lo posible por estar con los enfermos del Hospital. Desde entonces lo ha cumplido.
Como en Venezuela pueden escasear hasta los antigripales (ha ocurrido), medicamentos de alto costo no se están viendo. Jacqueline consiguió superar el nivel letal del macabro juego de la vida para pasar al nivel de los dializados. Con una Legislación retrógrada en todo lo referente a trasplantes (un proyecto de ley era más abierto y que, aun cuando no gozase de todos los apoyos, se daba por supuesto que toda persona era donante potencial, excepto que manifestase lo contrario. Ha quedado engavetado tanto por los políticos de un bando como los del otro; en teoría, en la legislación vigente solo pueden ser donantes los familiares), Jacqueline consiguió estar en el privilegiado grupo de los que lo consiguieron donante y el trasplante no fue rechazado.
Quienes emergieron de las sombras a la vida, han visto desaparecer esperanzas y calidad con la ausencia de medicamentos
Pero ahora la situación es otra. El gobierno dice que no hay crisis humanitaria. Yo solo sé que hay enfermos y muertos, vueltos a enfermar y a morir, porque socialmente también se muere más de una vez. Quienes emergieron de las sombras a la vida, han visto desaparecer esperanzas y calidad con la ausencia de medicamentos. Perdieron sus trasplantes y regresaron a las salas de diálisis, para caer en cuenta que tampoco allí hay espacio para ellos. No hay medicamentos, no se le hace el mantenimiento suficiente a las máquinas y, si una diálisis debe durar 3 horas, duran 2 para darle chance a otros. Se traduce en disminuir la pendiente que pueda llevar a la muerte, pero sin modificar la inclinación, cambiando la calidad por el tiempo de agonía. Y esto sin considerar que, en Venezuela, el personal especializado no está en Venezuela: puede estar en Colombia, España, Estados Unidos… u otro destino. Jacqueline consiguió meses atrás trabajar fuera del país para conseguir unos meses de
tratamiento, pero la situación no es la misma. Enfermos y más enfermos. Médicos y más médicos
Hace unos meses atrás acompañé a una prima a una cirugía ocular. Se dio en un hospital de la capital. Además que la anestesia no era de la concentración debida, por lo que hubo que lidiar con los nervios tanto del equipo médico como de la paciente, en los pasillos llegué a escuchar a algunos galenos que se quejaban, porque nos les permitían retirarse del hospital. Les tenían retenidos sus papeles, cuestión necesaria para apostillarlos y buscar nuevos horizontes en otras partes. En otro escenario, un médico cardiólogo en una consulta privada dijo que a él lo habían formado para ser médico: diagnosticar, recetar y curar o estabilizar; ahora debía contemplar con resignación el calvario de sus pacientes, indagar cuáles medicamentos se están consiguiendo, de esos cuáles puede recetar (algunos los traen de Cuba, la India y hasta Irán, sin que el ente regulador por el Estado certifique su calidad) y hasta estar al tanto de dónde se puede conseguir, pues no los hay en todas las farmacias. Hace menos de un año los psicotrópicos solo se conseguían en establecimientos cercanos al Hospital de Barquisimeto. Pero ya no se consiguen. Una persona reporta que el litio está desaparecido, por lo que un familiar esquizofrénico permanece en sedación permanente (otros están amarrados). Los antibióticos de última generación, no se sabe de ellos. Alguno ha salido de este mundo por la imprudencia de mezclar varios antibióticos para intentar completar el tratamiento.
Así que Jacqueline no está sola. Hay muchas y muchos y todos levantan su voz a través de ella, no para que el gobierno de Venezuela la oiga, sino para que el mundo sea testigo y haga algo. En Venezuela no hay crisis humanitaria: lo que hay es una sentencia que pende sobre todos los venezolanos de a pie. Jacqueline pudo montar en redes su video, gracias a la organización Funpaz.
Axel Capriles, una influencer que es psicólogo y doctor en ciencias económicas, alerta a su estilo lo que es la crisis alimentaria. No solo cómo no se va a enfermar una población que su expectativa de alimentación se haya en una bolsa de basura. Que en ocasiones implora que no mezclen los desechos alimenticios de otros (en muchas partes de Venezuela los sanitarios de las casas tienen papeleras donde se recoge el papel higiénico, no se tira por la taza; este puede terminar mezclado con desechos de comida, todo unido, en la bolsa de basura que retirará el servicio público de Aseo Urbano). Dice ella que, si actualmente hay gente que cree la historia del gobierno de la “guerra económica” de sectores de la oposición y del imperio (Estados Unidos), una población que no haya desarrollado en su infancia de manera saludable su cerebro terminará creyendo cualquier cosa a futuro, por razones de tipo bioquímicas:
Si una generación de chavistas se cree cuentos como el de la guerra económica y el saboteo del pernil imaginen qué será capaz de creer la próxima generación con déficit de proteínas y daño nutricional severo!
https://twitter.com/axelcapriles/status/947071594740043776.
Cuando la criminalidad parece política de Estado
Se ha dicho que Occidente ha sido muy indulgente con la izquierda y sus ramificaciones en el comunismo. No así con el fascismo y el nacional socialismo. Lo cierto es que cualquier debate ideológico en Venezuela está descartado. Lo dijo el alcalde Ledezma, exiliado político. En Venezuela lo que cuenta es el poder, tanto como el poder le interesaría a un secuestrador. No es que no se sepa lo que ocurre (eso puede ser válido para algunas personas de condiciones de minusvalía cognitiva), solo que no se reconoce de manera pública. Ante el estupefacto de esta realidad, donde miles de muertos valen la estadía en el poder, difícilmente se cederá en base a principios distintos al de la propia supervivencia. Es la pata chueca de la mesa de diálogo en República Dominicana. La carencia de escrúpulos es total. Es sociopatía.
Hace un tiempo surgió una idea de “las zonas de paz” para “atacar la violencia” (hay que recordar que en Venezuela hay más muertes por causa de violencia que en cualquier escenario bélico mundial, sin contabilizar los demás delitos). Era una especie de tregua donde la policía no entraba en dicho territorio para dejarlo bajo el dominio de diversas bandas. Por supuesto que las bandas seguían operando. En el fondo, resultaba como un convenio para que estas defendiesen la Revolución en caso de necesidad. Otro caso es la llamada “Ley del desarme”: desarmaron a las compañías de seguridad y a los ciudadanos, presuntamente opositores, no a los criminales. El ciudadano puede sentirse a merced del hampa, y con toda razón. Recogido en sus casas, no hace falta prohibir reuniones o similares. Yo vi en el 2013 cómo un motorizado con un acompañante despojaron de su móvil a una señora, que estaba ligeramente aislada, en actitud o de protesta o de curiosidad por las protestas…
Y desde que la “comandante fosforito”, Iris Varela, asumió la cartera del Ministerio de Servicios Penitenciarios (hacia el 2011), las cárceles comenzaron a ser controladas por los mismos delincuentes, los llamados “Pranes”, y no por la policía ni la Guardia Nacional. Desde antes ya se decía del grado de desenfreno que estaba existiendo en las cárceles. En una reunión,el mismo 2 de enero, dos personas contaron distintos casos donde las víctimas de secuestros las tenían escondidas en la cárcel, a la espera del rescate.
Y si de la Asamblea Nacional hablamos…
Esta Venezuela que parece de ciencia ficción, es real. Julio Jiménez Gédler, alias “Coco”, dirigente del Movimiento Democracia, Sociedad y Desarrollo, alertaba sobre la designación de la presidencia de la Asamblea Nacional. Dicho poder está en manos de la Oposición (en teoría, pues en la práctica tiene mermados sus poderes). Dicha presidencia tiene un año de duración y, cuando ganó la Oposición, se llegó al acuerdo de rotarlo año tras año entre los principales partidos adversos al gobierno. Si bien ha sido nefasta la actuación de la Oposición, este año pudiese ser peor. Si designan a Un Nuevo Tiempo para dicho cargo, este puede “bailar pega’o” con el gobierno, abriéndole muchas compuertas hasta ahora cerrada: aprobar presupuesto y contratos con otros países, reconocer la Asamblea Nacional Constituyente y aprobar leyes que favorezcan al régimen. El presidente del partido es Manuel Rosales, un político de oposición que enfrentó a Chávez y huyó al exterior. En el 2015 regresó al país y lo detuvieron durante un año. Cuando sale libre se genera la duda sobre qué condiciones. Y desde entonces ha parecido para varios, incluido Julio “Coco”, que Rosales ha jugado como caballo de Troya en la Oposición. No en vano pasó Navidad en el sur de la Florida, en Estados Unidos, junto con una gran cantidad de personas cercanas. En Venezuela no hay para tanto gasto y para tantas personas, y menos de quien, según se sabe, trabaja con dedicación exclusiva para la política, no para ninguna empresa exportadora.
Mientras se cruzan estas informaciones, circula otra: todo el personal del hospital fue despedido. Profesionales en la calle, aparentemente por retaliaciones políticas. Mucha angustia y preguntas en esta Venezuela transfundida.
Ha comenzado el 2018. Los pronósticos no son reservados: son malos. La incertidumbre… mucha.
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