VENEZUELA: EL CERCO SE ESTRECHA...
El futuro incierto del país, que quiere
emparedarse tras un texto seudo-legal
No es fácil entender a Venezuela, ni siquiera estando
en Venezuela. Puede que haya confusiones tropicales y tercermundistas, pero lo
central está ligado a una macabra planificación de control social. Cuestión
ésta que, no sé si por mi condición de sacerdote, no alcanzo a comprender.
Puede que desde los salmos contenidos en la Biblia, me parece necio el hombre
que no mide el alcance de sus años y sus ambiciones. Quizás ese sea el absurdo
de los colectivismos, aunque este respire el ambiente lúgubre y cargado de
nicotina de alguna reunión de malencarados en algún oscuro cuchitril de
Chicago, por aquellos años 20. Pero en versión del tercer milenio. O sea, del
petro-Estado al narco-Estado.
Ninguna medida económica tomadas en los meses
recientes ha reportado una mejoría sustancial y sostenible a la gente, porque
obvia lo fundamental: que las sociedades progresan en la medida en que
son productivas, y son productivas en la medida en que la gente trabaja. El
caso venezolano es que vivió de la renta petrolera, cuestión distinta al
descarte de trabajadores en otros países por la robotización de la industria.
Así que el Estado ha impuesto unas condiciones inviables (expresión extraída
del léxico de los abortistas) para la sociedad, donde hay un descalabro a todo
nivel. Los precios permanecen controlados por un cerco policial y militar,
mientras el salario se disparó de $ 1 o $ 2 mensuales a $ 30, según los
cálculos del gobierno. De pagar unos 15 millones a 1800 millones, calculados
con el cono monetario anterior. De tener unos salarios con escalafones a
nivelar todos los ingresos al monto anterior, con lo que un postdoctorado pesa
igual que un aprendiz… excepto para los grandes ministros y el mundo militar.
Con una especie de subsidio por 90 días para las empresas que no pudiesen
costearlo, cuestión con laberintísticas consecuencias en torno a la pertenencia
y permanencia de las mismas para el cuarto mes, si no de particulares o del
Estado. Con el anuncio de subida del combustible de Bs. 6 ( 1+1+1+1+1+1) el
litro a 3 millones, del cono anterior, se desata el pánico. Normalmente debería
traducirse en reajustes para el precio de las mercancías, que no se quiere. Así
como la carne de pollo y de res está desaparecida, por lo mismo, los
productores del campo amenazados e invasiones y expropiaciones en haciendas…
Con lo que se suma el cambio de cono, que se quitan 5 ceros y no 6: o sea, no
es que 6 millones ahora son 6 bolívares, que supone una cuenta fácil de sacar
mentalmente, sino que esos 6 millones son 60 bolívares de los nuevos, de los
llamados soberanos. O sea, una fábrica para fundir neuronas.
Las sociedades progresan en la medida en
que son productivas, y son productivas en la medida en que la
gente trabaja
Un registro en el carnet de la patria, versión
electrónica de una cartilla de racionamiento, pero que sirve para cualquier
beneficio como, por ejemplo, para el subsidio (no muy claro) al precio de la
gasolina… Controles para el subsidio que ha ocasionado que el propietario que
se haya inscrito en el registro automotor pierda la potestad de vender su
vehículo durante los próximos 2 años… Panorama al que se debe sumar cierta
presión internacional, el problema de los refugiados venezolanos, un buque
hospital norteamericano en aguas colombianas y una nave médica china atracada
en las costas venezolanas. Vientos de intervención se sienten, más allá si los
provoca un ventilador o las nubes acumuladas en la estratósfera.
El descontento popular es masivo, como la incapacidad
de articular una protesta contundente y la artrosis del liderazgo opositor.
Fuera de la coincidencia de superar este estado de cosas, dudo de la claridad
sobre el modelo de país que se pretenda quienes sufren de descontento crónico.
Igual hay radicales de lado y lado, que buscarán imponer su visión al resto de
la población. Están los que quieren restituir el traicionado legado del
presidente Chávez a los que buscan sociedades de corte más liberal. Así que ni
siquiera hay coincidencia en el diagnóstico. Mientras, enjambres de guardias
nacionales y policías hacen ronda por las calles, sobre todo si hay tufo de
protestas, para que se sepa del riesgo que corren los que se oponen al
gobierno. No pueden darse el lujo de repetir el error del año pasado y dejar
que prendan las calles con toda clase de protestas, que requirió psicótica
audacia para aplacar…
A lo largo del año ha habido diversos ensayos de
elecciones. Creo que servía de coartada ante la vigilante comunidad
internacional, tanto como achacar a Colombia, México y Chile la autoría del
atentado contra Maduro en la parada militar del 4 de agosto pasado en la
avenida Bolívar de Caracas. O pedir a la ONU que financie el retorno de los
refugiados venezolanos arrepentidos con 500 millones de dólares. O pretender que Colombia indemnice a Venezuela por los gastos
ocasionados durante años por sus ciudadanos desplazados a este país huyendo del
conflicto neogranadino.
Escenario… ¿escenario de qué?
En este escenario, con cacería de opositores y
periodistas, se pone en duda el bando de los políticos y se rastrea
conspiraciones militares con cazas aleatorias, se asoma para diciembre el
referéndum aprobatorio de la nueva y desconocida constitución. De ella nada se
sabe, fuera de la sospecha que ya estaba escrita. Que tiene la fachada
comunista, aunque lo que pretenda es blindar a los actuales protagonistas de
este desastre en sus aspiraciones de envejecer atornillados al poder. Parece
que, pudiendo imponerla, van a consultar su imposición. Y esto requiere varias
consideraciones.
El sistema electoral venezolano no es creíble bajo
ningún aspecto. Está diseñado para la trampa y el fraude, con diversas válvulas
de seguridad. Si existe la mayoría, por supuesto que no se activa ninguna de
las válvulas. Pero si está en riesgo el éxito, comienzan los chantajes y la
intimidación para que la gente acuda a votar: porque te obligan, porque vas a
perder tus medicamentos, tu empleo o van a desalojarte de la casa, que no es
tuya sino del gobierno. Igualmente, los centro de votación de mayoría opositora
se cierran o desplazan hacia zonas populares, de direcciones enrevesadas y
sensación de peligrosidad. O enjambres de motorizados, de los llamados
colectivos, que son más bien paramilitares, aterrorizan las calles, las colas
de opositores o amenazan con robos masivos en las filas de votación, sobre todo
si ha caído la noche. Por supuesto que para el “partido de gobierno” las mesas
de votación permanecen abiertas hasta después de la hora del cierre, aunque no
haya votantes, sin que importe si es contrario a la norma legal. Esto sin tomar
en cuenta que, cuando se votó por los diputados a la constituyente, era bizarra
la creación ex nihilo de los distritos electorales y su peso a nivel nacional,
para asegurar mayorías aun si hubiese acudido con candidatos cualquier grupo
opositor.
En este escenario, con cacería de
opositores y periodistas, se pone en duda el bando de los políticos y se
rastrea conspiraciones militares con cazas aleatorias
Pero si los números no dan, siempre se pueden fabricar
de manera virtual, aunque no virtuosa. Sobre todo si hay intereses tan robustos
como todas las riquezas auríferas y diamantinas repartidas entre auténticas
mafias del estado Bolívar: al opositor Andrés Velázquez no
solo no fue reconocida su victoria, sino que su reclamo duerme el sueño de los
inocentes en alguna gaveta del Consejo Nacional Electoral.
Con este panorama, se asoma para diciembre la
aprobación vía referéndum de este conato de constitución. Como mencioné, de
ella no se sabe mucho, pues lo que se sabe no se sabe si se sabe o no se sabe,
si es para distraer o confundir, si es las dos a la vez o, por el contrario, al
mismo tiempo. Se supone, por la trayectoria, que la instancia menor de
participación, para cualquier asunto público, serán los consejos comunales. El
ciudadano lo mandan de paseo. Si no estás asociado, no eres nadie. Y si estás
asociado a quien no esté con el gobierno, menos. Porque la maleza oculta los
hilos que moverán las manos alzadas, puesto que no habría voto secreto, tanto
para seleccionar miembros y autoridades como para tomar decisiones. La
apropiación real aunque maquillada de la propiedad privada y los factores de
producción por parte del Estado no parece un asunto descabellado de pensar.
Como en Cuba, el control social pasa por el trabajo, la comida y las medicinas.
En este esquema, el carnet de la patria, esa libreta de racionamiento del siglo
XXI, desplaza la libertad de tomar las propias decisiones económicas, junto con
las demás. El neo-léxico usará palabras como democracia en términos que
excluyan o a las minorías o a quienes no están alineados con el poder. Pueblo
representará solo a una facción, así como patria es la de ellos y no la de los
demás. Y los crímenes de odio y traición a la patria se usarán sin discreción,
hasta que desaparezca cualquier oposición, para luego usarla entre los bandos
que forman parte del partido: entonces algunos añorarán los tiempos en los que
había opositores que encerrar en las mazmorras…
Pero si los números no dan, siempre se
pueden fabricar de manera virtual, aunque no virtuosa
El panorama pintado luce sombrío… pero
quiere ser realista. No es una fatum. Depende de
los hombres y mujeres y sus circunstancias. Hay toda una línea de filósofos del
siglo XIX, que de forma curiosa desencadena en Lenin, que valora la capacidad
de maniobra en medio de las eventualidades de la historia. No porque la
historia sea dialéctica, sino porque la historia es humana, pues la hacen los
seres humanos. Así de claro, desde Sun Tzu hasta nuestros días, por mayores
torpezas que se cometan. La intención de quien está en el poder es preservarlo
a toda costa. Su esperanza es imponer, doblegar sin que la gente se oponga. Su apuesta
es neurótica, pues retener el poder puede develarlos. Porque no es el poder
consensuado por una victoria electoral, sino arrebatado. No hay ideales fuera
de la permanencia aunque la gestión sea deplorable hasta para el más patán de
la sociedad. Sueñan que imponer una constitución le da legalidad ante el país y
la comunidad internacional, como si no fuera fruto de artimañas. Como si fuera
las tablas de la Ley que el Eterno le entregó a Moisés. Algo tan absurdo como
los matrimonios obligados de la antigüedad, donde uno consideraba ser
propietario del otro por haberle obligado a rendir juramento de
fidelidad ante el altar y en contra de la conciencia.
También quien adversa al modelo que el gobierno
intenta imponer (no solo se opone a los personajes del poder), articular
acciones y protestas, exorcizando el miedo y evitando riesgos innecesarios pues
no representarían mayores ganancias, debe mover sus piezas. La articulación
política sigue siendo una tarea pendiente, con el problema de ver siempre las
mismas caras, en ocasiones desgastadas por los años y los yerros… desgastadas
por la exclusión de opositores probos y la inclusión de opositores
controvertidos.
Que vaya a hacer la comunidad
internacional, eso no se sabe
Que vaya a hacer la comunidad internacional, eso no se
sabe. El venezolano debe hacer lo que está al alcance de su mano y articular,
cómo no, dentro del marco legal internacional, lo que sea necesario para
devolver la normalidad a Venezuela. Lo que puedan hacer otros países, depende
de ellos como actores. No hacer, esperando que hagan es un absurdo. Se puede
arriesgar a que sencillamente pierdan el interés en esta tragedia, y Venezuela
sea absorbida por los abstractos números de las estadísticas…
Un cálculo frío, sin la arrogancia de otros momentos,
es plantearse qué va a hacer quienes son contrarios al proyecto hegemónico que
se pretende refrendar con la llamada “nueva constitución”. Si bien es válido
diversas acciones, la articulación política es necesaria. Mi opinión personal,
contrario a otros momentos en los que me parecía inverosímil que se presentaran
candidatos opositores a las elecciones de alcaldes o presidenciales, es que se
articule una asistencia masiva a la votación para rechazarlo. Aunque no sea la
única acción y tenga que estar ligada a otras acciones. Que quienes se llaman
gobierno tengan que quemar todas las válvulas de seguridad para imponerse.
Quienes están al mando de esto, que no parece Estado, van a hacer lo posible
por imponerse. Lo que debe dejarse en evidencia es lo arbitrario. Que tengan
que hacer toda clase de tropelías. Que se vean tan apremiados que, para
imponerse, tengan que desnudarse de las formas. No sé si se alcance a revertir
el fraude, pero que el rey se vea desnudo es harto importante. Que se perciba
la tramoya, tiene su peso. Que el fraude para cantar victoria sea, de paso, una
victoria fraudulenta y pírrica, es ganancia. Ganancia que implica afluencia a
las urnas y coraje en la calle para defender resultados, apostando por lo
pacífico, eludiendo la violencia de los uniformados…
No puedo concluir sin intentar articular una palabra
desde y para la fe cristiana. Que Dios intervenga para que esta historia sea de
salvación, es un dato grueso de la Revelación cristiana. Lo cual no implica que
haga intervenciones quirúrgicas en casa instante, sin el concurso de los seres
humanos. Lo propio es la acción humana. Sino habría que excluir el libro de los
Hechos de los Apóstoles del canon de las Escrituras. El ser humano contribuye,
y no poco. Aunque su acción es ya fruto de la gracia de Dios. No en vano, hasta
la acción divino-humana de orar, es una forma no poca de contribuir. De forma
curiosa la oración consigue la intervención de ese Dios que es amor.
Pero no cualquier oración es cristiana ni bíblica. Ese
también es un dato grueso de las Escrituras. La oración implica transformación
y compromiso, eso que se llama oración. Orar desde la gradería no es oración
cristiana. Para orar hay que “mojarse”. Y en ese proceso Dios purifica
intenciones y planteamientos…
Pero una cosa es que Dios esté con la persona en
concreto, que la ama de forma particular y que la Iglesia considera a la
persona como el centro de la sociedad (con atención a los más vulnerables), y
otra que Dios se cuadre con una propuesta política concreta. Quiero decir, hay
modelos de sociedad que atentan de manera estructural contra la dignidad de la
persona humana. Es claro que ahí no se reflejan los valores del Evangelio. Pero
dentro de aquella gama que sí lo hace, no se casa con agrupaciones concretas.
Teniendo en cuenta este detalle, para nada menor, es
que la resiliencia en Venezuela va de la mano de la espiritualidad cristiana
(no trato aunque no excluyo otras espiritualidades). O sea, la presencia de
Dios en la historia, que descubre la fe, no ahorra ni el compromiso ni la
oración, como tampoco el diálogo, el perdón y la justicia.
La presencia de Dios en la historia, que
descubre la fe, no ahorra ni el compromiso ni la oración, como tampoco el
diálogo, el perdón y la justicia
No es fácil entender a Venezuela, ni siquiera estando
en Venezuela. Puede que haya confusiones tropicales y tercermundistas, pero lo
central está ligado a una macabra planificación de control social. Cuestión
ésta que, no sé si por mi condición de sacerdote, no alcanzo a comprender.
Puede que desde los salmos contenidos en la Biblia, me parece necio el hombre
que no mide el alcance de sus años y sus ambiciones. Quizás ese sea el absurdo
de los colectivismos, aunque este respire el ambiente lúgubre y cargado de
nicotina de alguna reunión de malencarados en algún oscuro cuchitril de
Chicago, por aquellos años 20. Pero en versión del tercer milenio. O sea, del
petro-Estado al narco-Estado.
Ninguna medida económica tomadas en los meses
recientes ha reportado una mejoría sustancial y sostenible a la gente, porque
obvia lo fundamental: que las sociedades progresan en la medida en que
son productivas, y son productivas en la medida en que la gente trabaja. El
caso venezolano es que vivió de la renta petrolera, cuestión distinta al
descarte de trabajadores en otros países por la robotización de la industria.
Así que el Estado ha impuesto unas condiciones inviables (expresión extraída
del léxico de los abortistas) para la sociedad, donde hay un descalabro a todo
nivel. Los precios permanecen controlados por un cerco policial y militar,
mientras el salario se disparó de $ 1 o $ 2 mensuales a $ 30, según los
cálculos del gobierno. De pagar unos 15 millones a 1800 millones, calculados
con el cono monetario anterior. De tener unos salarios con escalafones a
nivelar todos los ingresos al monto anterior, con lo que un postdoctorado pesa
igual que un aprendiz… excepto para los grandes ministros y el mundo militar.
Con una especie de subsidio por 90 días para las empresas que no pudiesen
costearlo, cuestión con laberintísticas consecuencias en torno a la pertenencia
y permanencia de las mismas para el cuarto mes, si no de particulares o del
Estado. Con el anuncio de subida del combustible de Bs. 6 ( 1+1+1+1+1+1) el
litro a 3 millones, del cono anterior, se desata el pánico. Normalmente debería
traducirse en reajustes para el precio de las mercancías, que no se quiere. Así
como la carne de pollo y de res está desaparecida, por lo mismo, los
productores del campo amenazados e invasiones y expropiaciones en haciendas…
Con lo que se suma el cambio de cono, que se quitan 5 ceros y no 6: o sea, no
es que 6 millones ahora son 6 bolívares, que supone una cuenta fácil de sacar
mentalmente, sino que esos 6 millones son 60 bolívares de los nuevos, de los
llamados soberanos. O sea, una fábrica para fundir neuronas.
Las sociedades progresan en la medida en
que son productivas, y son productivas en la medida en que la
gente trabaja
Un registro en el carnet de la patria, versión
electrónica de una cartilla de racionamiento, pero que sirve para cualquier
beneficio como, por ejemplo, para el subsidio (no muy claro) al precio de la
gasolina… Controles para el subsidio que ha ocasionado que el propietario que
se haya inscrito en el registro automotor pierda la potestad de vender su
vehículo durante los próximos 2 años… Panorama al que se debe sumar cierta
presión internacional, el problema de los refugiados venezolanos, un buque
hospital norteamericano en aguas colombianas y una nave médica china atracada
en las costas venezolanas. Vientos de intervención se sienten, más allá si los
provoca un ventilador o las nubes acumuladas en la estratósfera.
El descontento popular es masivo, como la incapacidad
de articular una protesta contundente y la artrosis del liderazgo opositor.
Fuera de la coincidencia de superar este estado de cosas, dudo de la claridad
sobre el modelo de país que se pretenda quienes sufren de descontento crónico.
Igual hay radicales de lado y lado, que buscarán imponer su visión al resto de
la población. Están los que quieren restituir el traicionado legado del
presidente Chávez a los que buscan sociedades de corte más liberal. Así que ni
siquiera hay coincidencia en el diagnóstico. Mientras, enjambres de guardias
nacionales y policías hacen ronda por las calles, sobre todo si hay tufo de
protestas, para que se sepa del riesgo que corren los que se oponen al
gobierno. No pueden darse el lujo de repetir el error del año pasado y dejar
que prendan las calles con toda clase de protestas, que requirió psicótica
audacia para aplacar…
A lo largo del año ha habido diversos ensayos de
elecciones. Creo que servía de coartada ante la vigilante comunidad
internacional, tanto como achacar a Colombia, México y Chile la autoría del
atentado contra Maduro en la parada militar del 4 de agosto pasado en la
avenida Bolívar de Caracas. O pedir a la ONU que financie el retorno de los
refugiados venezolanos arrepentidos con 500 millones de dólares. O pretender que Colombia indemnice a Venezuela por los gastos
ocasionados durante años por sus ciudadanos desplazados a este país huyendo del
conflicto neogranadino.
Escenario… ¿escenario de qué?
En este escenario, con cacería de opositores y
periodistas, se pone en duda el bando de los políticos y se rastrea
conspiraciones militares con cazas aleatorias, se asoma para diciembre el
referéndum aprobatorio de la nueva y desconocida constitución. De ella nada se
sabe, fuera de la sospecha que ya estaba escrita. Que tiene la fachada
comunista, aunque lo que pretenda es blindar a los actuales protagonistas de
este desastre en sus aspiraciones de envejecer atornillados al poder. Parece
que, pudiendo imponerla, van a consultar su imposición. Y esto requiere varias
consideraciones.
El sistema electoral venezolano no es creíble bajo
ningún aspecto. Está diseñado para la trampa y el fraude, con diversas válvulas
de seguridad. Si existe la mayoría, por supuesto que no se activa ninguna de
las válvulas. Pero si está en riesgo el éxito, comienzan los chantajes y la
intimidación para que la gente acuda a votar: porque te obligan, porque vas a
perder tus medicamentos, tu empleo o van a desalojarte de la casa, que no es
tuya sino del gobierno. Igualmente, los centro de votación de mayoría opositora
se cierran o desplazan hacia zonas populares, de direcciones enrevesadas y
sensación de peligrosidad. O enjambres de motorizados, de los llamados
colectivos, que son más bien paramilitares, aterrorizan las calles, las colas
de opositores o amenazan con robos masivos en las filas de votación, sobre todo
si ha caído la noche. Por supuesto que para el “partido de gobierno” las mesas
de votación permanecen abiertas hasta después de la hora del cierre, aunque no
haya votantes, sin que importe si es contrario a la norma legal. Esto sin tomar
en cuenta que, cuando se votó por los diputados a la constituyente, era bizarra
la creación ex nihilo de los distritos electorales y su peso a nivel nacional,
para asegurar mayorías aun si hubiese acudido con candidatos cualquier grupo
opositor.
En este escenario, con cacería de
opositores y periodistas, se pone en duda el bando de los políticos y se
rastrea conspiraciones militares con cazas aleatorias
Pero si los números no dan, siempre se pueden fabricar
de manera virtual, aunque no virtuosa. Sobre todo si hay intereses tan robustos
como todas las riquezas auríferas y diamantinas repartidas entre auténticas
mafias del estado Bolívar: al opositor Andrés Velázquez no
solo no fue reconocida su victoria, sino que su reclamo duerme el sueño de los
inocentes en alguna gaveta del Consejo Nacional Electoral.
Con este panorama, se asoma para diciembre la
aprobación vía referéndum de este conato de constitución. Como mencioné, de
ella no se sabe mucho, pues lo que se sabe no se sabe si se sabe o no se sabe,
si es para distraer o confundir, si es las dos a la vez o, por el contrario, al
mismo tiempo. Se supone, por la trayectoria, que la instancia menor de
participación, para cualquier asunto público, serán los consejos comunales. El
ciudadano lo mandan de paseo. Si no estás asociado, no eres nadie. Y si estás
asociado a quien no esté con el gobierno, menos. Porque la maleza oculta los
hilos que moverán las manos alzadas, puesto que no habría voto secreto, tanto
para seleccionar miembros y autoridades como para tomar decisiones. La
apropiación real aunque maquillada de la propiedad privada y los factores de
producción por parte del Estado no parece un asunto descabellado de pensar.
Como en Cuba, el control social pasa por el trabajo, la comida y las medicinas.
En este esquema, el carnet de la patria, esa libreta de racionamiento del siglo
XXI, desplaza la libertad de tomar las propias decisiones económicas, junto con
las demás. El neo-léxico usará palabras como democracia en términos que
excluyan o a las minorías o a quienes no están alineados con el poder. Pueblo
representará solo a una facción, así como patria es la de ellos y no la de los
demás. Y los crímenes de odio y traición a la patria se usarán sin discreción,
hasta que desaparezca cualquier oposición, para luego usarla entre los bandos
que forman parte del partido: entonces algunos añorarán los tiempos en los que
había opositores que encerrar en las mazmorras…
Pero si los números no dan, siempre se
pueden fabricar de manera virtual, aunque no virtuosa
El panorama pintado luce sombrío… pero
quiere ser realista. No es una fatum. Depende de
los hombres y mujeres y sus circunstancias. Hay toda una línea de filósofos del
siglo XIX, que de forma curiosa desencadena en Lenin, que valora la capacidad
de maniobra en medio de las eventualidades de la historia. No porque la
historia sea dialéctica, sino porque la historia es humana, pues la hacen los
seres humanos. Así de claro, desde Sun Tzu hasta nuestros días, por mayores
torpezas que se cometan. La intención de quien está en el poder es preservarlo
a toda costa. Su esperanza es imponer, doblegar sin que la gente se oponga. Su apuesta
es neurótica, pues retener el poder puede develarlos. Porque no es el poder
consensuado por una victoria electoral, sino arrebatado. No hay ideales fuera
de la permanencia aunque la gestión sea deplorable hasta para el más patán de
la sociedad. Sueñan que imponer una constitución le da legalidad ante el país y
la comunidad internacional, como si no fuera fruto de artimañas. Como si fuera
las tablas de la Ley que el Eterno le entregó a Moisés. Algo tan absurdo como
los matrimonios obligados de la antigüedad, donde uno consideraba ser
propietario del otro por haberle obligado a rendir juramento de
fidelidad ante el altar y en contra de la conciencia.
También quien adversa al modelo que el gobierno
intenta imponer (no solo se opone a los personajes del poder), articular
acciones y protestas, exorcizando el miedo y evitando riesgos innecesarios pues
no representarían mayores ganancias, debe mover sus piezas. La articulación
política sigue siendo una tarea pendiente, con el problema de ver siempre las
mismas caras, en ocasiones desgastadas por los años y los yerros… desgastadas
por la exclusión de opositores probos y la inclusión de opositores
controvertidos.
Que vaya a hacer la comunidad
internacional, eso no se sabe
Que vaya a hacer la comunidad internacional, eso no se
sabe. El venezolano debe hacer lo que está al alcance de su mano y articular,
cómo no, dentro del marco legal internacional, lo que sea necesario para
devolver la normalidad a Venezuela. Lo que puedan hacer otros países, depende
de ellos como actores. No hacer, esperando que hagan es un absurdo. Se puede
arriesgar a que sencillamente pierdan el interés en esta tragedia, y Venezuela
sea absorbida por los abstractos números de las estadísticas…
Un cálculo frío, sin la arrogancia de otros momentos,
es plantearse qué va a hacer quienes son contrarios al proyecto hegemónico que
se pretende refrendar con la llamada “nueva constitución”. Si bien es válido
diversas acciones, la articulación política es necesaria. Mi opinión personal,
contrario a otros momentos en los que me parecía inverosímil que se presentaran
candidatos opositores a las elecciones de alcaldes o presidenciales, es que se
articule una asistencia masiva a la votación para rechazarlo. Aunque no sea la
única acción y tenga que estar ligada a otras acciones. Que quienes se llaman
gobierno tengan que quemar todas las válvulas de seguridad para imponerse.
Quienes están al mando de esto, que no parece Estado, van a hacer lo posible
por imponerse. Lo que debe dejarse en evidencia es lo arbitrario. Que tengan
que hacer toda clase de tropelías. Que se vean tan apremiados que, para
imponerse, tengan que desnudarse de las formas. No sé si se alcance a revertir
el fraude, pero que el rey se vea desnudo es harto importante. Que se perciba
la tramoya, tiene su peso. Que el fraude para cantar victoria sea, de paso, una
victoria fraudulenta y pírrica, es ganancia. Ganancia que implica afluencia a
las urnas y coraje en la calle para defender resultados, apostando por lo
pacífico, eludiendo la violencia de los uniformados…
No puedo concluir sin intentar articular una palabra
desde y para la fe cristiana. Que Dios intervenga para que esta historia sea de
salvación, es un dato grueso de la Revelación cristiana. Lo cual no implica que
haga intervenciones quirúrgicas en casa instante, sin el concurso de los seres
humanos. Lo propio es la acción humana. Sino habría que excluir el libro de los
Hechos de los Apóstoles del canon de las Escrituras. El ser humano contribuye,
y no poco. Aunque su acción es ya fruto de la gracia de Dios. No en vano, hasta
la acción divino-humana de orar, es una forma no poca de contribuir. De forma
curiosa la oración consigue la intervención de ese Dios que es amor.
Pero no cualquier oración es cristiana ni bíblica. Ese
también es un dato grueso de las Escrituras. La oración implica transformación
y compromiso, eso que se llama oración. Orar desde la gradería no es oración
cristiana. Para orar hay que “mojarse”. Y en ese proceso Dios purifica
intenciones y planteamientos…
Pero una cosa es que Dios esté con la persona en
concreto, que la ama de forma particular y que la Iglesia considera a la
persona como el centro de la sociedad (con atención a los más vulnerables), y
otra que Dios se cuadre con una propuesta política concreta. Quiero decir, hay
modelos de sociedad que atentan de manera estructural contra la dignidad de la
persona humana. Es claro que ahí no se reflejan los valores del Evangelio. Pero
dentro de aquella gama que sí lo hace, no se casa con agrupaciones concretas.
Teniendo en cuenta este detalle, para nada menor, es
que la resiliencia en Venezuela va de la mano de la espiritualidad cristiana
(no trato aunque no excluyo otras espiritualidades). O sea, la presencia de
Dios en la historia, que descubre la fe, no ahorra ni el compromiso ni la
oración, como tampoco el diálogo, el perdón y la justicia.
La presencia de Dios en la historia, que
descubre la fe, no ahorra ni el compromiso ni la oración, como tampoco el
diálogo, el perdón y la justicia
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