VENEZUELA: EL CERCO SE ESTRECHA...




El futuro incierto del país, que quiere emparedarse tras un texto seudo-legal

No es fácil entender a Venezuela, ni siquiera estando en Venezuela. Puede que haya confusiones tropicales y tercermundistas, pero lo central está ligado a una macabra planificación de control social. Cuestión ésta que, no sé si por mi condición de sacerdote, no alcanzo a comprender. Puede que desde los salmos contenidos en la Biblia, me parece necio el hombre que no mide el alcance de sus años y sus ambiciones. Quizás ese sea el absurdo de los colectivismos, aunque este respire el ambiente lúgubre y cargado de nicotina de alguna reunión de malencarados en algún oscuro cuchitril de Chicago, por aquellos años 20. Pero en versión del tercer milenio. O sea, del petro-Estado al narco-Estado.

Ninguna medida económica tomadas en los meses recientes ha reportado una mejoría sustancial y sostenible a la gente, porque obvia lo fundamental: que las sociedades progresan en la medida en que son productivas, y son productivas en la medida en que la gente trabaja. El caso venezolano es que vivió de la renta petrolera, cuestión distinta al descarte de trabajadores en otros países por la robotización de la industria. Así que el Estado ha impuesto unas condiciones inviables (expresión extraída del léxico de los abortistas) para la sociedad, donde hay un descalabro a todo nivel. Los precios permanecen controlados por un cerco policial y militar, mientras el salario se disparó de $ 1 o $ 2 mensuales a $ 30, según los cálculos del gobierno. De pagar unos 15 millones a 1800 millones, calculados con el cono monetario anterior. De tener unos salarios con escalafones a nivelar todos los ingresos al monto anterior, con lo que un postdoctorado pesa igual que un aprendiz… excepto para los grandes ministros y el mundo militar. Con una especie de subsidio por 90 días para las empresas que no pudiesen costearlo, cuestión con laberintísticas consecuencias en torno a la pertenencia y permanencia de las mismas para el cuarto mes, si no de particulares o del Estado. Con el anuncio de subida del combustible de Bs. 6 ( 1+1+1+1+1+1) el litro a 3 millones, del cono anterior, se desata el pánico. Normalmente debería traducirse en reajustes para el precio de las mercancías, que no se quiere. Así como la carne de pollo y de res está desaparecida, por lo mismo, los productores del campo amenazados e invasiones y expropiaciones en haciendas… Con lo que se suma el cambio de cono, que se quitan 5 ceros y no 6: o sea, no es que 6 millones ahora son 6 bolívares, que supone una cuenta fácil de sacar mentalmente, sino que esos 6 millones son 60 bolívares de los nuevos, de los llamados soberanos. O sea, una fábrica para fundir neuronas.

Las sociedades progresan en la medida en que son productivas, y son productivas en la medida en que la gente trabaja

Un registro en el carnet de la patria, versión electrónica de una cartilla de racionamiento, pero que sirve para cualquier beneficio como, por ejemplo, para el subsidio (no muy claro) al precio de la gasolina… Controles para el subsidio que ha ocasionado que el propietario que se haya inscrito en el registro automotor pierda la potestad de vender su vehículo durante los próximos 2 años… Panorama al que se debe sumar cierta presión internacional, el problema de los refugiados venezolanos, un buque hospital norteamericano en aguas colombianas y una nave médica china atracada en las costas venezolanas. Vientos de intervención se sienten, más allá si los provoca un ventilador o las nubes acumuladas en la estratósfera.

El descontento popular es masivo, como la incapacidad de articular una protesta contundente y la artrosis del liderazgo opositor. Fuera de la coincidencia de superar este estado de cosas, dudo de la claridad sobre el modelo de país que se pretenda quienes sufren de descontento crónico. Igual hay radicales de lado y lado, que buscarán imponer su visión al resto de la población. Están los que quieren restituir el traicionado legado del presidente Chávez a los que buscan sociedades de corte más liberal. Así que ni siquiera hay coincidencia en el diagnóstico. Mientras, enjambres de guardias nacionales y policías hacen ronda por las calles, sobre todo si hay tufo de protestas, para que se sepa del riesgo que corren los que se oponen al gobierno. No pueden darse el lujo de repetir el error del año pasado y dejar que prendan las calles con toda clase de protestas, que requirió psicótica audacia para aplacar…

A lo largo del año ha habido diversos ensayos de elecciones. Creo que servía de coartada ante la vigilante comunidad internacional, tanto como achacar a Colombia, México y Chile la autoría del atentado contra Maduro en la parada militar del 4 de agosto pasado en la avenida Bolívar de Caracas. O pedir a la ONU que financie el retorno de los refugiados venezolanos arrepentidos con 500 millones de dólares. O pretender que Colombia indemnice a Venezuela por los gastos ocasionados durante años por sus ciudadanos desplazados a este país huyendo del conflicto neogranadino.

Escenario… ¿escenario de qué?

En este escenario, con cacería de opositores y periodistas, se pone en duda el bando de los políticos y se rastrea conspiraciones militares con cazas aleatorias, se asoma para diciembre el referéndum aprobatorio de la nueva y desconocida constitución. De ella nada se sabe, fuera de la sospecha que ya estaba escrita. Que tiene la fachada comunista, aunque lo que pretenda es blindar a los actuales protagonistas de este desastre en sus aspiraciones de envejecer atornillados al poder. Parece que, pudiendo imponerla, van a consultar su imposición. Y esto requiere varias consideraciones.

El sistema electoral venezolano no es creíble bajo ningún aspecto. Está diseñado para la trampa y el fraude, con diversas válvulas de seguridad. Si existe la mayoría, por supuesto que no se activa ninguna de las válvulas. Pero si está en riesgo el éxito, comienzan los chantajes y la intimidación para que la gente acuda a votar: porque te obligan, porque vas a perder tus medicamentos, tu empleo o van a desalojarte de la casa, que no es tuya sino del gobierno. Igualmente, los centro de votación de mayoría opositora se cierran o desplazan hacia zonas populares, de direcciones enrevesadas y sensación de peligrosidad. O enjambres de motorizados, de los llamados colectivos, que son más bien paramilitares, aterrorizan las calles, las colas de opositores o amenazan con robos masivos en las filas de votación, sobre todo si ha caído la noche. Por supuesto que para el “partido de gobierno” las mesas de votación permanecen abiertas hasta después de la hora del cierre, aunque no haya votantes, sin que importe si es contrario a la norma legal. Esto sin tomar en cuenta que, cuando se votó por los diputados a la constituyente, era bizarra la creación ex nihilo de los distritos electorales y su peso a nivel nacional, para asegurar mayorías aun si hubiese acudido con candidatos cualquier grupo opositor.

En este escenario, con cacería de opositores y periodistas, se pone en duda el bando de los políticos y se rastrea conspiraciones militares con cazas aleatorias

Pero si los números no dan, siempre se pueden fabricar de manera virtual, aunque no virtuosa. Sobre todo si hay intereses tan robustos como todas las riquezas auríferas y diamantinas repartidas entre auténticas mafias del estado Bolívar: al opositor Andrés Velázquez no solo no fue reconocida su victoria, sino que su reclamo duerme el sueño de los inocentes en alguna gaveta del Consejo Nacional Electoral.

Con este panorama, se asoma para diciembre la aprobación vía referéndum de este conato de constitución. Como mencioné, de ella no se sabe mucho, pues lo que se sabe no se sabe si se sabe o no se sabe, si es para distraer o confundir, si es las dos a la vez o, por el contrario, al mismo tiempo. Se supone, por la trayectoria, que la instancia menor de participación, para cualquier asunto público, serán los consejos comunales. El ciudadano lo mandan de paseo. Si no estás asociado, no eres nadie. Y si estás asociado a quien no esté con el gobierno, menos. Porque la maleza oculta los hilos que moverán las manos alzadas, puesto que no habría voto secreto, tanto para seleccionar miembros y autoridades como para tomar decisiones. La apropiación real aunque maquillada de la propiedad privada y los factores de producción por parte del Estado no parece un asunto descabellado de pensar. Como en Cuba, el control social pasa por el trabajo, la comida y las medicinas. En este esquema, el carnet de la patria, esa libreta de racionamiento del siglo XXI, desplaza la libertad de tomar las propias decisiones económicas, junto con las demás. El neo-léxico usará palabras como democracia en términos que excluyan o a las minorías o a quienes no están alineados con el poder. Pueblo representará solo a una facción, así como patria es la de ellos y no la de los demás. Y los crímenes de odio y traición a la patria se usarán sin discreción, hasta que desaparezca cualquier oposición, para luego usarla entre los bandos que forman parte del partido: entonces algunos añorarán los tiempos en los que había opositores que encerrar en las mazmorras…

Pero si los números no dan, siempre se pueden fabricar de manera virtual, aunque no virtuosa



El panorama pintado luce sombrío… pero quiere ser realista. No es una fatum. Depende de los hombres y mujeres y sus circunstancias. Hay toda una línea de filósofos del siglo XIX, que de forma curiosa desencadena en Lenin, que valora la capacidad de maniobra en medio de las eventualidades de la historia. No porque la historia sea dialéctica, sino porque la historia es humana, pues la hacen los seres humanos. Así de claro, desde Sun Tzu hasta nuestros días, por mayores torpezas que se cometan. La intención de quien está en el poder es preservarlo a toda costa. Su esperanza es imponer, doblegar sin que la gente se oponga. Su apuesta es neurótica, pues retener el poder puede develarlos. Porque no es el poder consensuado por una victoria electoral, sino arrebatado. No hay ideales fuera de la permanencia aunque la gestión sea deplorable hasta para el más patán de la sociedad. Sueñan que imponer una constitución le da legalidad ante el país y la comunidad internacional, como si no fuera fruto de artimañas. Como si fuera las tablas de la Ley que el Eterno le entregó a Moisés. Algo tan absurdo como los matrimonios obligados de la antigüedad, donde uno consideraba ser propietario del otro por haberle obligado a rendir juramento de fidelidad ante el altar y en contra de la conciencia.

También quien adversa al modelo que el gobierno intenta imponer (no solo se opone a los personajes del poder), articular acciones y protestas, exorcizando el miedo y evitando riesgos innecesarios pues no representarían mayores ganancias, debe mover sus piezas. La articulación política sigue siendo una tarea pendiente, con el problema de ver siempre las mismas caras, en ocasiones desgastadas por los años y los yerros… desgastadas por la exclusión de opositores probos y la inclusión de opositores controvertidos.


Que vaya a hacer la comunidad internacional, eso no se sabe

Que vaya a hacer la comunidad internacional, eso no se sabe. El venezolano debe hacer lo que está al alcance de su mano y articular, cómo no, dentro del marco legal internacional, lo que sea necesario para devolver la normalidad a Venezuela. Lo que puedan hacer otros países, depende de ellos como actores. No hacer, esperando que hagan es un absurdo. Se puede arriesgar a que sencillamente pierdan el interés en esta tragedia, y Venezuela sea absorbida por los abstractos números de las estadísticas…

Un cálculo frío, sin la arrogancia de otros momentos, es plantearse qué va a hacer quienes son contrarios al proyecto hegemónico que se pretende refrendar con la llamada “nueva constitución”. Si bien es válido diversas acciones, la articulación política es necesaria. Mi opinión personal, contrario a otros momentos en los que me parecía inverosímil que se presentaran candidatos opositores a las elecciones de alcaldes o presidenciales, es que se articule una asistencia masiva a la votación para rechazarlo. Aunque no sea la única acción y tenga que estar ligada a otras acciones. Que quienes se llaman gobierno tengan que quemar todas las válvulas de seguridad para imponerse. Quienes están al mando de esto, que no parece Estado, van a hacer lo posible por imponerse. Lo que debe dejarse en evidencia es lo arbitrario. Que tengan que hacer toda clase de tropelías. Que se vean tan apremiados que, para imponerse, tengan que desnudarse de las formas. No sé si se alcance a revertir el fraude, pero que el rey se vea desnudo es harto importante. Que se perciba la tramoya, tiene su peso. Que el fraude para cantar victoria sea, de paso, una victoria fraudulenta y pírrica, es ganancia. Ganancia que implica afluencia a las urnas y coraje en la calle para defender resultados, apostando por lo pacífico, eludiendo la violencia de los uniformados…




No puedo concluir sin intentar articular una palabra desde y para la fe cristiana. Que Dios intervenga para que esta historia sea de salvación, es un dato grueso de la Revelación cristiana. Lo cual no implica que haga intervenciones quirúrgicas en casa instante, sin el concurso de los seres humanos. Lo propio es la acción humana. Sino habría que excluir el libro de los Hechos de los Apóstoles del canon de las Escrituras. El ser humano contribuye, y no poco. Aunque su acción es ya fruto de la gracia de Dios. No en vano, hasta la acción divino-humana de orar, es una forma no poca de contribuir. De forma curiosa la oración consigue la intervención de ese Dios que es amor.
Pero no cualquier oración es cristiana ni bíblica. Ese también es un dato grueso de las Escrituras. La oración implica transformación y compromiso, eso que se llama oración. Orar desde la gradería no es oración cristiana. Para orar hay que “mojarse”. Y en ese proceso Dios purifica intenciones y planteamientos…

Pero una cosa es que Dios esté con la persona en concreto, que la ama de forma particular y que la Iglesia considera a la persona como el centro de la sociedad (con atención a los más vulnerables), y otra que Dios se cuadre con una propuesta política concreta. Quiero decir, hay modelos de sociedad que atentan de manera estructural contra la dignidad de la persona humana. Es claro que ahí no se reflejan los valores del Evangelio. Pero dentro de aquella gama que sí lo hace, no se casa con agrupaciones concretas.

Teniendo en cuenta este detalle, para nada menor, es que la resiliencia en Venezuela va de la mano de la espiritualidad cristiana (no trato aunque no excluyo otras espiritualidades). O sea, la presencia de Dios en la historia, que descubre la fe, no ahorra ni el compromiso ni la oración, como tampoco el diálogo, el perdón y la justicia.

La presencia de Dios en la historia, que descubre la fe, no ahorra ni el compromiso ni la oración, como tampoco el diálogo, el perdón y la justicia

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