CASO VENEZUELA: CUESTIÓN DE JURISPRUDENCIA
Reportar desde Venezuela no es una tarea fácil. Claro que
tengo una posición, por decirlo así, privilegiada: escribo desde lo que veo,
además de lo que leo y desde las informaciones confirmadas que llegan a la
Vicaría de DDHH de la Arquidiócesis de Barquisimeto. Pero la opacidad aturde,
más cuando hay eventos que ocurren a 580 kilómetros (San Antonio del Táchira, vecina
de la colombiana ciudad fronteriza de Cúcuta) o a 1495 kilómetros, en Santa
Elena de Uairén, a escasos kilómetros de la frontera con Brasil.
Lo cierto que la situación venezolana es complicada. Los
tiempos de la diplomacia no coinciden con los tiempos de la necesidad y se
puede sentir flotar cierta frustración. Creo que el régimen apostó a ello: el
caso venezolano es inédito, Estados Unidos tiene un amargo historial de
intervencionismo en América Latina, los países vecinos ven con recelo cualquier
intervención u opción militar… porque nadie se imagina cómo es aquí dentro. El
régimen ha apostado al cálculo de costos-beneficios que los países puedan
sacar, más allá de las declaraciones de solidaridad y exigibilidad de los
Derechos Humanos.
La situación venezolana es inédita y, considero, va a crear
jurisprudencia. Ese es el meollo. No hay antecedentes… excepto uno: los años
previos a la segunda Guerra mundial. Por supuesto que la fría racionalidad que no
se deje llevar por cálculos siniestros o reacciones pasionales hace falta. Una
especie de análisis cartesiano del asunto, con una pizca kantiana. Cuestiones
que involucran tanto al sistema americano como al internacional. Los
antecedentes de la Guerra fría son infelices. Pienso en Rubén Blades, quien
experimentó la embestida de los militares norteamericanos en al base en Panamá,
el llamado “Día de los
Mártires” (9 de enero de 1964). Decía el cantautor e intelectual: ¿por qué
nos reprimen si son nuestros héroes? Estaba fresca la epopeya de la II Guerra
mundial.
Lamentablemente, el tiempo del aprendizaje es lento. No
puede en 3 meses aprenderse lo que se ha aprendido en 20 años. Andrés
Colmenárez, defensor de DDHH de la organización llamada FUNPAZ, relata su
experiencia, desde Madrid, donde actualmente reside: https://t.co/nwLOep3W34 https://t.co/RSmuYJDk12
En Venezuela en el ambiente hay un clima de guerra. Aunque sea
la inventada por el régimen. Como si en san Antonio del Táchira y por los
puentes internacionales hubiera ocurrido una especie de Bahía de Cochinos. Maduro
y sus secuaces han bailado el triunfo. Internet caído en algunos lados, en
otros super lento. Bajar un video por WhatsApp, de 135 Kb, puede tardar todo el
día (comencé a las 9 am y son las 4 pm). A las 6 pm estoy queriendo que me abran los portales de los periódicos colombianos, para saber de las conclusiones del grupo de Lima. Y no me abren, fuera de la portada de El Espectador, sin todavía poder acceder al contenido.
Se dejarán de laborar por una
semana (Maduro recuerda de esa manera el Caracazo de 1989 y lo empata con
Carnaval, para hacer colapsar todavía más la economía). La estrategia puede ser enfriar la calle. Y amenazan (y apuestan)
en que el presidente encargado, Juan Guaidó, no vaya a regresar al país, porque
sería detenido ipso facto. Existe el riesgo que se activen algunos grupos
radicales de la llamada “Resistencia”: una justificación para el uso
desproporcionado de la fuerza por parte de los cuerpos de seguridad.
En algún barrio de Barquisimeto el gobierno quiere enseñar
la manera de hacer trincheras.
Un familiar desde España me transmitía la versión peninsular:
una intervención militar sería muy complicado dado el sistema montañoso de este
país y la cantidad de personas formadas para la guerrilla que tendría el
gobierno. Habría que decirlo con absoluta responsabilidad: la parte
intimidatoria del régimen ha funcionado a la perfección. La guerra
propagandística y psicológica (y psiquiátrica) ha sido uno de sus mejores
arsenales, sino el único. Un escenario real de guerra sería insostenible para
el régimen. No está preparado para ello, fuera de las arengas y bravuconadas. Quedarían
los grupos delincuenciales de siempre, llamados colectivos, con algunos
militares. La comida escasea en los cuarteles tanto como el arsenal.
En todo esto seguirá escaseando todo, inclusive la
confianza. Solo espero que el aprendizaje no demore tanto ni con las consecuencias
tan fatales como en otras partes del mundo. Los funcionarios de los entes multilaterales
en el país también vendieron su conciencia. Por eso se fue ocultando la crisis,
con logros irreales mientras se intentaba ahogar cualquier oposición. Que al
menos la experiencia venezolana sirva para que no se repita en el mundo. No
solo hubo sociópatas y psicópatas en la Alemania Nazi: también se disfrazan con
el ropaje del Socialismo del Siglo XXI, que sirve para saquear una nación (Cleptocracia).
Más adelante conseguirán refugio en algún lado, si no se acelera el tiempo de
la justicia. No me imagino ni a Rusia o China o Turquía congelando cuentas
bancarias para retornarlas a la Nación…
¡Dios bendiga a Venezuela!
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