Ratzinger, el Papa-teólogo
No es fácil salirle al paso a la eventualidad
del fallecimiento del papa Benedicto, acontecida el 31 de diciembre. Porque
hacerle mención es más que obligatorio. Pero escribir unas líneas que le hagan
justicia, es una tarea que me sobrepasa.
Nunca sabremos qué fue lo que perdió la Iglesia
cuando al conspicuo profesor de Ratisbona se le hizo arzobispo de Múnich. Ni
que se perdió cuando lo hicieron Prefecto de la Congragación para la Doctrina
de la Fe. Parece cierto que pocas personas podían exhibir su currículo. Así que
mejor ¡imposible! Pero ¿qué dejó de escribir? Ese es el dilema.
Para lo cual importa considerar que no es lo mismo ser
un teólogo que un obispo. Y menos el obispo de Roma. Se podrá hablar con teología.
Pero el teólogo es siervo del método teológico, cuando el obispo lo es de la
Tradición. Benedicto hizo teología, es cierto. Basta considerar la trilogía de
Jesús de Nazaret. Pero nada más. Lo
demás fueron intervenciones en los que pesó su carácter de Cardenal y Prefecto,
y luego Pontífice. Que, como digo, fueron magistrales.
Así que, para alguien que desee conocer la
teología de Ratzinger-Benedicto, en parte debe considerar las intervenciones
oficiales, si bien dichas intervenciones están al servicio de confirmar la Fe y
no indagar alcances o brindar propuestas novedosas. Por supuesto que la
teología debe estar al servicio de la Fe y, claro, de la Tradición. Entendemos
por Tradición no las costumbres repetidas de generación en generación, sino la
asimilación actualizada de la Revelación por parte del Pueblo Santo de Dios, en
comunión con sus Pastores, que recorren tiempos diversos a lo largo de la
historia.
Lo cual no quiere decir que no estuviera
marcado por el ansia de la cátedra o la investigación teológica, como consideró
una vez que alcanzara la edad de su retiro. De hecho, ya siendo Papa acudió a
Ratisbona e intervino como docente en un tema complicado para los ajenos, como
fue las diferencias de la fe entre religiones como el cristianismo y el
islamismo.
Pero Benedicto siempre fue un buscador. De
hecho, la Fundación Ratzinger hizo un simposio sobre la trilogía Jesús de
Nazaret cuyas ponencias se publicaron bajo el nombre de Los Evangelios:
historia y cristología. La búsqueda de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI.
Indagar su teología, como líneas fundamentales y ceñidas a la Tradición,
requiere la revisión también de sus intervenciones, de las más notables a las
más modestas.
Sin embargo, un asunto a destacar del
Papa-teólogo es su capacidad de diálogo. Como precepto tuvo mala fama. Hubo
personalidades, como Leonardo Boff, tuvieron que ver con él. O el caso de Jon
Sobrino, criticado en un texto italiano de manera, me parece, infundada. Pero
cuando llega al Papado, modifica algunas normas de la Congregación, que permiten
a la persona que es investigada saber de qué se le investiga, como para
fundamentar su defensa. Y el caso de Pagola, casi execrado por la Conferencia
Episcopal Española, acudió a la Congregación, cuando Ratzinger ya era Papa, y
esta consideró que su obra Jesús, aproximación histórica no contenía
errores doctrinales. Y el precepto de la Congregación, que Benedicto nombró,
fue el cardenal Müller, quien no parece conservar una buena relación con
Francisco, pero que se consideró amigo del teólogo de la liberación peruano
Gustavo Gutiérrez, y publicó algo con él. Ratzinger, siendo Cardenal, publicó
una serie de intercambios con Habermas, director del departamento de sociología
del Max Planck, uno de los tres institutos de investigación más famosos del mundo,
pese a que este fuera ateo y de la Escuela de Frankfurt, del neomarxismo. Ya de
Pontífice, invitó a Castelgandolfo al teólogo Hans Küng, para conocer su
propuesta de una Ética universal.
Leer tanto al teólogo como al Papa siempre fue
una delicia. Su prosa sencilla y amena, que no perdía profundidad; su basta
cultura, que lo hizo miembro de la Academia Francesa. Podía ser el argumento
más empinado, que lo razonaba con una lucidez meridiana.
Es cierto que no pareció ser cercano a la
teología latinoamericana, menos la teología de la liberación. Sin embargo, sus
intervenciones en la Asamblea General del Episcopado Latinoamericano en
Aparecida han sido muy valoradas. Igual consideró que el método latinoamericano
de lectura bíblica con el Pueblo de Dios era valioso. Si fue renuente con la
teología de la liberación, fue por una generalización de la influencia marxista
y por una reticencia ante la idea de la evolución lineal y positiva de la
historia, propia tanto de Hegel, Marx como de Teilhard de Chardin. Siempre la
historia puede retroceder. No siempre avanza.
Puede considerarse como pretexto que, estando
de profesor en Tubinga, ocurrió el Mayo francés. Corrían el año 1968. Tanto la
Revolución Sexual como la irrupción del marxismo, así fuese de la Escuela de Frankfurt,
constreñían a los profesores a doblegarse ante él. Ratzinger prefirió la
tranquila localidad de Ratisbona para seguir su carrera magisterial. Crisis
epocal importante para el futuro Pontífice, pues luego considerará que, del
relativismo intrínseco, derivarán los abusos sexuales a menores.
Por último, cuando nos despedimos del
Papa-teólogo, queda la pregunta sobre el puesto de la teología para la Iglesia
actual. Pues de teólogos que fueron inclusive retirados de sus cátedras,
también ellos vinieron en parte de los aires que trajo el concilio Vaticano II.
En el aula conciliar se debatieron cantidad de propuestas.
En la actualidad, lo dice Habermas, la
influencia del intelectual es escasa en la sociedad actual. Otro tanto puede
decirse de la teología. En ocasiones parece un ejercicio académico cuyo
objetivo es cumplir un requisito académico para quien quiera ser ordenado
sacerdote. Ya no hay debates. Al menos no como antes. No porque estemos más de
acuerdo, sino porque no importa. Parece que volvemos a refugiarnos en las
formas eclesiales tradicionales, sin renovación ni impulso. Pese a los
esfuerzos de Francisco. A lo mejor algún día regrese la teología como un
servicio para la comprensión de la fe. También como una manera apremiante para
discutir cuestiones fronterizas, con el vértigo de quien desee ser fiel a
Jesús. En parte la teología ha sido la responsable de su ostracismo, cuando se
ha mostrado escasa de vida: no solo árida, sino también xerófila.
¡Feliz año para todos!
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